Desafío

 *Candados del Sistema
*El Síndrome Ibarrola

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29/08/2018 – Ni una sola manta de protesta salió al aire para protestar por la aprehensión de Elba Esther Gordillo Morales, la “novia de Chucky” y ganadora del concurso de la mujer más aterradora de la historia –su contrincante mayor, Cayetana, la Duquesa de Alba hace varios años descansa en su mausoleo sevillano-, mientras la rebeldía contra el gobierno de peña subía de tono por cuanto a la célebre “reforma educativa” que tenía, como fondo, recuperar el tejido magisterial para controlarlo política y electoralmente como lo había realizado la poderosa señora desde hace varios lustros. Los fraudes comiciales siempre estuvieron unidos al nombre la perversa personaje.
Ella, al parecer, se sintió la imagen misma de la patria –como una especie de sarcasmo a la bella tlaxcalteca que empuña nuestra bandera en los libros de texto-, tratándose de hacerse la única cirugía que el dinero no puede pagar: la del alma. Pero, dominada por el ego al fin, rsumió que su liberación significaba el derrumbe de la reforma educativa como si ésta hubiese sido la razón de su castigo y no los millonarios abusos contra su gremio, los latrocinios sin fin, la malversación de fondos hasta donde puede entender la memoria pública y la nada airosa y perturbadora acusación sobre “lavado de dinero” considerando que en México NADIE puede hacerse de fortunas gigantescas –se calcula la suya en más de 300 millones de pesos-, sin el aval de los grandes narcos quienes dominan el panorama y ponen y quitan a quienes les cuidan las espaldas desde la estructura gubernamental; parece –es- una historia de terror que salpica el rostro de nuestros hijos cuya ingenuidad no sirve para contrarrestar la manipulación oficial.
La histeria fácil de la mujer perversa suele aparecer cuando se siente con capacidad y fuerza para contratacar y hacerlo con el mayor ruido posible. De esta premisa surgió la idea de demandar por “daño moral” al periodista que la puso en la picota y obligó, con pruebas contundentes, a perseguirla y encarcelarla cuando el régimen de peña aún no mostraba sus propios síntomas malditos que estallaron, como un tumor incurable, a los largo del terrible 2014: Tlatlaya, Ayotzinapa, Tanhuato; todo ello a contrapelo de los intereses nacionales y a favor de las grandes compañías en expansión desde Estados Unidos, Canadá y España.
Si peña hace las maletas para su próximo viaje al inframundo, sea Actlán, de los mexicas, o Xibalbá, de los mayas, la susodicha maestra no debería estar fuera de las rejas provocando, azuzando y guerreando, con sus millones en la mano, contra quienes la exhibimos. Felicito a Carlos Loret de Mola Álvarez por ser la punta de la lanza que estamos todos –los periodistas decentes y dignos-, dispuestos a lanzarle al maltrecho cuerpo de la pretensa “maestra”, la peor de todas y la más fiel imagen del sistema, acaso no de peñismo –que es peor-, pero sí de las estructuras que nos asfixian y no queremos seguir sobrellevando.
La sola conducta de Elba, sobre su caballo castrado, demuestra que está lejos de México la justicia, la libertad, la democracia y el estado de Derecho. ¡Mil veces maldita!
La Anécdota
Tras el asesinato de José Francisco Ruiz Massieu -¿lo recordará Claudita, su hija, que abandera al PRI sepultado-, fue evidente que la Procuraduría General de la República, cuyo titular entonces era Humberto Benítez Treviño quien fue designado después del magnicidio contra Colosio, se observó cómo se protegía a quienes eran perseguidos fuera de nuestro país, acusados por delitos menores y regresados a México sin que se les pudiera fundamentar otras acusaciones, la de gran envergadura.
Lo recuerdo porque a tal método se le llamó “el síndrome Ibarrola”, en honor a Eduardo Ibarrola Nicolín, hacedor del milagro de volver a los peores huidos en podres corderitos con derecho a no pisar siquiera los separos policíacos. Sólo que ahora se les revierte con el caso de Javier Duarte: no pueden acusarlo por ninguna otro ilícito que no sea algunos de cuantos formaron la causa para exigir su extradición. Un golpe al revés como demostración fehaciente de que el sistema está, al fin, hundiéndose.

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