Opinión
Desafío
*Robar, la Institución
*Gobernadores con Sogas
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11/10/2018 – La secretaría de la corrupción debe considerarse el súper ministerio del presente y el futuro aunque no tenga tal condición legal ni, en apariencia, forme parte del organigrama institucional. Pero pesa más que ninguno y, desde luego, tiene titular y cabeza con más influencias que cualquiera otro (a) miembro del gabinete peñista tan empeñado en que nadie le sustraiga el privilegio de haber encabezado, hasta ahora, la peor administración federal de la historia a un siglo de la malhadada usurpación de Victoriano Huerta Márquez, el chacal.
Fíjense, desde el régimen de carlos salinas hasta el actual hemos observado a quiénes, de verdad, son quienes se encargan de regir, modular y distribuir la corrupción con una eficacia muy superior a cualquier parodia de trasparencia. Durante los años del salinismo empobrecedor –los superávits fueron producto de las ventas de paraestatales y de los precios del crudo al alza, hasta 200 millones de dólares por barril, cuyos remanentes fueron dilapidados sin medida-, sin duda, fue Raúl, el hermano incómodo, el gran patriarca del sexenio, dominador de cuentas y transferencias, así como de las alianzas turbias como la que realizó con el mafioso Ricardo Salinas Pliego quien “ganó” la subasta por Canal 13 con todas las irregularidades necesarias, entre ellas la admisión del fraterno presidencial como socio. No lo olvidemos.
Con zedillo, el hombre de las negociaciones y consejero principal en materia de inversiones favorables al clan fue, sin duda, Herminio Blanco Mendoza, quien permaneció en la secretaria de Comercio y Fomento Industria buscando nuevos tratados internacionales, que no se lograron a cambio de entrecruzar intereses personales. Y así dio cauce a la alternancia en la que maniobró, sin moral alguna y desatada para suceder a su marido en un plan reeleccionista disfrazado, fue la señora de las muchas faldas, Martita Sahagún, quien mantiene al jamelgo fox en su rancho ahora visitado, en helicóptero oficial, por el secretario de Hacienda y presidenciable, José Antonio Meade Kuribreña. Hilos conductores.
Y, desde luego, nadie puede negar a la rufiana Alejandra Sota Mirafuente, el papel de represora, distribuidora de millonarias prebendas y alcantarilla de las cloacas de calderón, en rivalidad permanente con la Margarita de las estrellitas que quiere bajar para contarlas en sus manos como las conchitas de María bonita. Fue Sota la que comenzó la rufianesca tarea de perseguir y acorralar a los periodistas, inventando historias y fabricando montajes, en medio del escándalo.
Desde luego, la corrupción creció con peña hasta niveles inimaginables, guiados por sus tíos, sobre todo el intocable Arturo Montiel pero también Alfredo del Mazo González, para satisfacer las estrategias de carlos salinas quien parece tener todas las barajas en la mano para hundirnos en 2018 con o sin terremotos de por medio. Ahora no se señala a nadie en especial porque el conjunto mismo es la corrupción. Nadie se salva porque todos son cómplices y en estas circunstancias apostaban, incrédulo, a la pulverización de las oposiciones para que el PRI de los miserables continuara en el poder con porcentajes mínimos de electores; por eso triunfó la apuesta de Andrés, el señor de los anillos que convierte a los mafiosos de ayer en blancas palomitas buscadoras del frijol… con gorgojo.
¡No lo permita, señor presidente electo!
La Anécdota
De Los Pinos a las Rejas. Es un buen título que ofrezco a los imitadores de mi trabajo de medio siglo. Dicen que hemos hecho escuela, pero no es así; la realidad es que, desde hace años, buscaron la manera de llenar los anaqueles de las librerías con libros falsamente críticos para disminuir el alcance de los que sí lo son. En fin.
Por ahora, baste citar algunos gobernadores en ejercicio y otros “ex” que merecen responder ante la justicia. Pero, ¡caray!, son todos incluyendo a quien fue jefe de gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera. ¿Los peores? Comencemos con los Moreira de Coahuila, y Miguel Ángel Yunes Linares, de Veracruz, quien fue humillado al tratar de heredar el cargo a uno de sus vástagos, a quien le regaló la alcaldía de Boca del Río, la de los ricos; toda una dinastía podrida como el cacique. Y seguimos con Quirino Ordaz, de Sinaloa y representante de los cárteles, quien “palomeó” candidaturas con el señor peña que cayeron en las urnas.
Luego viene una lista interminable. Francisco García Cabeza de Vaca, de Tamaulipas; Carlos Joaquín, de Quintana Roo, Luis Armando Reynoso, de Aguascalientes, Miguel Márquez, de Guanajuato y Kiko Vega de la Madrid, de Baja California, dentro del gremio de los “panistas”. Y luego vienen los priistas: Alejandrito Murat, de Oaxaca; Claudia Pavlovich, de Sonora; Alfredo del Mazo, el primito mexiquense, Héctor Astudillo, de Guerrero, Rolando Zapata Bello, de Yucatán, junto a su madre putativa Ivonne Ortega, Alejandro Moreno, de Campeche y no pocos más, sin olvidar a los perredistas Graco Ramírez, de Morelos, y Arturo Núñez, de Tabasco. Pura bazofia proveniente de todas las corrientes, incluso MORENA que NO defendió la victoria de Delfina Gómez Álvarez en el Estado de México ni ha sabido hacer lo propio, hasta ahora, con el fraude descarado en Puebla.
Parecemos un país, y así nos ven el mundo, políticamente castrado todavía. Falta un injerto de hombría y hormonal, señor presidente electo.