DESAFÍO

Rafael Loret de Mola

10/08/17

*Pretextos para Invadir
*Bestias por los Caminos

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En el juego de las grandes potencias universales, en lo militar debemos suponer que son Estados Unidos y Rusia, además de China –Corea del Norte busca el pódium por su parte en este renglón devastador-, las invasiones bajo el supuesto de preservar el “orden mundial” no son sino pretextos para dominar las reservas petroleras, las minas de oro y plata, y en general los recursos naturales y riquezas del subsuelo ajeno. Tener reserva de oro negó es, en realidad, un terrible riesgo para la supervivencia de las naciones emergentes o tremendamente explotadas al paso de las centurias.
Son, entre otros muchos, los casos de México, Venezuela y las naciones heridas del Medio Oriente cuyos sacrificios son in extremis mientras el mundo “civilizado”, esto es quienes supuestamente lo integran y defienden sus estatus de comodidades a costa de extender el hambre por los cinco continentes, mira hacia otra parte y limita su perspectiva acaso a la exposición universal de EPCOT, en el mundo de Disney, donde todo es tan “espectacular” como irreal.
Al descubrirse, y comprobarse, la mayor afrenta contra la democracia cometida en más de cien años en el mundo, esta es la intervención de los hackers rusos para modificar los guarismos electorales en Estados Unidos, supuestamente su mayor adversario, la lógica elemental señalaba hacia el desconocimiento de tales comicios, los del pasado noviembre de 2016, y la exigencia de realizar otros, más allá de cuánto podría acarrear el correctivo a los ojos de la comunidad universal.
Por experiencia, los grandes terremotos políticos dan cauce a un mejoramiento integral del sistema, del establishment. Así ha sucedido cuando, por ejemplo, han sido enjuiciados los presidentes de distintas naciones de Latinoamérica e incluso ejecutados por revueltas civiles incontrolables como en Rumanía a la caída de Nicolás Ceausescu en 1989, casi a la par con la caída del Muro de Berlín, menos resistente al del priismo que reconstruye los males sobre las propias cenizas: doce años le bastaron para un retorno que ahora nos indigna y llena de justificado rencor.
Ahora el juego de la guerra simulada, con las sanciones mutuas entre el poderoso vecino del norte y el gobierno de Moscú, donde cada día aumenta la fuerza de Vladimir Putin, nacido en la otrora Leningrado, hoy San Petesburgo, en 1952 –unas semanas antes que yo lo hiciera en mi querida Tampico-, no es sino un pacto soterrado para negociar, me temo, las invasiones que tienen en mente: algunas naciones de la antigua Unión Soviética o las que atraviesen el territorio asiático hasta el Mar Negro, rebosante de yacimientos, por el lado ruso, y Venezuela, claro, con la siempre infame intervención de los marines quienes ya tienen su avanzada instalada en nuestro México con un pequeño Guantánamo en las inmediaciones de Puebla. ¿Lo sabían, amables lectores?
La Anécdota
Quienes viajan por las noches los han visto. Manadas de leones por la sierra poblana, más delante de Tres Marías, incluso panteras y hasta algún tigre de Bengala. Todo ello, además, de algunos pumas a los que han visto deambular, en solitario, por Hidalgo y sus comarcas. Vamos, como si se hubiera trasplantado el hábitat africano y asiático a nuestro país. Lo de los osos avistados en Monterrey, por cierto, no es cosa nueva ante la cercana sierra de Arteaga en donde suelen refugiarse. Pero, ¿y lo demás?
Mucho me temo que la torpe medida de prohibir los circos con animales dio lugar acaso a la suelta de estas bestias por doquier o bien a su confinamiento mortal en parajes abandonados. No es ilógico que, en algunos casos, algunos “salvadores” de animales se dieran a la tarea de abrir las rejas sin medir los riesgos así como protegen, más allá de la razón, a los agresivos pitbulls que, como los perros salvajes o los dingos de Australia, predadores, que tiran por tierra la teoría de que genéticamente las mascotas como los mencionados, los doberman y hasta los pastores alemanes –mismos que servían para perseguir a quienes lograban salir de los campos de concentración nazis-, no son violentos sino así los hacen sus dueños. Sencillamente absurdo.

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