DESAFIO

Rafael Loret de Mola

03/08/2017

*Violencia y Redes
*Medios en Capilla

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La violencia no surge por generación espontánea; tiene nombre y, no pocas veces, apellido. Debemos considera esta condición incontrovertible para podernos explicar los fenómenos de increíble sadismo que se están dando no sólo en México sino en casi todo el globo terráqueo. Desde el atroz atentado en París, hemos registrado las matanzas en Kabul, Berlín, Japón y varios estados de la Unión Americana como Florida, Texas, Lousiana e incluso Nueva York. Cada vez nuestra capacidad de asombro, que creímos agotada, aumenta un peldaño más ante la inaudita crueldad desplegada y la caída de inocentes como si se tratara de naipes mal colocados.
Pareciera que estamos siendo azotados por un huracán de rencores profundos capaz de devastar a la humanidad; y, pese a ello, hay muchos que permanecen tan tranquilos creyendo que todo es sólo una exageración mientras no lleguen los tiroteos y la devastación hasta nuestros hogares, colonias o barrios. Para muchos sólo la inmediación cuenta y lo demás debe observarse a la distancia al grado de cuestionar a quienes se conduelen por los sucesos lejanos y se solidarizan con el dolor de las sociedades afrentadas si no es la mexicana. Una visión bastante egoísta y torpe, por no escribir algún epíteto, que no se asienta en la realidad del mundo globalizado sino en el esquema virtual de cuantos ejercen de reporteros con su celular bien enfocado.
Cuidado con las deformaciones de las redes sociales, que han modificado la información en el mundo y obligado a los profesionales a seguirlas porque es allí donde surgen las noticias relevantes, por cuanto a que, no pocas veces, las deformaciones e interpretaciones plantean situaciones inexistentes. Por ejemplo, en plena fiebre de terror por la matanza en el malecón de Niza, se divulgó que la emblemática Torre Eiffel estaba en llamas cuando no era así sino un efecto del estallido de un camión cargado de fuegos artificiales dispuestos para celebrar la Toma de la Bastilla el pasado 14 de julio. Muchas veces la precipitación puede causar serios trastornos en una comunidad, la cibernética, ávida de noticias para compartir.
Para desgracia de los mismos, los periódicos y los demás medios masivos de comunicación, no han sabido adaptarse a los nuevos tiempos exhibiendo la importancia del profesionalismo en los informadores y editorialistas que van a la zaga de quienes simplemente encuentran en Internet cuanto requieren para sentirse informados y al segundo. El desplazamiento, además, tiene una razón de fondo: la pérdida permanente de credibilidad entre quienes ejercen, cada quien como puede, la vocación periodística llevados por las versiones oficiales siempre acomodadas a los intereses de la superioridad política.

La Anécdota
El terrorismo es derivación de la antigua guerra de guerrillas con la que los débiles podían equilibrar fuerzas apostando a la sorpresa y a la estrategia oculta, lo mismo bajo la Resistencia francesa que en los tiempos del Centauro del Norte a quien nunca deberíamos olvidar aunque, para algunos tuertos, siga siendo visto como un pillo gigante. Quizá lo fue pero devolvió la dignidad a los suyos, a los mexicanos en su mayoría aplastados como bestias por sus patrones, y logró invadir a la potencia del norte saliendo bien del trance y convirtiéndose en icono de un lado y otro de la frontera. Ahora mismo, Columbus vive de la imagen del personaje excepcional.
Por ello no puede desestimarse una tremenda versión acerca de la presencia de guerrilleros durante el trágico desalojo en Nochixtlán, Oaxaca, el jueves 23 de junio de 2016 –luego seguirían otros enfrentamientos-, dispuestos no sólo a apoyar los bloqueos carreteros sino a guerrear con las fuerzas federales a las que le s impusieron el flagelo de más de ochenta heridos, dos de ellos ciegos, uno con heridas en los testículos y alguno más inválido. No se tiene cuenta de muertos en las filas oficiales como sí las hubo entre quienes sostenían el “plantón”, maestros, pobladores y guerrilleros a quienes no quiere señalarse para no ahondar más el escándalo. La versión oficial insiste en que sólo fueron seis quienes perdieron la vida; pero los testigos directos hablan de, cuando menos, doce asesinados de manera brutal.
La paz no puede sembrarse cuando la ausencia de liderazgos y la deformación política son tantas que es imposible defender y reparar el estado de derecho.

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