Rafael Loret de Mola
19/09/17
*Miradas al Norte
*Bacteria Política
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1981 fue el año de los intentos de magnicidios; no concluyeron como tales por efecto de la cercanía de los objetivos respecto a quienes dispararon contra dos personajes de enorme trascendencia: en marzo, a las afueras del Hotel Hilton en Washington, el presidente estadounidense, Ronald Reagan, fue víctima de los disparos de John Hincley Jr quien fue rápidamente contenido pero sin que pudieran evitarse seis detonaciones algunas de ellas sobre el mandatario; y en mayo, en el aniversario de la Virgen de Fátima, el Papa Juan Pablo II fue alcanzado, en pleno recorrido por la Plaza de San Pedro, por los tiros del extremista Mehmet Alí Agca, de nacionalidad turca y adiestrado por órdenes de la mafia rusa.
Los dos salieron bien librados de los atentados aun cuando las secuelas de las mismas posiblemente bajaron sus rendimientos y redujeron sus vidas aunque fueran prolongadas en sendos casos. De hecho, Reagan fue uno de los mandatarios de mayor edad al ocupar la presidencia del vecino país con setenta años cumplidos al tomar posesión del cargo. (Por cierto, ésta es la misma edad del perro rabioso Donald Trump, quien parece haberse crecido en los últimos días con cargo a la torpeza inconcebible de enrique peña nieto; hay quienes hablan de otra cosa, un conjura, pero preferimos alejarnos de comentarios muy escasamente corroborados aun cuando el ex secretario de Hacienda y actual Canciller, Luis Videgaray Caso, debiera responder a una indagatoria seria al respecto).
Volviendo a Washington, recientemente, el señor Trump, el personaje más aborrecido en México y quien fue invitado como candidato a escupir sobre Los Pinos en una decisión infortunada o perversa del gabinete peñista, acaba de inaugurar un hotel de súper lujo a cien metros de la Casa Blanca, al otro lado de la calle.
Con Reagan se dio un juego muy peligroso: a diferencia de su víctima, el enajenado Hinckley, quien disparó para llamar la atención de Jodie Foster, al sentirse despreciado por ella luego de escribirle cientos de cartas, sobrevive hasta hoy y acaba de recuperar su vida luego de treinta y seis años tras las rejas. Salió de la prisión el sábado 10 de septiembre de 2016, con escaso ruido, bajo el supuesto de estar rehabilitado. Los cuidadores de la señora Foster, ya veterana, debieran tomarlo en cuenta.
La Anécdota
Es oportuno mirar a los antecedentes cuando se sabe que no fue la señora Clinton la única en contraer una enfermedad preocupante, durante la campaña presidencial, sino también sucedió lo mismo con su séquito principal que cayó sin remedio en cama como si se hubiera cortado el aire con un cuchillo para aislar y detener la campaña de la dama. El hecho concreto es que seis de sus empleados de alto nivel fueron contagiados de inmediato, incluyendo a su jefe de campaña lo que eleva sospechas sobre un atentado bacterial en poder de sus enemigos -¿proveniente de Rusia?-; o de los republicanos exaltados –desde Trump a través de sus raíces-, dispuestos a todo con tal de asegurar vivienda –como si la necesitara con el gigantesco consorcio turístico puesto en marcha-, en la emblemática Casa Blanca. La verdad le resultaría más barato alquilar la alcoba de Lincoln, a disposición de quienes quieran pagar diez mil dólares por noche, que pretender meter al mundo en cintura alrededor de la suya, bastante gruesa como consecuencia de la abundancia culinaria mientras millones mueren de hambre en el mundo por su causa.
Si un mal físico es inducido con tanta facilidad, entonces tendríamos que abrir los expedientes sobre las secuelas cancerosas del venezolano Hugo Chávez Frías cuya muerte elevó los decibeles del rencor y alejó a su país de la democracia con un sucesor, Nicolás Maduro Moro, quien parece enemigo de su pueblo pero no deja de proveer petróleo a los Estados Unidos, cuyo gobierno se empeña en agotar las reservas de los demás para dominar al mundo, en cien años, con las propias. Un deplorable y largo imperio construido sobre la peor de las mentiras: un falso liderazgo del “mundo libre”, entendido éste como su área de influencia; los demás, todos, pueden irse al infierno… de Trump.