Rafael Loret de Mola
04/01/18
*PESIMISMO O PROPÓSITOS
*ASÍ OPERAN LOS LADRONES
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Pocas veces, por no decir ninguno, el inicio de un
nuevo año había sido tan pesimista como el actual. De acuerdo
a lo observado fueron más las familias confundidas sobre qué esperar a lo largo de los próximos doce meses sobre todo por el pesimismo financiero, la confusión y el temor electoral y la seguridad de que nuestro superior gobierno no parece preparado para superar los inevitables golpes del exterior. Nada puede hacerse, desde aquí, para frenar la caída del peso frente al dólar ni la del petróleo cuyos precios son regulados por el mercado internacional, incluyendo a los esquiroles del Medio Oriente dispuestos a vender millones de barriles ofertándolos como en un mercado invernal.
Estos factores, sin duda, marcarán los derroteros de las semanas y meses por venir y para los cuales los sabios economistas no están preparados ni fueron previsores. Prefirieron discursar sobre el optimismo basado en la grandeza del país y n sobre el alud que se precipita, sin remedio, sobre una endeble economía que ya ni siquiera puede decirse resistente con las reservas internacionales del Banco de México despegando… hacia abajo. Pareciera cosa del demonio y, en ocasiones, percibo que estamos en tiempos de males provocados oficiosamente por los engendros de la política partidista tan desprestigiada.
No sé cuántas veces cité en el ciclo anual pasado la fusión perversa del presidencialismo asfixiante y la partidocracia chantajista, para muchos la nueva forma de hacer política aun cuando con ello se deje a los gobernados en estado de indefensión frente a los repetidos y permanentes abusos de la clase político resumidos en dos palabras: corrupción e impunidad. A mayor desvergüenza de quienes integran la cúpula suele darse, sin remedio, una escalada hacia el caos. Y esto es exactamente lo que ha venido ocurriendo.
Durante las últimas semanas, en diversas entidades del país –Sinaloa, Morelos, Michoacán, Nayarit, Tamaulipas, Veracruz, Quintana Roo, Zacatecas, entre otras-, la multiplicación de la violencia fue como un avance de cuanto puede esperarse para las jornadas venideras en ausencia de controles, no sólo de los grupos armados del Estado sino incluso de los gobernadores y del mando federal. Mientras los legisladores se animan a debatir sobre el uso de la marihuana –situación que tiene feliz a los señores fox de ingrata memoria-, las mafias de narcotraficantes presionan acaso buscando aliados, con réditos enormes y dentro de las instituciones –desde la Presidencia hacia abajo-, para que no los tomen desprevenidos antes de responder con sus pertrechos, superiores en apariencia a los de las fuerzas armadas. El riesgo es alto considerando que la mayor parte de los mandatarios estatales han sido tocados por los capos y cooptados por ellos. Si me piden ejemplos, señalaré hacia todo el litoral del Golfo y los estados fronterizos. También hacia la costa del Pacífico.
Queda poco territorio por disputar bajo el flagelo de ocho cárteles con enorme ferocidad y gran capacidad de despliegue y operatividad. La guerra no es cualquier cosa y apenas estamos conociendo su rostro más perverso con el derribo de helicópteros y asaltos múltiples en las carreteras para dañar con ello a los viajeros comunes y evitar que salgan al campo de guerra por ellos trazado con los mexicanos y el país convertidos en rehenes. De allí que la incertidumbre haya saltado al plano del temor colectivo que deviene, sin duda, del horror de nuevas matanzas, cuidadosamente presentadas para evitar escándalos públicos, distribuidas por gran parte del suelo patrio.
La Anécdota
Por cierto, uno de los más allegados a Patricio y muy cercano amigo mío, me demostró, con testigos y hechos irrefutables, la manera como medraron el PRI y sus socios, entre ellos el execrable Mario Menéndez, director de un pasquín en donde difama a todos cuantos no están en el círculo rojo de la ignominia, y emilio gamboa patrón, primo de Patricio, con los damnificados del ciclón Isidoro hace unos años: los enfermos de poder se conjuraron para difundir que los víveres enviados –que no había llegado el primer día- habían sido secuestrados por órdenes superiores para ocasionar con ello una revuelta, el saqueo de varios palacios municipales, tratando de provocar un incendio político global, con muertos incluidos, para lograr la caída del panista a quien tampoco defiendo. Sólo que en este caso la infamia tuvo nombres de tricolores miserables y de un mercenario de la letra impresa a quien, ahora, no se le cobra ni por la energía eléctrica, el agua o el predial.
El tal sujeto, Menéndez, se ha dado el lujo de fincar cuotas a los ricos del sureste –los Ponce le entregan setecientos mil pesos al mes-, para sostener su aventura periodística cuyo éxito estriba en la permanente difamación de quienes están al otro lado de su propia frontera y bajo dos reglas sustantivas: defender a Zapata Bello a capa y espada mientras simula sus intenciones golpeando al también priísta enrique peña nieto. Tiene la seguridad de que, aún si alguien lo lee en Los Pinos, no será tocado en su feudo por los bajos intereses a los que cuida y representa… los de la nueva “casta divina” resucitada, en su último mandato –sumó diez en el ejercicio del Ejecutivo-, para convertirse en el cómplice número uno de la misma a costa de “quitarles un pelo” como asegura el propio individuo, ex guerrillero por cierto y negociante de altos vuelos. Conozco a perfección sus andares, antes y después de convertirse en sicario del periodismo.