Opinión
Desafío
Rafael Loret de Mola
4/05/17
*Epidemia Contagiosa
*La Fórmula Bartlett
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Se ha perdido el respeto a las vidas de los periodistas, como si no fueran seres humanos en la tendencia abominable a prodigar a las mascotas lo que no está al alcance de millones de mujeres y hombres integrantes de la gran comunidad universal. En el caso de los informadores, su tarea se ha visto empañada, tantas veces, por los intereses corporativos –los de tantos diarios fundados para defender cacicazgos y a políticos en retiro-, que limiten el quehacer de los reporteros obligados a infamar su vocación a cambio de los cinco centavos de comodidades y privilegios. Otros, quienes se niegan al maridaje infecto, no dejan de vivir entre las turbulencias cada día. Es mi caso y lo asimilo aunque tenga encima, lo reconozco, mis propios rencores contra algunos integrantes de la mafia del poder; no puedo evitarlo.
A últimas fechas, con motivo de las llamadas guerras sucias en las entidades en donde habrá elecciones el ya próximo 4 de junio –un mes nada más-, se ha incordiado a los informadores que han soltado material inflamable para los candidatos dispuestos a presentarse como dechados de virtudes sin reconocer en ellos el menor defecto los que los coloca fuera de los planos humanos. Lo que ocurre, más bien, es el desgaste mental de cuantos se sienten luces en las procelosas aguas oscuras de la impudicia y la mentira; habida cuenta de esta condición, como centro del ombligo del mundo, perciben que cualquier cuestionamiento hacia ellos, sobre todo cuando son descubiertos en flagrancia, tienen origen en campañas del gremio periodístico vendido al mejor postor.
En este punto no puedo negar que la corrupción también enferma a los teclados, los micrófonos y las candilejas, las armas actuales del periodismo incluyendo a las redes sociales que posibilitan lo mismo la defensa de los acosados que la inquina anónima y falsa contra otros. Pese a ello, cuando se trata de una noticia no puede negarse su acceso aunque la ruta seguida por la misma no sea la mejor ni la menos escollada. Muchas veces, los métodos usados por reporteros y editorialistas –quienes lo son de verdad- pueden y deben alejarse de las reglas del juego para descubrir las triquiñuelas de los postulantes supuestamente impolutos cuyos arreglos son, sencillamente, grotescos en la penumbra de los sótanos.
Tal sucedió, de nueva cuenta, con el caso de una aspirante a la alcaldía de Las Choapas, Eva Cadena, en la putrefacción extendida a casi toda Yuneslandia. La reacción inicial fue descalificar a quienes habían difundido el video o comentado el mismo exigiendo, cuando menos, una justa explicación sobre el origen del mismo, la ruta del dinero y la proclividad a creer que la honestidad es fruto de la mercadotecnia, sin darse cuenta de que descubrir la verdad, sencillamente, hubiese causado un golpe severo a quienes dieron pautas incorrectas.
En fin, mientras más se persiga a los periodistas –y no a los delincuentes de cuello blanco-, estaremos más cerca de lo indeseable: el totalitarismo, sin más razón que la del supremo hacedor, el dictador, así sea en los partidos, el gobierno, el clero o la vida familiar.
La Anécdota
Durante el sexenio miserable de miguel de la madrid, cuando mayor número de asesinatos se registró hasta que el “récord” fue superado en estos años de horror, el entonces secretario de Gobernación -1982-88-, Manuel Bartlett, aseguró que tener un presidente fuerte era el camino para México. Le respondí, entonces, que el ideal era contar con un mandatario legal, cernido únicamente a sus funciones específicas; y ya no hubo réplica.
Respecto a los crímenes contra periodistas, el sujeto, ahora testaferro de Andrés, acuñó su propia fórmula: desprestigias a las víctimas, englobándolos como alcohólicos, homosexuales o incluso delincuentes, para no tener que perseguir a quienes los silenciaron a punta de balas. Así, en el fondo, piensa el sujeto quien ha permanecido más que ninguno en la política nacional.