Opinión
Desafío
Rafael Loret de Mola
15/11/17
*Sin Favoritos
*Firma Volátil
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En reciente encuesta, Rafael Moreno Valle supera con 23 puntos a Ricardo Anaya en el espectro general sobre una posible disputa en el PAN; y entre sólo panistas, el mismo sujeto, el autoritario poblano y empresario de pocas pulgas, va por arriba por 19 puntos. Pero si nos asomamos al llamado Frente Ciudadano, formado por el PAN, el PRD y MC, quien toma la delantera es Miguel Ángel Mancera con tres puntos de más -39 contra 36-, sobre Moreno dejando en tercera posición a Anaya con únicamente el 24.5 por ciento.
La lectura que más llama la atención es la del PRI. Resulta que a nivel general quien lleva la delantera es ¡el doctor José Narro Robles! –quien tendría setenta años al acceder el poder, rompiendo así el récord de mayor edad que poseía, nada menos, Adolfo Ruiz Cortines, quien contaba con apenas 63 años cuando llegó al poder y ya la llemaban “el viejo”-. Pese a ello, cuando se pregunta sólo a los priistas sobre el particular, José Antonio Meade se coloca al frente con 50.9 por ciento de las intenciones, una mínima mayoría absoluta, por 32.5 de Miguel Ángel Osorio y 7.7 del doctor Narro. Una diferencia abismal que sugiere que, al exterior del partido en el poder, se inclinan por quienes parecen los menos “políticos” –primero el doctor, acaso por sus raíces pumas, y después Meade quien no es militante del partido sino sólo simpatizante, lo que ya permite el reglamento interno-. Es clara, por tanto, la repulsión al partido en el poder.
Otra evidencia interesante tiene que ver con Andrés y su Morena situados, ante diversas posibilidades y en todas ellas, en el primer lugar de las preferencias generales con un porcentaje que va entre el 34 y el 36 por ciento –éste último en el improbable caso de que compitiera con Enriquito de la Madrid, como la cereza del nepotismo y apoyado por la amnesia de los mexicanos-. De cualquier manera, cuando menos, esta lectura nos lleva a concluir que entre el 64 y el 66 por ciento de los presuntos electores, además de los abstencionistas cansados de entuertos –se vale-, estaría en su contra ferozmente, como hemos medido, ante sus también rabiosos incondicionales.
El peligro no es el candidato ni quien será el ganador sino la división profunda entre los sufragantes mexicanos quienes están en un verdadero atolladero y podrían resultar fácilmente manipulables para beneficio de quienes mueven los hilos de los títeres desde la Casa Blanca.
La Anécdota
El domingo pasado, en el espacio de comida rápida de un centro comercial muy concurrido, una pareja se me acercó, tímidamente, y me preguntó casi como un susurro:
«¿Podría firmar para apoyar la candidatura de Margarita Zavala?»
Estupefacto, inquirí de nuevo por la interrogante y respondí:
«Con perdón de ustedes, por ningún motivo y bajo ninguna circunstancia».
Mi hijo menor, con quien estaba, me reprochó:
«¿Por qué no les dices que vayan a Hermosillo a preguntarle a los familiares de los bebés quemados?»
No quise hacerlo porque preferí observar, mientras almorzaba, cuántas personas aceptaban signar. Y, durante treinta y cinco minutos, sólo una quiso hacerlo… pero había olvidado su credencial del INE.
A este ritmo, claro está, ni con los dineros mal habidos de su consorte, podrá reunir las 860 mil firmas obligatorias.
Pobrecita, Margarita. ¿Podrá su marido bajarle una estrellita y poner a la linda mar y al viento a su disposición?