*Votemos por Justicia
*Desigualdad Grotesca
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11/12/2018 – Ya lo dije: la justicia no puede basarse en delitos del futuro porque éstos no existen en la perspectiva del presente. Lo que vendrá podemos estimarlo a partir de ciertas condiciones pero nunca asegurar que habrá de ocurrir como si se tratase de un libreto previo. De ser así, habríamos exigido cárcel contra salinas antes de su asunción en 1988 por haber asesinado a su servidora doméstica y no haber recibido tratamiento sicológico por ello; y al propio presidente actual se le podría recriminar por el terrible drama familiar que terminó con la vida de su hermano José Ramón como se llama el hijo mayor del mandatario como desfogue de su angustia y su dolor.
En el canto al optimismo del presidente López Obrador fue notorio que soslayó hablar del narcotráfico como el flagelo mayor que abarca las tres cuartas partes de la violencia en nuestro país, pero sí hizo referencia a la necesidad de ponen un “punto final” para dejar atrás al pasado y comenzar a construir la cuarta transformación a la que muchos nos unimos con entusiasmo. ¡Cómo no hacerlo si clamo por un cambio de sistema desde hace años!
Pese a lo anterior, el punto final no debe caer en los lindes de la impunidad so pretexto de que sería alto el costo económico de la “persecución” –no lo es cuando se trata de encontrar y condenar a los delincuentes como se hizo dos veces con “El Chapo” bajo el dominio del peñismo traposo-, y que no habría cárceles suficientes para los siniestros aunque apuntó que debería, en todo caso, comenzarse “por los de arriba” mientras el gesto de peña nieto tomaba un perfil de drama griego.
Y es que la confianzas hacia las instituciones no puede ganarse si los ladrones y asesinos del pasado inmediato, con basamentos de impunidad, disfrutan de la vida y de sus fortuna mal habidas en la cara de los mexicanos. ¿Valle de Bravo? ¿Malinalco? En cualquier lugar donde se asienten el señor peña y sus secuaces habrá de enrarecerse el ámbito con las miasmas de la corrupción descarada. ¿No hay prisiones? Pues que se construyan sin túneles semi-habilitados por los peores para ridiculizar al gobierno en su conjunto.
Una administración que se declara incapaz de perseguir a la corrupción del pasado porque carece de celdas de seguridad, renuncia a la fuerza del Estado y a la capacidad de gobernar sin miedo y sin ataduras ni acuerdos en la parte oscura de su estructura; y no hay ni habrá jamás forma de corrupción mayor a ésta.
México requiere JUSTICIA no justificaciones para la parálisis por el prurito de asegurar que hasta la familia del presidente será tratada como se hace con todos los demás; esto está muy bien… siempre y cuando no se carcajeen por ello salinas, zedillo, fox, calderón y peña. Sería una barbaridad que por un delito menor se enjuiciara a un funcionario de hoy sin poder traspasar el “punto final” que asegura el bienestar y la seguridad de los mayores predadores de México, en un pasado muy cercano, sanguijuelas inexploradas de la selva de la corrupción.
Primero JUSTICIA, después la Constitución moral.
La Anécdota
Vivimos con la zozobra constante que da lugar a una suerte de enfrentamiento entre géneros. Llegué a escuchar, con motivo de la toma de posesión del presidente López Obrador, que algunas mujeres se enfurecieron porque en el emblema del nuevo gobierno sólo aparecen hombres y hasta se sugirió que acompañara a Hidalgo, Morelos, Juárez, Madero y Cárdenas, la señora Rosario Ibarra de Piedra, quien aún vive por fortuna a diferencia de los héroes mencionados.
El tema es sencillo de resolver: en los tiempos de la Independencia, la Reforma y la Revolución, por costumbres de la época, los líderes definitorios fueron varones aun considerando la participación de algunas valerosas damas que no alcanzaron el nivel histórico de los citados; y no por razones de género se les va a emparejar. Ni doña Leona ni la Corregidora podrían desplazar a Hidalgo o Morelos; ni María Pistolas a Madero o Cárdenas. Dicho esto sin soslayar la grandeza de ellas y ellos. Espero que me entiendan.
Luchemos contra la desigualdad; también la de los hombres en el terreno del derecho familiar que tanto carcome por dentro. Yo también soy una víctima.