Rafael Loret de Mola
08/08/17
*Planes Soterrados
*La “Gran Matanza”
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En la última semana de junio de 2015, Jaime Rodríguez Calderón, conocido como “El Bronco” –si bien sus opositores le califican como “muy mansito”, esto es como los toros que salen huyendo y brincan el callejón-, fue citado por el presidente de la República en la residencia oficial de Los Pinos. El “independiente” había ganado la gubernatura de Nuevo León, tras una larga trayectoria priista que le impulsó como alcalde de Garza García, diputado local y federal, y llegó puntual cumpliendo con el protocolo y sin permitirse la audacia de romper las sagradas reglas del sistema; sin embargo, a la hora de las negociaciones, como se dice en el rancho, “se montó en su macho”.
El perentorio dueño de la casona de Chapultepec le hizo varias propuestas a cambio de un apoyo incondicional a su gobierno pese a la endeble situación política de su invitado: como gobernado, Rodríguez Calderón no tendría bancada propia en el Congreso local ni alcaldes incondicionales. Era una moneda en el aire con una enorme presión general sobre la posibilidad de abrir una compuerta para el finiquito de los partidos políticos cuya representatividad, a la baja, constituye uno de los factores que elevan el rencor entre los mexicanos por la ausencia de líderes, los acuerdos soterrados y las alianzas turbias.
El señor peña le pidió, en principio, no perseguir a su predecesor, Rodrigo Medina de la Cruz, a quien había exhibido durante su campaña; y el interpelado se negó aduciendo que proceder contra Medina era una bandera de campaña irreductible. Entonces, el mandatario federal solicitó que cumpliera pero sin dejar en la cárcel al susodicho, su amigo, a trueque de los apoyos ofrecidos. “El Bronco” se removió en el asiento y acabó cediendo, no sin antes puntualizar que esperaba igualmente el aliento presidencial si decidía competir para la Presidencia en su misma condición de “independiente”; y peña, naturalmente, accedió comprometiéndole a suplir las debilidades de quien resultara postulado por el PRI ante la fuerza creciente de MORENA.
–Pan comido –le respondió Rodríguez Calderón-.
Pese a lo anterior, peña nieto no se confió y comenzó, con los galanteos a la execrable yucateca Ivonne Ortega Pacheco, a quien aborrece la mayor parte de sus paisanos por sus descarados latrocinios y sus infames arbitrariedades –con su socia, Angélica Araujo, alcaldesa entonces de Mérida hizo crecer sus heredades alrededor de la capital yucateca y su ranchito de Dzemul se convirtió en latifundio-. En este punto, acaso para contrarrestar los arrebatos ambiciosos del neolonés, los “genios”, sin conocimiento de la geopolítica nacional, convencieron a la tal señora para que iniciara una precampaña presidencial absurda, simulando señalamientos de corto alcance contra la administración federal y preparando así el camino para otra candidatura “independiente” financiada por Los Pinos. No hay lealtad, ni la habrá, en quien ha sido capaz de traicionar al país.
Esta es la triste historia de los personajes cuya verdadera misión es cerrar los conductos y canales para los auténticos independientes quienes buscan, a tiempo, un escape para evitar el estallido que se prevé. Ya hablaremos sobre ello.
La Anécdota
Tenemos que registrarla así, como una anécdota. Lo cierto es que, en este momento, no hay prioridades mayores para la clase política que hacer negocios con el petróleo –a través de la salinista empresa Sierra Oil&Gas, fundada por Jerónimo Gerard Rivero, hermana de Ana Paula, la esposa del ex presidente mafioso-, y asesinar periodistas para intentar amedrentar al gremio –lo han logrado con algunos directores de medios francamente en retirada-, de cara a los comicios de 2018 que se prevén turbulentos en un escenario contaminado por la imparable soberbia de la Casa Blanca.
Nueve compañeros han sido víctimas, desde marzo pasado, de la barbarie: en Veracruz, Ricardo Monliú; en Guerrero, Cecilio Pineda; en Chihuahua, Miroslava Breach; en BCS, Maximino Rodríguez; en Morelos, Filiberto Álvarez; en Sinaloa, Javier Valdez; en Jalisco, Jonathan Rodríguez; en Michoacán, Salvador Adame y, recientemente, en Baja California, Luciano Rivera Salgado. Sólo en cinco meses de este turbulento 2017… y lo que falta.
Así gobierna México el peñismo que exige democracia… a Venezuela.