Desafío

Rafael Loret de Mola

09/08/17

*Toda la Furia
*Andrés Viaja

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La arbitrariedad del poder aumenta. En Hermosillo, la comunicadora Alejandra Alegría Alvarado, fue detenida, sin orden de aprehensión ni un solo papel para proceder contra ella, bajo los supuestos delitos de fraude y asociación delictuosa, obviamente prefabricados por el gobierno de Claudia Pavlovich, la hija putativa de Manlio Fabio Beltrones; y en Rosarito, un testigo afirmó que el asesinado colega Luciano Rivera Delgado fue víctima de una persecución y muerto de un solo tiro en la cabeza. Las versiones oficiales dicen otra cosa; los hechos son incontrovertibles.
¡Muera el mal gobierno! En México y en cada rincón del planeta en donde se acose a la libertad de expresión bajo supuestos de faltas prefabricadas o de escenarios montados a gusto de la clase gobernante intolerante. Sólo a partir de marzo, nueve colegas han sido asesinados –no ocho como sostienen algunos rotativos excluyendo a alguno por cuestiones gremiales de bajo monto-, sin que las indagatorias sean efectivas siquiera en los casos más escandalosos y publicitados, como el del escritor Javier Valdez cuyo libro “Narco periodismo” debiera ser de lectura obligatoria… y miren que no suele recomendar ningún texto, salvo los de mi autoría, sea por vanidad o por una pizca de egoísmo. Lo reconozco.
Debe apuntarse que, en esta materia, nuestro país está considerado entre las naciones con mayor índice de homicidios contra periodistas, por encima incluso de las naciones en guerra, con el superficial justificante de que las ejecuciones son consecuencia del clima de violencia generalizado o de los arrebatos criminales de los cárteles… infiltrados en la estructura gubernamental. Es evidente que caen quienes no sólo señalan a los “capos” sino, sobre todo, a los políticos relevantes que sirven a los primeros; éstos son los verdaderamente peligrosos.
La sorda barbarie, abanicada por una clase política inescrupulosa y criminal, es el síntoma más claro de la descomposición aguda de un sistema rebasado por una sociedad que clama justicia; digamos como Venezuela, en donde perdidas las proporciones, se encarcela a los opositores por expresarse contraviniendo acuerdos carcelarios sacados bajo torturas. Hay que subrayarlo: en todos los tiempos, en todas las regiones, a través de la historia, quienes se oponen y critican son subversivos por naturaleza al exigir cambios irreversibles que, por supuesto, exhiben a las tiranías y derrumban los mitos. A mí, lo digo con sinceridad, me causa enorme escozor observar cómo, en Venezuela, se colocan a la par las imágenes del inmenso Bolívar, el libertador, y de Hugo Chávez Frías, cuyos claroscuros se alejan infinitamente de la heroicidad y se acercan más a las de los dictadores de Latinoamérica.
Lo terrífico, para los mexicanos, es que el espejo de la hermana Venezuela, con los riesgos inminentes de una invasión, salpiquen el derrotero social y político cuando debemos dirimir el drama terrible de elegir entre varios suspirantes a quien nos parezca, otra vez, “el menos malo”, cerrados los cauces independientes, esto es sociales, y aplastados los liderazgos naturales.
La Anécdota
Al fin, diecisiete años después de convertirse en presidenciable al asumir la jefatura de gobierno del entonces Distrito Federal, Andrés comenzó a viajar, iniciando incursiones por los Estados Unidos y ahora, recientemente, buscando la foto con la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, y el mandatario de Ecuador, Lenín Moreno Garcés.
Hace más de tres lustros le dije a Andrés que sería imposible que fuera presidente:
–¿Por qué? –me preguntó, extrañado-.
–No hablas inglés, Andrés Manuel. Y este es un hándicap muy duro de remontar hoy en día.
–Bueno, ¿y qué puedo hacer? –insistió el aludido-.
–Tomar cursos intensivos, todos los días.
–Pero –replicó-, no tengo tiempo; me levanto a las cinco de la mañana.
–Pues tendrás que levantarte a las cuatro.
–¿Y por qué no lo haces tú? –me desafió-.
–Porque yo no me estoy postulando a la Presidencia… por ahora.

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