Rafael Loret de Mola
27/07/17
*Temor a la Ausencia
*El Fraude “al Revés”
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Durante los primeros meses de 2010 solicité hablar con cada uno de quienes “sonaban” para ser candidatos a la Presidencia de la República. Sólo uno se negó por cuestiones viscerales alejadas de la relación cordial que sostuvimos durante años: Andrés Manuel López Obrador. Pero aún sin el testimonio fresco de éste, tenía un acervo de conversaciones que cubrieron el espacio con suficiencia aunque me quedé con la idea sobre la imposibilidad de gobernar sin tomar en cuenta a quienes no son incondicionales; de modo alguno puede asegurarse una ruta democrática con exclusiones emocionales y circunstanciales.
En esos días me esforcé para llegar a cada capilla con buen talante, sin demostrar mis propios juicios aunque éstos, inevitablemente, dieron cauce a las interrogantes que fueron el hilo conductor de la obra, “2012: La Sucesión”. Ya conté, por tanto, la desazón de Manlio Fabio Beltrones, entonces senador de la República, por cuanto a las imprecisiones para designar al titular del Ejecutivo si este faltara definitivamente aun cuando en la Constitución se señala el camino muy claramente. Pero Manlio insistió en que no era suficiente y había muchos puntos sueltos intentando convencerme de la necesidad, por ejemplo, de una inmediata substitución para dejar en manos del Secretario de Gobernación –cargo al que él también aspiraba-, la responsabilidad de la Presidencia, más allá de las deliberaciones camarales para señalar al sucesor como marca el Derecho.
Lo que se percibía, en esos momentos -2010-, era una ausencia total de presidente aunque felipe calderón tuviera a su cargo la gestión. El mandatario alcohólico –tanto como el beodo y criminal Victoriano Huerta Márquez-, creía que concentrando a su alrededor a los mandos de las fuerzas federales, desde el secretario de la Defensa Nacional, general Guillermo Galván Galván, hasta el de Seguridad Pública, el ahora autoexiliado Genaro García Luna, rey de los montajes y de las interrelaciones de las mafias dominantes dentro y fuera del gobierno, pasando por alguno de los aspirantes a sucederlo aunque éstos, al final, se quedaron al margen y redujeron la cobertura panista en 2012.
Con lo anterior, como sabemos, se produjo el retorno del PRI a la residencia oficial, un hecho inaudito considerando que los pueblos capaces de salir de una dictadura, por lo general, no votan para volver a ella. Ni siquiera en España en donde hay todavía jirones franquistas si bien incapaces de recrear las atrocidades del pasado si bien reacios a abrir los expedientes de la tiranía y hacer valer la ley de memoria histórica que destazó al juez Baltasar Garzón, degradado de la Asamblea Nacional.
La Anécdota
El vacío comenzó a sentirse desde el periodo del “gran simulador” –así titulé mi obra sobre el sexenio referente-, ernesto zedillo, cuando los hechos rebasaron a un personaje sin andamiaje político y una tendencia a favor de la economía, la tecnología y las artes de la especulación, dispuesto a servir al Fondo Monetario Internacional y a los intereses estadounidenses. Así las cosas, cuando en 2000 vio perdido a su partido, el PRI, y temeroso de las reacciones de la militancia que le consideró “traidor”, llamó al embajador, en esos momentos Jeffrey Davidow, para solicitarle hablar con su colega estadounidense en Washington; la respuesta fue brutal:
–El señor presidente Clinton hablará con usted mañana cuando se confirme la victoria del señor presidente electo de México, vicente fox.
Era todavía el mediodía del 2 de julio de aquel año cuando ni siquiera se había cerrado una sola casilla. En la capital norteamericana, sin embargo, conocían el desenlace que ni siquiera zedillo sabía a ciencia cierto, salvo algunas tendencias derivadas de las encuestas de salida; tuvo tanto miedo el mandatario de referencia que optó por aceptar las presiones de la presidenta priísta, Dulce María Sauri de Sierra, quien de plano se negaba a traspasar el poder a la derecha e instaba a la anulación de los comicios pues, decía, se había dado “un fraude al revés”, esto es a favor de la derecha y sus partidos –el PAN y su “cola” el Verde, ahora fustigado por el primero-.
De la euforia inicial, tras el derribo del “muro priísta” –así se le calificó en Europa en un símil con el de Berlín derribado en 1989-, pasamos al asombro: el vencedor comenzó a elogiar a su predecesor, zedillo, arguyendo que no conocía lo mucho bueno aportado por él cuando, precisamente, el voto de castigo fue por efecto del empobrecimiento colectivo de la mano del neoliberalismo.