Rafael Loret de Mola
16/04/2018
• La Prisión en Campaña
• Encuestas Veleidosas
Siete ex gobernadores están presos, seis son miembros del PRI cuya dirigencia ahora sí exige castigos ejemplares para lavar sus manos al estilo más puro de Poncio Pilatos, y uno perteneciente al PAN y sin que hubiese nadie de su partido en asumir la defensa; mucho menos, claro, el corrupto Diego Fernández. En cada caso, la sociedad se ha mostrado insatisfecha porque se alega que no basta con la coerción penal sino se exige la reparación de los daños cometidos en contra de los intereses del colectivo; al respecto, las autoridades hacen mutis como lo han hecho siempre respecto a los bienes incautados a los capos de la mafia. Sencillamente se los quedan y reparten.
Hay otros ex gobernadores que fueron aprehendidos, en su momento, y quienes purgaron penas de más de un año: Israel Nogueda Otero, de Guerrero, Pablo Salazar Mendiguchía, de Chiapas y Dante Delgado Rannauro, de Veracruz. Estos, con infinidad de artilugios, salieron libres y negociaron abiertamente su silencio como sucedió con el último mencionado quien, de plano, apreció tanto su libertad que terminó fundando el partido Convergencia convertido hoy en Movimiento Social para hacerle sombra al Movimiento de Regeneración Nacional, MORENA, la novia de Andrés Manuel. Y el chiapaneco Salazar, el burlesco, vuelve a las andadas y elude órdenes de aprehensión contra él –por el asesinato de catorce niños en Comitán, si bien las víctimas sobrepasaron el medio centenar-, para seguir agitando las aguas con las sectas protestantes antinacionales adheridas a él; por cierto, este personaje, fue aliancista, en su momento, y actualmente está entregado a López Obrador y es el único en su género.
Desde luego, la captura de Javier Duarte de Ochoa, en Guatemala en donde igualmente se localizó –la primera vez- a Joaquín “El Chapo” Guzmán, fue algo así como la cereza del pastel y no pocos priístas con mentes pequeñas consideraron que con ello se vindicaba a su partido para dar la cara en las contiendas electorales por venir. Cabe una gran carcajada por la simplicidad del razonamiento, sobre todo porque ya no es tan sencillo la manipulación del colectivo. Luego seguirían Roberto Borge Angulo, de Quintana Roo, Tomás Yarrington y Eugenio Hernández Flores, de Tamaulipas.
Sin duda, el daño mayor lo recibirá el PRI al constatarse, primero, que fueron las policías internacionales las que intervinieron en los operativos contra el tamaulipeco Tomás Yarrington y el veracruzano Javier Duarte, y no los elementos de la Procuraduría General como falsamente se extendió para saludar con sombrero ajeno. Es curioso: a varios ex mandatarios más –digamos César Duarte Jáquez, de Chihuahua, y hasta los “candidatos” Humberto y Rubén Moreira Valdés, de Coahuila-, se les persigue con más ahínco y con procesos cimentados en los Estados Unidos. De allí los temores crecientes entre la clase política mexicana si bien los montajes se han realizado con todas las de la ley, tratando de impresionar a los mexicanos. ¡Los operadores se van a llevar severas sorpresas ante los escrutinios!
La Anécdota
De las ocho gubernaturas en disputa, en cinco lleva la delantera MORENA, a saber: Veracruz, Chiapas, Morelos, Tabasco y Puebla; en dos, domina el PAN, Guanajuato y Yucatán y otra más, Jalisco, parece estar destinada al Movimiento Ciudadano. En la Ciudad de México, la disputa entre MORENA y el PRD parece cerrarse a favor de la primera opción.
Es interesante puntualizar que los momios comienzan a trastocarse en, cuando menos, tres entidades. En Yucatán se concede ligera ventaja al PRI –con la carcajada de los yucatecos hastiados de la herencia caciquil con la ladrona Ivonne Ortega y sus títeres-, cuando no hay quien dude de la ventaja del PAN; y algo similar ocurre en los latifundios políticos de Veracruz –Yuneslandia- y Puebla, en donde el PAN sólo podría ganar metiéndose en las cajas sorpresas del priismo para continuar con las andanadas fraudulentas.
La fragua de los fraudes estatales es tan burda que salpica la inteligencia del colectivo; no parece haber opción para el PRI ante la nula aceptación de su candidato no militante y los votos de castigo acumulados por el peñismo. Las monedas ya están en el aire y caerán de cara, condenando a la satrapía.