Opinión


Desafío


Rafael Loret de Mola

8/05/17

*Pecados Capitales
*Curas Provocadores

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Los pecados capitales han variado con relación a la inmisericorde clase política mexicana. Además de las faltas tradicionales que pueden ocasionar la condena eterna, la ira, la lujuria y la avaricia entre otras, suman hoy otras condiciones adversas a la moral social y, sobre todo, asfixiantes por cuanto a la desesperación de cada uno de los hijos del sistema por escalar la cúpula, la cumbre, de la intricada red estructural de un gobierno rapaz.
Consideremos, para nuestro ejercicio, a los dirigentes de los partidos políticos para definir, con su propio accionar, lo que ocultan y cómo engañan. Cada uno, en distintos momentos, ha sido señalado por sus afanes infectados y no han logrado salir bien de los trances, cayendo, cada vez más hondo, hacia el abismo del desprecio público que, poco a poco, va convirtiéndose en rencor y en mechas encendidas listas al estallido indeseable. Pero son tan soberbios que no lo perciben así ni con las narices puestas sobre la pólvora.
Pongamos, como muestra –no ejemplo porque podría resultar un elogio inmerecido-, a Enrique Ochoa Reza, un sujeto que dejó malas cuentas en la Comisión Federal de Electricidad, defendió el alza a la luz con la vehemencia de la hipocresía y la demagogia, y pasó enseguida a ocupar la presidencia nacional del PRI, legado de Manlio Fabio Beltrones, en una etapa oscura, esto es tras ser derrotado el otrora partido invencible en siete de doce gubernaturas en 2016; el fracaso electoral de mayores proporciones salvo la caída en las presidenciales de 2000 y 2006.
Pero no sólo eso: Ochoa Reza va por la vida solicitando más y más concesiones de taxis para formar una red inquebrantable que resuelva cualquier apretura patrimonial para su familia y carias generaciones más, sin explicaciones ni vergüenza alguna; esto es, tratando de tapar el sol con un dedo como hizo igualmente cuando se construyó un liderazgo inexistente y hasta sorpresivo; vamos, hasta los viejos políticos, los más avezados, siguen sorprendidos.
Y por allí va Ricardo Anaya Cortés, el niño maravilla, incapaz no sólo de justificar la vida anglosajona de los suyos, en plena etapa pronacionalista en México, misma que cuesta un dineral cada semana cuando viaja a Atlanta, Georgia, sino igualmente de explicar las negociaciones muy oscuras, marcadas por el dinero, con pillastres de la talla de Miguel Ángel Yunes, Mianyu, o de Tony Gali, rey de los antros en Puebla. Lo que pudo ser prospecto fue abducido por las fuerzas del mal.
¿Y la izquierda? Nos ocuparemos mañana de analizarla, tanto a los líderes del PRD como a los de MORENA, tan cuestionada ahora en plena ola de la guerra sucia.
La Anécdota
El Arzobispo de Yucatán, Gustavo Rodríguez Vega, sucesor de Carlos Emilio Berlié Belauzarán –aquel que protegió a los hermanos Arellano Félix durante su estadía en Baja California-, se lanzó a decir lo que las autoridades deben hacer con Yarrington y Javier Duarte, aprehendidos en Italia y Guatemala respectivamente y habló de la necesidad de que devuelvan el dinero sustraído.
Suena bien pero no aporta nada. ¿Por qué, ya que está en la península en donde las truculencias se ocultan mejor, no habla de las alianzas soterradas entre elementos del gobierno, digamos la ladrona Ivonne Ortega Pacheco y su títere Rolando Zapata Bello, con el clero más derechista de la República? Sería una mejor aportación.

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