Rafael Loret de Mola
14/02/18
*Mensajes Cifrados
*¡Al fin, Norberto!
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AMLO –siglas que nunca utiliza este columnista-, no es precisamente AMOR. Para algunos, tabasqueños sobre todo, el nombre del icono de la izquierda es Manuel Andrés lo que le convertiría en MALO. Un viejo truco de zorros mal educados que aprovechan las campañas para hacer saltar los chapulines del odio y el rencor. Y Andrés, el último líder natural de México, cuando menos hasta hoy cuando comienzan a verse personajes como los jaliscienses Enrique Alfaro y Pedro Kumamoto, no deja de responder a las ofensas y críticas de cuantos lo cuestionan; alguna vez, pese a que lo he defendido en no pocas ocasiones y cuestionado en otras tanto, me tocó a mí.
Los tiempos cambian pero es muy difícil que las condiciones de cada ser humano se transformen de modo drástico, de un extremo al otro; por eso dudo tanto de aquellos que dejan una camiseta de la derecha y se ponen, sin rubor, la de la izquierda o viceversa; o, peor, convierten a la indefinición, como lo hace José Antonio Meade, en lábaro de propaganda proselitista. Y lo mismo sucede con Ricardo Anaya Cortés cuyo recio apoyo al peñismo –sobre todo a la hora de las reformas truculentas-, y al propio Meade ahora se observan como meras cortesías porque llegó la hora de zafarse del pasado ante la abrumadora montaña de estulticias que asfixia al mandatario cuya ceguera es tal que presume por haber realizado obras “fantasmas” y exige a todos los postulantes, a la Presidencia y otros cargos, que las reconozcan… si las encuentran, claro.
Las lisonjas al primer mandatario, sencillamente, se acabaron salvo entre los muy cercanos esbirros al mismo; incluso el reverencial “señor” parece anulado por un frío “presidente”, hasta dentro del gabinete para no dar la apariencia de un comportamiento servil aunque lo sea. Y algunas veces, pocas, salen los espolones y se le recuerda… lo contrario del amor que pinta la efeméride de hoy, el “agosto” de los hoteles de paso y moteles sobre salidas de carreteras muy conocidas, sobre todo en la proverbial conservadora Guanajuato.
Por allí habitan los herederos de las falsas monarquías mexicanas y los liberales que dieron cauce a la Independencia desde Dolores, donde se juntan, en un mismo templo, el fervor religioso, la historia y los ritos políticos más arraigados durante los días del “Grito” en aquellas épocas cuando los presidentes no tenían tanto miedo.
Las campanas de la insurrección ya no tocan a batalla sino a duelo en el México reventado por las encuestas y los tantos mentirosos, como el grotesco catalán Antonio Solá Recquer, inventor del “peligro para México” y el “riesgo para España” en sendas campañas de calderón y el franquista Mariano Rajoy Brey. El sujeto ese, millonario por ser “hacedor de presidentes” como dice el “eslogan” de su empresa, ahora clama porque lo contrate Andrés en la cúspide de las incongruencias vergonzosas. Y ya dice que el tabasqueño será el ganador… si lo toma como publicista.
La Cataluña que no es capaz de definir su futuro, ha levantado las velas de sus carabelas.
La Anécdota
Ya se jubiló el Cardenal Norberto Rivera Carrera y, además, por cuestiones de edad también, no podrá ser miembro del Cónclave cuando se produzca el fin del Papa Francisco o bien si opta éste por el retiro. Al rato los ex pueden volverse una congregación.
La cuestión es si nos atreveríamos a hacer una encuesta sobre si debe o no ser investigado el alto prelado por los múltiples indicios de su larga trayectoria como encubridor de pederastas y el acaparamiento de bienes aun cuando se presente como “humilde siervo” del Señor, entre ellos su indiscutible participación, como socio o accionista, en la Escuela Enrique Rébsamen, colapsada en septiembre pasado con treinta y siete niños bajo los escombros, muertos.
Un drama de esta naturaleza no puede tener perdón divino ni, mucho menos, de la justicia terrenal.