14/05/2016 – No obstante que el acoso y embargos que practican las casas financieras y sus despachos de cobranza se tipifica como un delito, dicha práctica no ha desaparecido, y por el contrario, la falta de denuncia ha provocado la proliferación y el desarrollo de esas instituciones dedicadas al abuso y la usura.
Eduardo Aguilar Mejía, coordinador de la Comisión Nacional de Defensa a Usuarios de Servicios Financieros, destacó que este particular encabeza la cantidad de quejas presentadas ante la Condusef, las cuales ahora se resuelven casi de manera inmediata a favor de los usuarios gracias a la ley, sin embargo la mayoría de los que piden préstamos a esas casas y que han sido objeto de abuso, deciden no denunciar por miedo.
“El problema es que la mayor parte de la gente se asusta con los hostigamientos de las casas financieras y prefieren aceptar las condiciones abusivas de los representantes de las instituciones financieras de tipo usura, porque desconocen que la ley protege a los ciudadanos”, expuso.
También externó que esas empresas, las cuales tienen sus bases en México o Monterrey, han estado creciendo a pasos agigantados en Matamoros debido a la gran necesidad y desconocimiento de la gente humilde.
En ese orden comentó que de acuerdo a los propios estudios realizados por la Condusef, se ha determinado que en la mayoría de los casos la gente de escasos recursos solicita créditos en las financieras, mientras que la clase media y media alta los solicita en bancos de renombre, donde los intereses son mucho menores y los montos de préstamo son superiores, al grado de que los bancos prestan dinero para adquirir una casa, un vehículo nuevo, e incluso para hacer crecer una empresa.
En cambio las casas financieras hacen préstamos de 3 mil a 10 mil pesos, pero esos préstamos abusivos con intereses muy altos en un año triplican la cantidad solicitada y luego las personas pierden la capacidad de pagarlos.
Por su parte, el vicepresidente de la Cámara Nacional de Comercio, Rubén Treviño Sánchez, comentó que las casas financieras envían a diversos negocios de la ciudad a su personal a ofrecer los créditos argumentándoles que no habrá ninguna clase de penalizaciones ni intereses moratorios, sin embargo en breve tiempo se dan cuenta que el problema de deuda es insostenible.
También expuso que aquellas personas que se prestan como avales de los solicitantes para el préstamo pueden llegar a enfrentarse con los despachos de cobranza de las mismas, los cuales buscan a toda costa recuperar lo prestado y los intereses del 300 o 400 por ciento anuales que aplican las casas financieras.
Enrique Chávez