Opinión


Desafío


 *USA quiere Caos
*Dos Antecedentes

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4/04/2018 – ¿Cuál es el fondo de los intereses actuales del gobierno de Washington sobre nuestro país? ¿Reducir a cenizas la imagen presidencial para justificar una rectoría desde el Capitolio? ¿Provocar el caos social –indocumentados de por medio- para así tener el boleto de acceso a México considerado “estado fallido”? A estas coyunturas nos está llevando, sin remedio, el mandato de enrique peña nieto y sus enfermedades correosas: la política que lo ciega ante la realidad lacerante, y la física que le carcome por dentro sin valorarse del todo hasta donde es trágica su situación.
Por allí leí, en tono irónico, mencionar el estado de salud de Andrés Manuel López Obrador quien sufrió un infarto el 4 de diciembre de 2013 que lo mantuvo fuera de circulación en los días claves de la aprobación repulsiva de la reforma energética peñista. De esto, claro, él no tuvo la culpa pero sí elevó la sospecha sobre la secuela de enfermedades –cánceres e infartos- que suelen azotar a los líderes latinoamericanos que se convierten en incómodos para el gran gigante universal.
Desde el nosocomio –Médica Sur, nada barato, por lo que se le cuestionó porque quizá algunos esbirros adversarios pretendían su muerte en casa, sin atención de excelencia como merece un dirigente de su nivel aunque sea contrario al peñismo y a la derecha-, cometió, sin embargo, un error: enviar a su hijo a sustituirlo en las tareas de liderazgo lo cual fue rechazado aun guardando las formas para no alterar al enfermo. Y todo esto, el mal físico y el nepotismo al que tanto se opone cuando se trata de otros, dejó a su MORENA en estado de indefensión ante el acoso de los serviles avaladores de la siniestra reforma. Poco a poco, la convocatoria se redujo y sólo hasta meses después, con Andrés de nuevo en la calle, volvió a su antigua solidez aun cuando pasara enormes dificultades para cumplir los requisitos –asambleas y militantes-, impuestos por el Instituto Nacional Electoral –INE, antes IFE, por el cambio brillante de sigla seguramente para determinar una parodia similar a las modificaciones priístas desde el PNR-, para el registro de partidos. Con todos los obstáculos, logró convertir a su “regeneración nacional” en un organismo dispuesto a la participación cívica.
Debate
Subrayo en este punto dos momentos coyunturales:
1.- En 1988 tras el artero fraude contra el Frente Democrático Nacional, el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, el político más congruente que he conocido desde mi trinchera periodística con una sola excepción, optó por la fundación de un partido y no, como sugería Porfirio Muñoz Ledo –quien me dijo haber recordado, en ese momento, la indecisión de Hidalgo en el Monte de las Cruces que, al final de cuentas, alargó la lucha insurgente a costa de perder a sus caudillos, incluyendo al cura de Dolores-, encabezar una toma de Palacio Nacional cuyos resultados hubiesen sido sangrientos, incalculables.
Casi siempre, la amnesia colectiva se impone para alejarse de este relámpago de la historia que evitó, sin duda, una guerra civil, apenas unos años antes del final de la centuria pasada. Y fue, por supuesto, un rasgo de dignidad y patriotismo poco estimado en quienes segregan a la izquierda y le temen porque aseveran que si llegase al poder pondría en riesgo los intereses oligarcas, lo que no sucedió en España –cuando arribó Felipe González Márquez a la presidencia del Gobierno, apenas unos años después de la muerte del sátrapa Franco en noviembre de 1975-, ni en Brasil, a la llegada de Lula da Silva, entre otros muchos casos. No hay lugares comunes en materia de política cuando los revulsivos llegan.
2.- Tras el descocado juicio de procedencia contra Andrés Manuel en abril de 2005, tal no impidió su postulación como candidato presidencial ni el hecho de que cayera en la trampa de las encuestas para hacerlo parecer como un farsante que elogiaba el ejercicio, cuando iba arriba, y lo repelía cuando supuestamente fue alcanzado. Todo fue parte de la parodia y no tengo duda de que el fraude convirtió a felipe calderón en un usurpador barato en el nivel de victoriano huerta y carlos salinas.
Pese a ello, sin reconocer legitimidad alguna en calderón ni tampoco en peña –en este caso por el dispendio descarado de bonos y despensas-, no ha llamado a la sublevación ni a la parálisis; si bien intolerante con la crítica, la inducida pero también la constructiva –como lo he señalado con una catarata de improperios por ello-, y sus adversarios –que se parten por mitad con quienes simpatizan con él siendo algunos incondicionales y adoradores-, optó por construir un nuevo partido porque no toleró no ser el centro del PRD ante los contrapesos de otros dirigentes, algunos de ellos de mayor calado socialista desde sus inicios y sin bases priístas de por medio pero sin el carisma ni el poder de convocatoria del tabasqueño.

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