Rafael Loret de Mola
6/05/15
*¿A Quiénes Creemos?
*Vieja Tenochtitlan
*Los Coches son Armas
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Como cada uno de los programas sociales emprendidos por los distintos regímenes gubernamentales, pero más desde que a carlos salinas de Gortari se le “ocurrió” nombrar “Solidaridad” al acuerdo con los empresarios a quienes otorgaba concesiones con mínimos de riesgo emulando así al célebre sindicato polaco apoyado por Juan Pablo el Magno, han terminado por ser la cajita feliz de los hombres del poder empeñados en prodigarse –y perpetuarse- en el ejercicio de los cargos públicos así sea manipulando voluntades en cada jornada electoral. Como ahora, en este 2015, cuando se ha degradado a los postulantes al grado tal que en la recoja de figuras han logrado algunos partidos cooptar a los personajes más ridículos como el Jorobado de Nuestra Señora de América y la célebre “Corcholata”, la aventurera que tanta raja sacó al parodiar a las figuras políticas. Menuda gracia nos causa el engaño.
Es difícil, lo sé, conservar la congruencia a través de los años cuando es necesario cruzar los pantanos de la corrupción sin pretender ensuciarse las alas. Cada uno lleva sus pecados a cuestas –este columnista también- y sus penitencias si bien también se cumplan las penitencias. Por ejemplo, fui candidato de un partido en Yucatán sin representación alguna en la entidad, hice una campaña estatal y mordí el polvo en Mérida. Fue un error tan grande que sólo me redimí escribiendo la crónica de cuanto viví en esos meses: “Secretos de Campaña” –Grijalbo, 1991-, considerando, aunque me sintiera apabullado por dentro, que con ello superaba el tremendo bofetón de mis paisanos que, hasta hoy, sigo sin entenderlo. Nací en Tampico, para quien quiera recordarlo, pero toda mi familia es yucateca y mi padre solía repetirme, cuando me quería embromar con sus talentosos sarcasmos:
–Si los “gatos” nacen en China, ¿son chinos o son “gatos”?
Pese a ello, no sé por qué los aires norteños me vienen de maravilla pero cuando recorro la tierra entrañable del Mayab algo muy fuerte vibra dentro de mí. A lo mejor la sentencia es cierta y soy más “gato” que chino. Pero en Tamaulipas me percibo más chino que “gato”. Y allí la voy llevando en la ambigüedad que fustiga a muchas conciencias mexicanas que no se acomodan al estatus de la tranquilidad, la irrelevancia y la complicidad.
Por lo anterior, es evidente que la mayor parte de nuestros coterráneos sean susceptibles ante la manipulación mediática. Se erigen héroes a los futbolistas que pasan pronto, digamos de un Mundial a otro, y luego se pierden en calidad de comentaristas de televisión o radio. Se me antojan como aquellos políticos de relumbrón que desplazan a los diplomáticos de carrera de las embajadas claves cuando, de modo más que evidente, éstos saben bastante más de la geopolítica universal. ¿O pensaremos, por ejemplo, que uno de esos postulantes a diputados, “los hijos de…”, es decir los Juniors, sabrán sus funciones con más acreditaciones que los leales militantes de toda la vida? Tampoco comprendo a las “bases” por permitir estas afrentas, relegadas al mero papel de testigos intrascendentes, sólo listos para la insustituible tarea de aplaudir.
Hagamos varios ejercicios para intentar razonar sobre nuestras propias fobias que caen en la misma intolerancia acreditada por los dirigentes políticos.
A).- La secretaria de Desarrollo Social, la coahuilense Rosario Robles Berlanga, siguió instrucciones del mandatario federal, su jefe militante del PRI, luego de haber sido ella jefa del gobierno del Distrito Federal –cargo en el cual su actuación fue positiva- y presidenta nacional del PRD, dominante en la ciudad de México… cuando menos hasta el próximo 7 de junio cuando se enfrentarán sus postulantes al destino inescrutable de un instituto desmantelado.
Su antiguo compañero de partido, Alejandro Encinas Rodríguez, al igual que decenas de diputados de la misma filiación perredista, señalaron a su ex presidenta como “mapache” al servicio del PRI; esto es, a través del supuesto programa social –que en nada ha solucionado el hambre de los marginados-, se implementa una red de votantes cautivos dispuestos a ofertar su voluntad política, y la de los suyos ausentes –en la “pizca” agraria en el sur estadounidense-, por unos cuantos pesos. Así funcionan, desde hace varios lustros, estos laboratorios que se benefician precisamente del hambre para negociar con las conciencias de quienes necesitan sobrevivir, primero, para luego, mucho después, pensar sobre la manipulación sufrida, aunque vayan madurando lentamente.
¿A quién de los dos le creen: a Robles o a Encinas? Piensen libres de cualquier prejuicio arraigado por sus personales experiencias y concéntrense en el caso. Y verán la luz con mayor claridad.
B).- Miguel Ángel Mancera Espinosa –el segundo apellido tiene reminiscencias en la capital del país tremendamente desgastantes-, dio cauce a lo que hace mucho tiempo flotaba en el ambiente: la posibilidad de erigir en entidad autónoma a la Ciudad de México, pasando por encima de los considerandos para mantener el Distrito Federal como necesaria sede de los poderes federales. Resulta muy peligroso animar la confrontación entre dos gobiernos, el nacional y el local, con duplicidad de funciones aun cuando el presidente conserve la condición de comandante supremo de las Fuerzas Armadas; pero el jefe de gobierno tendrá la posibilidad de crear una policía profesional, incluso paramilitar, acaso para parapetarse ante las actuaciones de los operadores de Los Pinos. El riesgo salta a la vista.
Pese a ello, la reforma caminó en el Congreso con una vertiente opositora, esta vez la del PAN –curiosidades de la vida-, cuyas bancadas expresaron que se trataba de un documento burdo, apresurado y sin considerandos relevantes sobre la situación de los poderes federales. ¿O se estará pensando en construir, sin dinero porque no lo hay, una urbe moderna como Brasilia, digamos, para concentrar en ellas las oficinas federales? De ser así el problema de la descentralización parecería abatirse… salvo por el destino de miles de burócratas y sus familias a quienes se sacaría de su entorno actual. Esto, claro, de continuar por la senda señalada.
¿A quién le entregamos nuestro aval? ¿A Mancera que eleva con ello sus bonos en la ruta hacia su propia promoción política o a quienes insisten en que la transformación del Distrito Federal en la entidad Ciudad de México acarreará severos desencuentros entre los gobiernos federal y estatal? De cualquier manera, ya se tiene el voto del Legislativo y nada impedirá su curso. ¿Usted, ciudadano del Distrito Federal, mandante en conjunto con el resto del conglomerado, supo a tiempo de esta iniciativa y de su tratamiento fast-track? ¿O sencillamente se enteró a toro pasado, cuando no había nada que decir y agregar? En estas preguntas está la clave del nuevo golpe de timón de quienes aprovechan los tiempos de proselitismo para inventarse medidas que luego abanderan sus postulantes, en este caso los del PRD.