*Miseria: su Origen
*Concesiones Caducas
Por Rafael Loret de Mola
20/08/2018 – «Es obligado que el presidente electo ponga las cosas en su sitio sin que con ello arenguemos a la confrontación con el poderoso vecino del norte»
Del léxico político de nuestro tiempo se ha ausentado el término “productividad” que debiera ser el eje natural de la verdadera riqueza, la que no es de papel ni está guardada en las enormes bóvedas de Kort Knox, inaccesibles hasta para el presidente de México pese a tener almacenados allí 4 mil millones de dólares en lingotes de oro desde que así lo decidió el precario y entreguista mandatario felipe calderón en el apogeo de un poder basado en los homos de Baco. Nos fue hundiendo en la medida en que su alcoholismo se acrecentaba y ahora pretende una autoridad moral que perdió por completo a cambio de procurar dejarse ver en un PAN al que traicionó junto a su Margarita estrellada.
Cuando López Obrador fungió como jefe de gobierno del Distrito Federal -2000-2005-, insistió, hasta el cansancio que la proveduría mayor de narcos se encontraba en la pobreza asfixiante, lo mismo en los barrios –casi ghetos al estilo de la segunda guerra mundial-, de la Ciudad de México que en las colonias miserables, marginadas y contaminadas de la frontera desde donde parten todavía los túneles que sólo descubre la Border Patrol, al otro lado de la frontera, cuando así conviene y ya existen otros listos a reemplazarlos. Es un círculo cerrado que nace, precisamente, entre dos polos: la miseria del sur y la prepotencia del norte del Río Bravo.
Mientras, claro, el gran poder, que tiene alguna confluencia hacia la Casa Blanca –la de Washington-, insiste en que los mexicanos sigamos matándonos, silenciando de paso periodistas y persiguiendo a líderes sociales y políticos, pero sin alterar el inmenso mercado de consumo de drogas en los Estados Unidos mismo que favorece la mimetización de los seres humanos y acaso cierta docilidad que se convierte en fiereza irracional cuando los jefes así lo determinan en materia de invasiones y genocidios.
Y nos siguen señalando, de manera generalizada, como narcotraficantes, criminales, secuestradores y mal vivientes, alimentando la xenofobia más baja y propiciando actos de violencia incalificables hacia nuestros paisanos incluso en hoteles de lujo –los que bordean, por ejemplo, los parques temáticos de Universal en Orlando e incluso en el llamado Disneyworld-, restaurantes del mismo nivel y en gasolineras y carreteras. Nos detectan como si contará cada quien con un radar para captar la pigmentación de la piel morena –ya no tanto la negra-, de quienes cruzan la frontera por el sur estadounidense.
Po eso es obligado que el presidente electo ponga las cosas en su sitio sin que con ello arenguemos a la confrontación con el poderoso vecino del norte y con el desviado jefe de la casona de la Avenida Pensilvania. Urge, de una vez, una intermediación firme de la ONU y de las comisiones internacionales de derechos humanos antes de la asunción de López Obrador en diciembre. Este conflicto no debe heredarlo el nuevo régimen porque, entonces, sabrá a negociación podrida.
La peor de las miserias, hoy y siempre, es las de las conciencias.
La Anécdota
Si uno de ustedes decide, pese a la xenofobia y los disparatadas actitudes de los “gringos”, llegar en automóvil partiendo de la frontera hacia Orlando, Florida –hace años lo hice con mi hijo menor-, descubrirá que transitar sobre autopistas de concreto, puentes larguísimos sobre el mar –como el de Mobile-, y los pantanos –en Lousiana-, hasta llegar a la sede de los parques temáticos más célebres del mundo, sólo les costará 25 centavos de dólar de peaje, esto es unos cuatro pesos con cincuenta centavos. Nada más.
En México, las grandes carreteras, de cuatro carriles y llenas de baches, además de los riesgos de derrumbes entre filos de montañas sin redes, son las más caras del mundo y acaban de aumentar sus cuotas entre el cinco y el diez por ciento. No hay razón para ello, considerando las frecuentes alzas de la gasolina que el presidente electo asume sólo podrá detener al tercer año de su mandato.
Mientras tanto, seguirán llamándonos “ricos” aquellos extranjeros que no comprende la razón por la cual pagamos tantos tributos y tatas cuotas los mexicanos.