*Pónganse a Trabajar
*Argucias Evasoras
15/08/2018 – «Pocos gobernadores mantienen la ceremonia del Informe como una manera de nutrir la egolatría»
No hay remedio, señor peña. Tiene que ponerse a trabajar. Faltan apenas ciento trece días para que termine su mandato. ¿Me sincero? Creí que no llegaría hasta aquí; la medicina del poder no es sólo afrodisíaca sino igualmente estabilizadora mental y emocional sobre todo en un país presidencialista no acostumbrado a hacer valer el concepto de soberanía popular. Por eso, usted sigue gobernando a pesar de los genocidios, la corrupción ingente y la torpeza evidente por su desconocimiento de la geografía, de la geopolítica y hasta de su entorno. Por eso perdió su partido y usted será derrotado, definitivamente, por la historia.
Ya sabemos, de antemano, que peña nieto no reparará en lo anterior y dejará un enorme legajo de hojas en el Congreso para cumplir, literalmente, el ordenamiento constitucional –su sexto y último informe- sin necesidad de confrontar y responder las agudas interrogantes de una oposición convenenciera y hasta comodina. Luego habrá posicionamientos estériles, las comparecencias de algunos secretarios de Estado y el largo intercambio de opiniones, algunas ofensivas y de relumbrón, sin que las condiciones y causas de cada grupo parlamentario. Los diputados y senadores, como es costumbre, se limitarán a dialogar con los colaboradores del presidente mientras éste evita dar explicaciones de cara; mejor para él, no vaya a ser que se equivoque y confunda la sede del Legislativo con la Suprema Corte de Justicia.
Unos pocos gobernadores, en cambio, mantienen la ceremonia del Informe como una manera de nutrir la egolatría. Hace unos días, por ejemplo, Alejandro Moreno Cárdenas, gobernador de Campeche –una entidad víctima igualmente de los cacicazgos locales bajo el cielo de la impunidad-, se dio a la tarea de dedicar un buen tiempo a leer sus proezas anuales sin el menor sentido de autocrítica. No habló, por ejemplo, sobre si realizó o no auditorías a la administración de su predecesor, Fernando Ortega Barnés, uno de los más señalados por su enriquecimiento (in) explicable y quien, obviamente, tiene un retiro por demás lujoso como tantos otros que ya están listos a estrenar sus casas palaciegas en los Estados Unidos y España, los destinos más frecuentes de los ladrones mexicanos. Los reciben muy bien porque, claro, pagan mejor que ningún otro cliente y dejan las caravanas, a las que son muy afectos los hispanos hosteleros acaso por derivación de los usos de la monarquía caduca, en cuanto detectan que las fortunas bajan y las persecuciones fiscales y políticas suben, como ocurrió en el “incidente” carcelero de Humberto Moreira. “No tengo ni hago negocios”, enfatizó el ya veterano efebo de varios mandatarios y aspirantes a serlo. “Y estoy listo para construir un nuevo liderazgo en el PRI”, aseveró, ridículo, quien logró destacar pasando debajo de las armas… ustedes me entienden.
Tampoco peña dirá la verdad en cuanto a la inseguridad pública, dispersa por todo el país ni acerca de la guerra entre las mafias, la oficial y la de los cárteles que no disminuyen sus exportaciones hacia el mercado de consumo mayor del mundo, las tierras de Trump. Ni explicará las condiciones impuestas por Estados Unidos –la presencia de marines camuflados dentro de la Marina Nacional-, para simular mil batallas cuando las agencias de inteligencia del norte son las que regulan los mercados para mantener precios y mercancías y así evitar un colapso social. Metanfetaminas y cocaína se venden desde las oficinas estresantes de Wall Street hasta los barrios perdidos de Los Ángeles.
La Anécdota
No dirá nada sobre si hay o no avances en las investigaciones sobre los genocidios de Iguala, Tanhuato y Tlatlaya –los principales- ni, mucho menos, acerca de los magnicidios que han marcado la vida institucional del país desde 1993 cuando fue asesinado el Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo y ni siquiera el augusto Papa Juan Pablo II fue capaz de presionar lo suficiente en busca de la verdad; optó por recoger la invitación oficial en pro de la reanudación de las relaciones diplomáticas entre México y El Vaticano. ¿Por qué, siquiera, los jerarcas de la Iglesia no insisten, salvo el Cardenal en el retiro Juan Sandoval Íñiguez, a quien extiendo mi respeto por su valor y congruencia, en continuar el proceso indagatorio que, necesariamente, tocaría fondo en la figura de Joseph-Marie Córdova Montoya, el asesor del demonio? Y de los “desaparecidos”, ni mención siquiera.
Desde luego, no nos dirá cuáles son las alternativas para México frente al impertinente Trump, encaprichado con arrastrar al gobierno de México, pisoteando la Doctrina Estrada, para justificar sus acciones bélicas contra Venezuela y la consiguiente destitución de Nicolás Maduro puesto al nivel de Saddam Hussein y Muamar el Kadafi, tiranos sí aunque no sé si hubiera sido mejor para sus pueblos evitar la invasión estadounidense y el robo descarado de sus recursos naturales, sobre todo el petróleo. Con el control de los pozos liberados en Kuwait, hace años, Estados Unidos aseguró reservas por una centuria más… cuando hasta México no tenga ni pizca del oro negro.
Será, pues, una farsa mientras, a cada uno de sus pasos, se alzan los puños, las mantas que aparenta no ver el mandatario y las barricadas para protegerlo. Pobre México que lo consiente.
¡Pero ya tenemos presidente electo! ¿Lo felicitamos?