Rafael Loret de Mola
31/07/2017
*Democracia sin Votos
*No les Importa Nada
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La democracia, gobierno del y para el pueblo según la definición clásica, se fundamenta en un principio esencial: la voluntad mayoritaria. Tal porque, desde luego, la unanimidad es facciosa y desprende olor a oligarquía y opresión y el gobierno de las minorías conduce, sin remedio, a la anarquía por cuanto a la segregación de los más y la acumulación de poder en los menos. De las tres fórmulas, la última predomina en el México de las grandes simulaciones que mueven al engaño del colectivo y posibilitan, en buena medida, no sólo la intervención de los alquimistas sino hasta la modificación criminal de los algoritmos influenciables desde el exterior.
Ya expresamos cuáles son los elementos decisivos para aspirar a sentarse en la “silla del águila” y ninguno de ellos es presagio de buenos tiempos ni de renovación estructural: la Casa Blanca –la de Washington-, los capos del narcotráfico, el ejército y el presidencialismo todavía paternal y aspiradora de funciones. Con estos lastres sobre las espaldas las batallas a librar tienen que ver más con la delincuencia organizada y el entreguismo que con las funciones democráticas y el ejercicio de la soberanía. Lo tenemos claro pero seguimos tapándonos los ojos.
Una de las raíces derivadas del árbol pródigo de la corrupción es, sin duda, el manejo tramposo de las encuestas que pueden presentar adelante a un personaje para luego señalar que otro lo empareja y lo rebase sin existir más razón que la interpretación de hechos cuyo peso no tiene importancia en la voluntad del electorado. Así sucedió, claramente, durante los turbios y fraudulentos comicios de 2006 cuando el continuismo panista, por demás descarado, traicionó los viejos ideales de los fundadores de esta corriente y golpeó severamente la esencia de la alternancia como instrumento renovador; y volvió el PRI en 2012.
Ahora las encuestas tendenciosas señalan que el puntero en la lid por la Primera Magistratura saca una ventaja de tres puntos a su inmediato perseguidor, con una intención de voto a favor del líder de la justa ¡del dieciocho por ciento! Esto es, sencillamente, indecoroso además de contrario a la democracia y su base conceptual; sencillamente, la hace desaparecer bajo el estruendo del sectarismo sin banderas.
Considerando, con un cuarenta por ciento de abstención, que acudan unos 48 millones de mexicanos a las urnas, la encuesta de marras sugiere que bastará con el apoyo de ocho millones 400 mil –y treinta y nueve seiscientos mil en contra o no a favor-, para llegar al Palacio Nacional –y a los Pinos aunque el puntero no tenga esta intención-, y apoderarse del despacho principal sobre la irritación de una aplastante mayoría. ¿Es ésta la democracia que buscamos?
Creo que con los ocho millones, eso sí, la nueva gavilla podrá llenar los puestos de la burocracia dorada.
La Anécdota
Pasan los meses y las afrentas contra los periodistas no cesan; la peor de ellas es, por supuesto, la impunidad. Cuatro meses ya desde el asesinato de Mirosalva Breach Velducea, en la Chihuahua del corralito. Además, nada se ha avanzado respecto a los crímenes contra Cecilio Pineda Birto, Ricardo Monliú Cabrera, Maximino Rodríguez Palacios, Filiberto Álvarez Landeros, Javier Valdez Cárdenas y Jonathan Rodríguez Córdoba. El homicidio de Monliú ya es huella de Yuneslandia.
Y eso que no enlistamos las agresiones físicas sufridas por valientes colegas, mujeres y hombres, a manos de sicarios de funcionarios o ex alcaldes o ex gobernadores, por toro el país. Este es el signo de la “democracia” infecunda y pestilente del señor peña nieto.
¡Y todavía hay quienes lo felicitan por su cumpleaños 51, que se dio hace unas semanas, arropado en Toluca, pese al reciente fraude electoral!