Opinión
Desafío
*Presidentes al Revés
*El Gran Espejo Negro
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24/07/2018 – Cuando llegó vicente fox a la Presidencia contaba con altos índices de aprobación, si bien los nuevos liberales le reprochaban su aversión al Benemérito cuyo retrato en la residencia oficial de Los Pinos había sido enviado al almacén a cambio de colocar, en la oficina de la vocera Marta Sahagún, imágenes de distintas advocaciones de la Virgen, sin privilegiar a la de Guadalupe cuyas apariciones sostiene la Iglesia fueron reales, a cambio de exaltar a la del Cobre, de Cuba, producto de los artesanos que la convirtieron en motivo de adoración, igual que la célebre Macarena de Sevilla cuy belleza labrada encoge los corazones pese a ser sólo eso: un producto artificial que guía la devoción se los sevillanos.
Curiosamente, el señor fox propagó su fe católica durante su campaña presidencial y utilizó el estandarte de la Guadalupana, sin referencia al de Atotonilco que tomó el padre Hidalgo al inicio de su gesta libertaria, como aferrándose a la humildad de un pueblo ante la sacra figura de su benefactora espiritual; si los mexicanos no creyeran en ella, no podría pensarse en otro factor de apaciguamiento por la tremenda desigualdad de clases, mucho peor al racismo y a la xenofobia.
El caso es que fox llegó a la residencia oficial diciéndose católico pero instalando en sus heredades a quien entonces era su amante, Marta Sahagún, hasta que se casó con ella en el primer aniversario de su victoria electoral. Esto es: consumió, en pecado según los dogmas canónigos, un matrimonio sólo bendecido pero sin validez para las jerarquías de su exaltada religión. Una enorme hipocresía que desmintió aquello de que tardó en divorciarse de su primera mujer, Lilián de la Concha, por sus acendradas creencias. Mentiras al por mayor.
El contraste se da ahora con el futuro presidente de México quien, de plano, desechó la idea de vivir en la casona de Chapultepec –luego de 84 años de escándalos-, y luego de varios lustros de llamar al PAN “la Iglesia”, incorporando a toda la derecha en la denominación, con evidente acento despectivo hacia la religión mayoritaria en el país; él, se dice, pertenece a una secta cristiana que lo impulsó al absurdo de incorporar al PES –de ultraderecha-, como parte de los partidos que lo postularon en una carrera decidida de antemano por los avales de a Casa Banca –la de Washington- y el Kremlin. No es cuento; los hechos actuales lo confirman.
Pues bien, el anticlerical Andrés ahora se muestra como acólito tardío y solicita la intervención del Papa Francisco, nada menos, en sus proyectos de “pacificación” de la República sin explicar hasta dónde llegarían sus funciones. Por el momento, desde la Ciudad del Vaticano se ha dado una controversia sobre los fines ocultos del próximo mandatario de México –salvo que la ausencia de seguridad lo convierte en un mártir, una perspectiva indeseable y angustiante-, para dar una vuelta de tuerca a su antigua filosofía; sólo falta que se case por la Iglesia, él sí puede, con la brillante Beatriz Gutiérrez Müller, lo mejor de su capital político y no es poco decir.
Lo dicho: en materia de religión, como en cuestiones sociales, nuestros presidentes, incluyendo al que viene, no terminan por aterrizar… porque ya ni aeropuerto vamos a tener.
La Anécdota
El señor lópez portillo, en uno de sus mensajes a la nación, habló de que en la nación imperaba “el espejo negro de Tezcatlipoca” cuyos ritos mantienen no pocos chamanes en algunas de las granes edificaciones y templos mexicas, como el de Malinalco. Este gran señor –dios- es la antítesis de Quetzalcóatl, la serpiente emplumada para los nahuas y es cauce del feroz Huitzilopochtli a quien se rendían, de acuerdo a algunos historiadores, cultos de sangre.
En este espejo estamos hoy. Un lópez lo anunció y otro lo enfrenta; así como otro López, Don Adolfo, ha sido el único en evitar vivir en Los Pinos durante su sexenio, entre 1958 y 1964, como ahora López Obrador extrema las cosas y está dispuesto a cerrar la residencia oficial. Vivirá en su casa, como López Mateos, el único mexiquense que logró exaltarse por encima de las mafias de Atlacomulco y Almoloya que destruyeron los cimientos del Estado de México, defraudado y terriblemente hollado por la corrupción. Pregúntenle al primito Del Mazo.