Desafío

Rafael Loret de Mola

22/06/15
*Mujeres al Ataque
*Colima Conflictiva
*La Tacita de Plata

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“Y yo que te creía”, canta José Alfredo Jiménez, desde su sepultura, a Margarita Zavala Gómez del Campo, quien dejó su proverbial discreción tempranera al lado de su consorte, felipe el moreliano, para ir convirtiéndose, en el auge de una imaginación sin medida, en modelo fugaz de una revista “del corazón” hispana, Hola!, al término de la devastadora gestión de su consorte bajo el título insólito de ser la mujer “más querida de México”. Fue demasiado, insolente, que arrancara así, de hecho, un posicionamiento nacional exigido por la dama, la primera de acuerdo al protocolo aristocrático no reconocido oficialmente pero sí en la praxis, tras las varias afrentas recibidas por parte de su marido que le obligaron a dejar la residencia oficial varias veces.
En una ocasión, felipe fue a buscarla a su “refugio”, la casa de su madre, para regresarla a su nicho oficial y lo único que logró fue rodar por las escaleras fracturándose el brazo derecho. El mandatario apareció en público con el consiguiente cabestrillo y el yeso cubriendo su inmovilidad. Explicó, claro, que un incidente sobre una bicicleta había ocasionado el estrago para hacer más cercano u directo su paralelismo con ernesto zedillo quien, en su última gira por España en calidad de mandatario mexicano, luego de presumir de dotes de ciclistas consumado fue superado por el entonces presidente del gobierno español el chaplinesco José María Aznar López a cambio de una contractura muscular. En el caso de zedillo, cuando menos, fue evidente y notorio el efecto de la osadía en la llamada Casa de Campo, un enorme pulmón madrileño convertido en verdadero lupanar en donde se concentran mujeres de Europa Oriental, sobre todo rumanas con rostros inmaculados y africanas con piernas alargadas y cuerpos de tentación.
La carrera terminó con el rostro enjuto del señor ernesto y una sonrisa sarcástica de Aznar quien, de seguro, volvió a sentir en la piel las eternas pretensiones de los falsos conquistadores de nuestra nación. Desde luego, zedillo no tuvo que soportar de su mujer salvo los amagos de esquizofrenia, máxime cuando debía acompañar a su marido en las ceremonias oficiales, atendidos por el rutilante doctor Juan Ramón de la Fuente Muñiz, una eminencia en psicología y padre del personaje del mismo nombre, cuyo segundo apellido es Ramírez y a quien vuelven a sonarle en los oídos los cantos de sirenas sin tener conocimiento global de la geopolítica nacional. Fue así, por la cercanía de su padre con los zedillo, como trazó su carrera “política” el junior hasta ser designado secretario de Salud en el régimen deplorable del “gran simulador”; de allí pasó a la Rectoría de la UNAM en un juego de espejos que evidencian la ausencia de autonomía de esta institución.
Sigamos la secuencia: Nilda Patricia Velasco de Zedillo, enferma, ni siquiera se planteó la posibilidad de ser sucesora de su esposo; y las otras mujeres de ex mandatarios priístas tampoco, ni siquiera la muy inquieta y activa María Esther Zuno Arce, consorte de echeverría, quien siempre aseguró que su marido debía ser reconocido como una especie de “Alan García” (Pérez), el dos veces presidente peruano quien salió por la puerta chica en su primera encomienda y en la segunda tuvo un desempeño gris sin poderse despojar de sus vestiduras populistas e inciertas.
La llegada del panismo entronizó a las mujeres de los mandatarios. El casamiento civil de fox con martita sahagún, ávida de poder, significó el primer gran esfuerzo de una “primera dama” para reemplazar al marido mudándose tan sólo al otro lado del lecho presidencial, allí donde descansan los teléfonos y el poder. Muchos creyeron que, al término de la gestión de fox, la señora en cuestión trataría de encaramarse al PAN para lograr su postulación con todos los parabienes de la militancia y no fue así. El entonces dirigente nacional del partido, Manuel Espino Barrientos, hoy expulsado del PAN, se negó de manera terminante a dar curso a semejante pretensión de vicente, el de las botas, y frenó toda ambición de su señora. El disgusto fue enorme, pero martita asimiló el golpe para mantenerse en la raya de los ex presidentes manejando a su marido como un títere sin carácter.
Luego, durante la campaña presidencial de calderón, siempre resentido con su predecesor, llegó a expresar que entre Nilda Patricia, apocada y encerrada, y la locuaz marta, incapaz de estarse quieta salvo a la hora de las sesiones fotográficas, prefería un estilo más cercano a la primera que a la segunda para el desempeño de la “primera dama”, un antidemocrático señalamiento que podría volverse conflictivo si una mujer ocupase, como estoy seguro sucederá algún día no necesariamente en 2018, la Presidencia de la República. Con ello, calderón comenzaba su tarea de colocar a fox en el basurero para exaltarse él mismo sin medir hasta donde podría caer desde la nube en donde andaba.
Es una enorme mentira que calderón fue un presidente responsable y digno; no puede calificarse así a quien elevó las dosis de la violencia por perseguir supuestamente a los cárteles y ahora se pasea por los terrenos de éstos sin el menor agobio, sabedor de que los “narcos” suelen tener más palabra que los atildados miembros de la clase política. Basta lo anterior, amén de su entreguismo notorio a los Estados Unidos –al estilo de su gran mentor, zedillo-, para descalificar cualquier intento de exaltarlo mediante comparaciones fútiles con el actual representante del Estado, el señor peña quien, al parecer, ya ha perdido todos los controles a favor de un triunvirato formado por luis videgaray caso, Aurelio Nuño Mayer y Salvador Cienfuegos Zepeda. Se admiten oraciones a cambio de jaculatorias para el Paraíso de la burocracia, una extraordinaria zona de confort.
Por eso, en el arranque del sexenio calderonista, nos simpatizó Margarita, su esposa, por no estar bajo las candilejas sino alejada de ellas por decisión propia. Consideramos que era, sin duda, el mejor capital político del usurpador. No fue así porque, a medida que avanzaba el periodo calderonista, la insolencia alcohólica de su marido le acusaba afrentas sin límites –golpes incluso-, hasta que ella decidió marcharse, varias veces por la recurrencia de los males incontrolables de su esposo y sus apetencias sexuales tan reprimidas cuando, como católico fervoroso, cursó los estudios superiores y no se atrevía a tocar a alguna de sus compañeros hasta que se convirtió en un pecador más, llorando por ello durante semanas en una convulsa depresión.
La Margarita no es la misma, se torna del amarillo –un color poco apreciado por los panistas-, al rojo de la sangre y el sufrimiento –tampoco identificado con el “azul del manto de la Virgen” característico de sus correligionarios-, que fue al principio, en 2005 y 2006, de un régimen frustrante y rebosante de cobardías. La de hoy toma distancia, cuanto puede, del desastroso legado de su marido –lo contrario a cuanto se propuso marta quien se dijo continuadora del programa de fox sin que nadie supiera definir cuál era-, para no hundirse junto con el mismo en los escenarios del juicio histórico. Ya ven cómo le fue a la infeliz Luisa María, “La Cocoíta”, aplastada en Michoacán por segunda vez aduciéndose que la imagen de su hermanito, felipe el torpe, le había hecho no sólo sombra sino un daño irreparable.

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