Opinión
Desafío
Por Rafael Loret de Mola
21/05/2018
*El Tramo Final
*Contra la Pared
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Luego del segundo debate, con el mismo corte del primero lo cual revela que, en un mes, no se han dado cambios sustantivos en cuanto a la carrera presidencial-, tenemos la sensación de estar inertes, acaso impotentes, ante la escalada de la demagogia, los criterios ambiguos y la pobreza interior para hacer frente al mayor poder de todos los tiempos, los Estados Unidos, que en la era del anaranjado Trump nos ha puesto en jaque no sólo por la insensibilidad del jefe de la Casa Blanca sino por la desdeñosa visión sobre nuestro país por la xenofobia que inunda, cada día más, a un mayor número de estadounidenses.
No puedo visualizar un encuentro en la oficina oval entre el “pato” Donald Trump y el “peje” –que no es lagarto como ha repetido un millón de veces- López Obrador. ¿Sería capaz Andrés de devolver el saludo al ocupante del célebre despacho luego de escuchar sus repetitivas consignas contra su socio del sur, su abominación personal y su manifiesto deseo de dominarnos. Tal podría ocurrir luego del primer de julio y antes del primero de diciembre puesto que, por antigua tradición, el presidente electo visita Washington antes de tomar posesión de su elevado cargo. Y, en cada sexenio, se han dejado jirones de dignidad por las aceras de la pomposa Avenida Pensilvania.
Lo anterior, claro, si Andrés, al fin, logra una victoria contundente como la que ya anuncian los observadores del exterior. En el diario español “El País” –aunque tenga una versión mexicana con notas europeas-, se otorga al tabasqueño, en su tercera intentona y sexta desde la fundación del PRD en la que él participó apoyando tres veces también al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas-, se concede una ventaja a Andrés irreversible con poco más del 34 por ciento de los sufragios potenciales y un 85 por ciento de posibilidades de ganar los comicios federales lo que deja muy poco a la imaginación y a las especulaciones a través de encuestas enfermas.
El verdadero riesgo sería, sin duda, pretender un fraude que daría pie a una declaración de estado fallido por parte de las potencias universales y, por ende, daría pretexto al señor Trump para frotarse las manos ante el posibilidad de adueñarse de un territorio aún rico en petróleo y minería como demuestra la avidez de las multinacionales de los Estados Unidos, Canadá, España e Inglaterra, sobre todo. La presa es muy valiosa y nadie quiere soltarla, mucho menos cuando se prevén nuevas crisis mundiales, por los devaneos de Wall Street, sobre todo, y la belicosidad creciente de los norteamericanos que amplían las ventas de armas –con la intermediación de mexicanos traidores-, para asegurar el éxito de la industria. Tal es el meollo de la violencia en el mundo y ya es hora de dejar las ingenuidades en otro sitio.
El primero de julio, nada menos, estará en juego la viabilidad de la nación como tal; y sólo un mandatario fuerte, sólido y brillante en cuanto a sus cálculos de futuro, podrá lidiar con ello. ¿Lo apreciamos ahora mismo? Algunos dirán que sí; no la mayoría silente que todavía se debate entre votar y no hacerlo, hastiado de las muestras intolerantes del establishment.
La Anécdota
Quienes ya están contra la pared, perdidas casi todas las oportunidades, es decir Ricardo Anaya y José Antonio Meade, no encuentran la ruta para llegar, sin asfixia total, a las elecciones de julio; faltan apenas cinco semanas y así como Roma no se construyó en un día, un liderazgo no se inventa en cuarenta días… salvo si se deciden a ayunar como lo hizo el maestro de Judea, venciendo a las tentaciones de Satanás.
En este momento, no se observa por dónde puedan atravesar el muro de Andrés aunque, debe decirse, éste no está cerca de conquistar la ansiada mayoría absoluta –más del cincuenta por ciento-, y en el mejor de los casos deberá enfrentar una oposición que, en conjunto, sumará al sesenta por ciento de mexicanos, rabiosos y dispuestos a golpearle a la menor oportunidad.
La impaciencia de todos es tanta que al mes de ejercicio presidencial, esto es en el amanecer de 2019, no faltarán quienes exijan resultados de una vez; y esta será la primera hoguera encendida.
Y, en cada sexenio, se han dejado jirones de dignidad por las aceras de la pomposa Avenida Pensilvania.