Rafael Loret de Mola
28/02/18
*El Agio Político
*Los Certificados
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La guerra sucia tiene varias vertientes. Una de ellas es la mexicana por la cual los aguerridos aspirantes se inventan el agio político, esto es la manipulación real de los valores, para saltarse los temas inquietantes –narcotráfico, violencia, corrupción, robos de multinacionales, asfixia de las paraestatales y, sobre todo, una absurda negligencia que causa, a cada rato, dramas mayores, como la caída del “halcón negro mexicano” sobre los damnificados de Santiago Jamiltepec, Oaxaca.
Y, por supuesto, sólo se investiga aquello que la superioridad gubernamental desea mientras deja correr todo tipo de rumores, incluso contra su candidato el «no militante” del PRI, para supuestamente mantener bajo control un proceso electoral que se le ha salido de las manos: los partidos encontraron la manera de mantener la campaña cuando debían esperar al 31 de marzo. No ha sido así con las múltiples convenciones, arengas en pro de los candidatos al ser designados como tales por cada uno de los institutos de las tres alianzas del diablo –todas están contaminadas por la incongruencia-, y la escasa pulcritud moral de las dirigencias partidistas –todas-.
Los números van y vienen pero se quedan… por un tiempo. La estrategia mejor de los señalados es callar o desviar los temas hacia escenarios ya superados, según los mismos, sin que la procuraduría general, tan manoseada e infiltrada, hace la vista gorda hasta cuando un aspirante presidencial, por sus fueros, lanza un armisticio y ordena la extradición a México de quien está señalado por desfalcar a los mineros con 55 millones ¡de dólares! No se miden, claro, las reacciones de quienes han sido engañados también por el nauseabundo Grupo México del criminal Germán Larrea.
Sucede otro tanto con las triangulaciones millonarias de Ricardo Anaya y sus familiares cercanos para acrecentar por cien el capital original gregario. Es casi seguro que las jornadas actuales le reditúen aún más, mientras el miserable y ladrón calderón, quien debiera ser juzgado por multihomicida, a través de su títere Ernesto Cordero, se deslinda del panista con tal de llegar a la ignominia de apoyar a su mujer a quien tanto golpeó durante su gestión. Hipocresía pura.
Y, bueno, José Antonio Meade, quien se dice íntegro, no explica ni quiere, más bien evade el tema, el escándalo de la “estafa maestra” que posibilitó el desvío de ¡mil trescientos millones de pesos! desde la SEDESOL bajo la titularidad de Rosario Robles Berlanga, la traidora, quien trepó al equipo de peña luego de haber dirigido al PRD. Grotesco; además, no olvidemos la manera en que se prorratearon las participaciones estatales con un criterio centralista abyecto, desde la Secretaría de Hacienda bajo el mandato real del nefasto Luis Videgaray, el padrino de Meade.
Si, por decir esto, me dicen que conjuro contra las elecciones, les responderé que ese sector de la sociedad empecinada, pese a los vientos de fraude que surgen del INE y el TRIFE, está más bien empinada por el continuismo y el establishment.
La Anécdota
Por supuesto, la reforma necesaria tiene que ver con la salud, la mental y la física, de quienes aspiran a cargos de elevada jerarquía, desde los diputados hasta el presidente de la República, pasando por los gobiernos estatales. Si se hubieran divulgado las secuelas mentales que dejó en salinas el homicidio de su servidora doméstica, Manuela, acaso nos hubiéramos ahorrado el abismo del neoliberalismo y la barbarie de 1993 y 1994. Léase “Un Asesino en Palacio” de José Luis González Meza… si lo encuentran.
Fue, entonces, cuando debió implementarse, como norma estricta, los exámenes sobre el buen estado físico y mental de los aspirantes para evitarnos las desviaciones que sufren quienes, abanderados ya, creen, de firme, ser los salvadores de la patria desde tres coaliciones absurdas, entre la izquierda y la derecha radicales, con las emboscadas de los mal nacidos que se empeñan en seguir asidos al poder presidencial aunque el juicio de la historia los manche, para siempre, junto a sus descendencias.
Dicen que México es así; ¿para cuándo seremos capaces de voltear este estigma que nos asfixia?
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