Desafío

Rafael Loret de Mola

17/08/15

*Impotencia Peligrosa

*Desempleo, una Bomba

*Los Aviones con Techo

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Los padres de los cuarenta y tres normalistas, desaparecidos aún, no pierden la esperanza; no la tienen respecto a los órganos de gobierno y mucho menos respecto a los mandos castrenses que han llenado sus manos de infamia lo mismo en Iguala que en Tlatlaya, Puerto Vallarta, Tanhuato, Guadalajara y recientemente en Ostula, Michoacán. Son como las huestes de Atila: por donde pasan ni la yerba crece.
Por supuesto, a estas alturas, quienes entren a los cuarteles difícilmente encontrarán rastros de sus hijos, hermanos y nietos. No hablo sólo de los mancillados estudiantes de Ayotzinapa sino de los miles y miles de víctimas vivas por secuela de los genocidios sin nombre, perdidos en esos pueblos de Dios que apenas comienzan a ser conocidos no por sus bellezas naturales sino por el horror inmenso que se expande a todo el país. Hasta hace un año, ¿cuántos habían escuchado hablar de la Normal “Isidro Burgos” y de Ayotzinapa, Tlatlaya, Tanhuato, etcétera? Pocos, muy pocos, acaso sólo quienes tenían labores por allá o empresas madereras o las mineras explotadoras de nuestro subsuelo a costa de esclavizar a sus obreros hasta sus muertes. Mientras más se oculte la verdad, para evitar que se conozcan dramas peores al de Pasta de Conchos, en Coahuila, donde murieron sesenta y cinco mineros, incinerados en vida, en febrero de 2006 sin merecer siquiera que el entonces presidente fox, ni la señora de las muchas faldas, fueran al lugar y señalaran a los criminales del Grupo México como los verdaderos culpables. Y así hasta hoy, nueve años después.
Y es que una cosa no es aparte de la otra. Sabemos que por Iguala las minas de oro y los laboratorios de cocaína obligan a utilizar seres humanos como bestias y hasta el último aliento como se hacía con los esclavos en la era de los egipcios utilizados para construir las pirámides de Gizé… sólo que en el caso actual no queda rastro de una maravilla universal sino sólo la exhibición grotesca de cómo se forman las grandes fortunas al calor de la impudicia política y la ambición sin límite de los multimillonarios como Germán Larrea Mota Velasco o Alberto Baillères quienes han capitalizado, entre otros, la ignominia. Ya les contaré en “Empeñados” –Jus y Fundación Loret de Mola- que ya comienza a circular.
Y lo mismo sucede en Tanhuato, Michoacán, y en otras poblaciones en donde el ejército cuida más bien los yacimientos de oro y no a la población en estado de indefensión, como tanto hemos señalado. Por eso los civiles caen como moscas al igual que en las eras en donde el autoritarismo, los imperios y el fascismo dictan sus reglas desestimando las existencias ajenas. Pasan por nuestros compatriotas, por encima de cada uno de nosotros también, como los jinetes del Apocalipsis o los centuriones romanos que llevaron a la Cruz no sólo a Jesús el Nazareno sino igualmente a cuantos encontraban culpables de sedición. La historia es implacable aunque algunas veces se distorsione.
De igual manera, en Chiapas, se vive la brutalidad de la impotencia ante la soberbia enajenada de un mandatario dispuesto a todo, incluso a matar, con tal de construir su senda para alcanzar la presidencia a golpes de antidemocracia y propaganda fútil. Como en junio ocurrió en una decena de entidades, en el territorio del neozapatismo –muy calladito cuando más debieran actuar, sin violencia, pero con el reclamo de la autoridad moral-, se vulneró la voluntad general y se incendió la región como una advertencia sobre el despertar de la ciudadanía ante el acoso inmisericorde del mal gobierno y sus imposiciones ruines.
No, no se trata de defender a partido alguno –esta no es la intención del columnista- sino de fustigar a cuantos se prestaron a los ardides sucios, escandalosamente repulsivos, con tal de proteger a manuelito velasco –“del asco” le llaman sus coterráneos-, en su intento por asegurarse el cacicazgo de su entidad, compartido con infinidad de sinvergüenzas predecesores, y poder, desde ahora, dejar a un “heredero” , Alberto Silva Ramos, para cubrirle las espaldas en tanto busca la candidatura aliancista de los verdes, su origen, y el desvencijado PRI del peñismo genocida. Revuelve el estómago. Los dos pertenecen a la misma “cofradía”.
El sentimiento es de impotencia. Pero no la de un derrotismo inútil e inocuo sino la de un despertar que posibilite la recuperación del concepto toral de la Carta Magna: la soberanía nacional que reside esencial y originariamente en el pueblo como reza el artículo 39 de nuestra Carta Magna. No en un gobernador impetuoso ni en otro intolerante –digamos como quien se considera también “presidenciable”, Rafael Moreno Valle, de Puebla-, tampoco en un presidente que lo va traicionando todo a su paso, hasta su propia memoria histórica con olvidos intolerables en un jefe de Estado.
Tampoco pude creerse en los dos mayores postulantes de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador y Miguel Ángel Mancera Espinosa, quienes por pudor debieran explicar las limitaciones a las que les obligan las secuelas de sus infartos, sobre todo en el segundo de los mencionados quien literalmente se quedó muerto en el quirófano. En cualquier nación democrático, la mala salud, infortunadamente para quienes rebasaron sus límites físicos, es un obstáculo insalvable para los postulantes porque, bien se sabe, en el ejercicio de la Presidencia de la República se requiere una firmeza y una sobreactividad imposibles para quienes, por desgracia, han sido tocados por golpes tan severos. Y eso sin entrar a analizar sus perfiles que también cuentan con enormes claroscuros, desde el mesianismo hasta la traición.
Mientras tanto, la indefensión sigue. La aplicación de la nueva normativa sobre salud llega a extremos que nos acercan a la insensible actitud de gobiernos xenófobos, como el de Norteamérica, en contra de indocumentados o de cuantos carezcan de recursos para pagar la medicina privada. Así, por ejemplo, en Villahermosa, Tabasco, los médicos han recibido dotaciones muy inferiores a las necesarias e incluso sin contar con diecisiete fórmulas indispensables para males mayores que se asientan en las solicitudes y los envíos pero no llegan con la paquetería. Una política ligada a los planes de expansión… de los cementerios.
México se mueve, sí, hacia la agonía por obra y gracia no sólo de los funcionarios en servicio sino, sobre todo, a causa de los predadores con propósitos de hacer campañas por la Primera Magistratura ya desde ahora. Es el efecto primero del presidencialismo fusionado con la partidocracia, dos males y ya no sólo uno que están determinando el fin del sistema político mexicano ante las reacciones generales de rechazo y repulsión. ¿No lo percibirán los soberbios miembros de la alta política mexicana? Si continúan ignorándolo será mucho peor para ellos. Ya lo verán.

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