Desafío

Rafael Loret de Mola

28/04/15

*Bravo, señor peña
*Pleitos de Mercado
*Días de Nostalgia

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Los chinos mandaron a volar al señor peña y su gobierno. Lo dicho, aquel infausto viaje durante la emergencia por la indignación popular tras los sucesos de Iguala y Cocula, sólo nos arrastró vergüenzas por el mundo. A la abominación universal siguieron las protestas de los seres humanos sensibles, de cada una de las latitudes, y el franco repudio a un mandatario incapaz de dar la cara, enfrentar la conflictiva y asegurar a sus gobernados ante la oleada de violencia desatada.
¿Por qué, oficialmente, jamás se ha dicho cuál es el meollo del asunto? De estar vivos los normalistas “desaparecidos” serían esclavos de los sicarios, bajo órdenes de los nuevos cárteles con fuerza excepcional, del grupo llamado “Guerreros Unidos”, con apoyo del cártel de las metanfetaminas de Colima cuya cercanía con María de los Ángeles Pineda Villa –posiblemente vinculada a los Beltrán Leyva y hasta presunta hermana de éstos-, quienes explotan las ricas cavernas de oro para lo cual se requiere de esclavos, no de obreros, cuyas vidas terminan cuando, inútiles, van a parar a las fosas clandestinas. Un paralelismo con los campos de concentración nazi y sus hornos crematorios en la Segunda Guerra Mundial.
Desde luego, en cuestión de minas, como nos hemos cansado en repetir y ha sido confirmado por el Obispo Raúl Vera López, quien fuera coadyuvante del emérito purpurado de San Cristóbal, Samuel Ruiz García –muerto en enero de 2011-, el célebre “Grupo México”, cuyo capitalista principal es Germán Larrea Mota-Velasco –hay quienes cambian la primera sílaba de su primer apellido por “dia”- el asesino de Pasta de Conchos quien obliga a los mineros a trabajar en condiciones infrahumanas, tiene a su cargo las labores de extracción para luego entregarle gran parte de los productos a los narcotraficantes quienes se van al norte con las vías abiertas y la protección de las autoridades.
Tres genocidios en siete meses, lo reitero: Tlatlaya en donde el secretario de la Defensa, Salvador Cienfuegos Zepeda, mintió con descaro atribuyendo que se combatía a un grupo de secuestradores –con niños y una jovencita desarmada entre ellos-, y luego fue desmentido categóricamente con las pruebas aportadas por las cadenas de comunicación masiva estadounidense –si hubieran sido las mexicanas los responsables de difundir la nota estarían unidos a Carmen Ariestegui o ya habrían pretexto para nuevas “desapariciones”-; Ayotzinapa, el sitio en el mundo con mayor número de fosas clandestinas y, además, con esclavos trabajando en sus minas –sean inmigrantes centroamericanos capturados a su paso hacia el norte o jóvenes activistas con propósitos de rebeldía cívica ante la permanencia de los abusos policiacos y la unión de las autoridades con los cárteles-, bajo la complaciente mirada de Larrea –dia-, el segundo mexicano más rico sobre la tierra. ¡Miseria humana en estado putrefacto!
Y, finalmente, la brutal masacre de Apatzingán, en enero pasado, donde cayeron jornaleros y miembros de las Fuerzas Rurales, en protesta ante el Palacio Municipal, como si se tratara de bestias… o ni eso porque ahora, por obra del inmundo partido verde, éstas y los animales domésticos tienen más derechos con los seres humanos. Inaudito. Tres meses después los videos, originalmente difundidos por Univisión en los Estados Unidos –donde tanto interés tienen las agencias de inteligencia en señalar a México como “un estado fallido”-, alertaron a los mexicanos sobre la reincidencia criminal del gobierno de la barbarie, el de peña. Si el de calderón fue el sexenio de la violencia, el actual lo supera con mucho. Y existen algunos que insisten en la monserga de “darle tiempo” a enrique, el de la gaviota.
¡Ni un minuto más podemos esperar! La ilegitimidad del mandato presidencial está más que corroborada: el nivel de “aceptación” para la gestión de peña es de apenas ¡el quince por ciento! Esto es, sólo tres de cada veinte mexicanos favorecen y avalan sus políticas contra la repulsión de diecisiete. En cualquier democracia esta cifra terrible sería suficiente, por encima de cualquier otro criterio, para exigir y realizar un referéndum destinado a propiciar la salida presidencial “por causas graves”. ¿O no lo son los tres genocidios descritos además de los múltiples sucesos parecidos que constituyen, sin duda alguna, crímenes de lesa humanidad de acuerdo al Estatuto de Roma?
Es muy vergonzoso, además, que la mayor parte de la prensa mal llamada nacional y los noticiarios masivos de televisión y radio, den escaso espacio para analizar una cuestión tan grave como ésta. Como si fuera de segunda o tercera importancia, digamos por debajo del costo de la boda de uno de los hijos de Gustavo Madero Muñoz, exaltado por los priístas al servicio de Los Pinos para quienes salvar y ayudar “al presidente” es lo correcto porque sólo así “nos irá bien a todos”. ¡Monsergas, insisto, al más puro estilo fascista! Entonces, siguiendo esta línea, los asesinatos en masa son favorables para crear el clima de distensión necesaria. Así pensaban Porfirio Díaz y franco cuando hablaban de sepulturas para enterrar a sus adversarios para ganar la paz… aunque se tratara de la mitad de sus connacionales. ¿A eso quieren llegar?
El desprestigio internacional de peña está bien fundamentado; por eso, claro, los chinos se alejaron de cualquier proyecto a sabiendas de la falta de seriedad de las operaciones de nuestro gobierno. ¿Y todo por qué? La razón es sencilla: no se pudieron ocultar las manos negras de las hermanitas del mandatario, Verónica y Ana Cecilia, comisionistas del proyecto ferroviario para comunicar a la colapsada capital con Toluca –en cuyo trazo dejaron “pelón” el histórico Monte de las Cruces-, y Querétaro, donde hace treinta y cinco años se trazó una doble vía cuya utilidad duró un par de años hasta que las mafias se impusieron con el pelafustán Víctor Flores Morales, liderzuelo armado hasta los dientes como reflejo de su personal cobardía, a la cabeza. A estos sí que les tiene ley el mexiquense apoderado de la presidencia. ¿Se vale?
Algunos analistas han explicado que quien sale ganando con toda esta inmundicia ensangrentada es la administración de Washington porque se acerca al imperativa de tomar para sí, sin invasiones ni querellas internacionales, las rectorías sobre el futuro de México; esto es, por si no fuera poco el daño ya hecho, también se quiere comprometer y vender a nuestros hijos y nietos, a las generaciones que son la esperanza para construir el andamiaje de un nuevo sistema político para México. ¿Se Habrá dado cuenta el señor peña de la dimensión de sus yerros y de cómo será recordado por quienes lean la crónica nacional dentro de veinte, treinta años? Lo equipararán, no me queda duda, con el réprobo veracruzano Antonio López de Santa Anna a quien los torpes quieren vindicar alegando lo irremplazable que fue en su época bajo el peso de la cobardía de quienes le rodeaban. ¿Así se hablará de nosotros en el mismo lapso?

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