Desafío

Rafael Loret de Mola

24/08/15

*La “Media Tinta”
*Manlio, “Rey Sol”
*Sucedió en Colima

Los pueblos unidos tienen a su alcance el enorme poder de modificar el estado de cosas con su convocatoria; el problema radica en el método. A veces la mente se obnubila con catos de sirenas y arrogancias que demuestran sólo la pobreza de carácter de quienes buscan liderazgos a costa de manipular al colectivo escondiendo sus verdaderos intereses. Precisamente por ello combato, y fuerte, a la partidocracia que unida al presidencialismo es uno de los mayores desafíos para ejercer el gobierno del y para el pueblo además porque a su vera se ha fraguado la moderna aristocracia, sendas condiciones antítesis del concepto clásico sobre la democracia.
Varios ciudadanos, cansados del estado de cosas y, sobre todo, del inmovilismo de la sociedad que se dice harta pero continúa su andar dentro de las veredas del consumismo mercantil y la sumisión política, proponen un PARO NACIONAL para el 14 de octubre. Me uní a la convocatoria apasionadamente porque coincido en que deben agotarse las vías pacíficas para que no quede duda alguna acerca de quién engendra la violencia y en dónde. Y de esta realidad surgirá la urgencia de modificar formas y fondo.
Por supuesto, hay quienes le hacen el caldo gordo al gobierno, sin que en apariencia los funcionarios metan las manos –lo hacen con los pies promoviendo una carrera de un peña nieto desvencijado y con quemaduras en las rodillas que bien pudo ocultar a menos de que nos salga pretextando su compulsión por las oraciones matutinas-, con una cara de inocentes que sólo es posible concebir en un niño deseoso de ganarse una paleta de manos de su padre. Allá en el norte, sobre todo.
Alegan que un PARO NACIONAL –Gilberto Lozano y sus cuatro amigos-, no lleva a ninguna parte pero pretenden montarse en esta convocatoria para hacer las suyas propias como la de incitar a mítines y manifestaciones públicas con un eslogan semejante al #cerocobardía. Consideran que quedarse en casa no traerá consecuencias. ¿Y cuántas han ocasionado las tantas manifestaciones que cayeron en la rutina hasta el desinterés casi general? ¿Recuerdan aquella histórica “por la paz” de 2005 que Andrés Manuel López Obrador se negó a avalar porque no la había organizado él? Sobrepasó al millón de marchistas quienes, en silencio, clamaban por el fin de la violencia. Y después siguió el vacío sin que nadie diera seguimiento al asunto. A Lozano, claro, le vendría muy bien reunir cientos de personas en las plazas públicas para mostrarse él como el redentor en potencia.
No es mi caso. Y quiero aclararlo una vez más: no me interesa cargo alguno ni incursionar en la política; desprecio a los partidos y no sostengo vínculo alguno con empresas masivas de comunicación, digamos Televisa –en donde gran parte de ustedes sabe que labora un hijo mío con sus propias ideas y expectativas; no me ha dicho siquiera si apoyará al PARO ni voy a presionarlo para ello por el respeto que le tengo como padre-, o Televisión Azteca. No me mueve sino la fe en el futuro de México en el tramo final de cuanto pueda quedarme –espero que sean muchos lustros- de existencia.
Créanme. ¿Cómo? Existe una fórmula para ello: revisen mis escritos, si están a su alcance o de lo contrario observen si he tenido o no congruencia desde el inicio de mi vocación hace tantos años que, como diría El Quijote pero con el caló mexicano, no quiero acordarme porque no me da la gana. La autoridad moral no se gana gratuitamente sino con tesón, de cara al público siempre, ni con malabarismos patéticos ni coletazos extremos para pasar de uno a otro lado. No faltan quienes sí han brincado de un lado a otro quienes consideran que pudiera no ser congruente porque no los he seguido en sus numerosas aventuras partidistas… ¡y son ellos quienes han hecho de camaleones!
Por ello, al no sentirse protagonistas de primera línea -¿de verdad es tan importante cuando se trata de recuperar la soberanía popular?-, algunos dispararon sus dardos contra el PARO pretendiendo evitar que, en todo caso, sea la ciudadanía quien se exprese y señale los derroteros no los circunstanciales fantoches que pretenden liderazgos por pegar dos gritos. No es éste el camino si la base es construir una sociedad plural que obtenga el derecho, cuando menos, al consenso en temas tan trascendentes como las reformas educativa, energética, de telecomunicaciones o fiscal. Nos las impusieron sin tomarnos en cuenta y luego alegaron que “todo México” era una pradera de eufóricos receptores. Mentira.
Vamos al PARO NACIONAL, convocado para el 14 de octubre –no es sencillo organizar en un tiempo menor un evento de estas dimensiones que ya suma veinticuatro millones de simpatizantes según nuestros conteos-, porque sencillamente es necesario mostrar que podemos hacer un pequeño sacrificio, sólo un día, para no dejar pasar más a quienes nos han trasquilado como a ovejas indefensas repartiéndose “la lana” entre unos cuantos. ¿O acaso alguno de los escándalos mayores por corrupción se ha llevado a alguno de los funcionarios involucrados o a la primera dama, reina de las casas blancas y el Palacio del Eliseo?
Del mismo modo, han ensangrentado al país sin ajuste de cuenta alguno en el seno del gobierno ni en el de su brazo operador, el PRI que vuelve al clóset –por más de una razón-, como si nada serio hubiese ocurrido. Peor: el general salvador cienfuegos zepeda, en un arranque de histrionismo –tan de moda-, alegó que procedería contra los soldados que se excedieron de sus funciones y quienes, por cierto, cumplieron órdenes de sus mandos a quienes no se osa tocar, comenzando con el propio secretario de la Defensa con apellido de guerrillero histórico. ¿Es razonable mantener esta patraña rebosante de crímenes, incluyendo el de decenas de reporteros “desaparecidos” o muertos, en la mayor parte de las entidades del país?
Mientras tanto, la economía cae por efecto de la ausencia total de planeación y tampoco nadie es culpable, mucho menos el “delfincito” luis videgaray caso para quien todo es rosa hasta los elefantes, cegado por ambiciones que ya no calla siquiera por discreción. Los caballos de hacienda, queridos lectores, somos nosotros, sin duda alguna. Y es por eso que debemos salir del triste papel de jamelgos para ensillar a las verdaderas bestias, quienes han asumido un papel que no les corresponde.
Por último, el PARO NACIONAL no perjudica a ningún ciudadano. Quien se sume será bienvenido; quien no estará en su derecho y su decisión será respetable, aunque después de arrepienta de no haber convergido hacia un evento que puede hacer historia. ¿Por qué, entonces, se enfadan tanto quienes no lo propusieron y se resisten a sumarse? Otros grupos, con mayor representatividad y efectividad no se ponen moños sino están dispuestos a quitarlos. De esos mexicanos sacaremos la fuerza necesaria para crecer y honrar a la colectividad. De eso se trata. ¿Tiene alguna justificación restar cuando la convocatoria está tan avanzada? Sólo se explicaría por una actitud convenenciera o abiertamente mercenaria, muy alejada de los fines pacíficos que se buscan para evitar otra cosa cuando aún hay tiempo.
Entiéndalo los escépticos: la garantía es la autoridad moral de cada uno de nosotros, no los intereses partidistas ni bajos, esto es ocultos por la mano siniestra de la simulación en ocasiones muy rendidora. Es la hora de nosotros, quienes por tantos años hemos sido y somos afretados. Piensen en sus hijos, nietos. Heredémosles, cuando menos, el orgullo de no habernos cruzado de brazos cuando las aguas llegaron al río rebosantes de sangre. Será muy triste que nos reprochen la desidia y bajemos la cabeza. Piénsenlo bien: yo no podría soportarlo. ¿Y ustedes?

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