Rafael Loret de Mola
7/04/17
*Desplazados sin Guerra
*Cuentas de Perredistas
*Secretarias Reprobadas
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El peregrinaje de, cuando menos, doscientos ochenta y un mil mexicanos por año, quienes abandonan casas y querencias azotados por la represión, sea de los radicales del narcotráfico o de los mandos castrenses evidentemente infiltrados, sólo es comparable al que se observa en las fronteras de las naciones en guerra o bajo el peso de las invasiones falsamente “salvadoras”, de acuerdo a los criterios de los operadores de la Casa Blanca –la de Washington, se entiende-, que se convierten en una marea de humillaciones y hasta “errores” de los sitiados quienes los pagan con sus vidas. Es como si México fuera un disfraz del flagelo bélico… con enormes capas de simulación. No hablo de los emigrantes que buscan un trabajo sino de cuantos huyen para salvar sus existencias.
Los peregrinos, arrastrando a sus familias –sin atención de ninguna especie porque los operativos especiales sólo se montan para recibir a los “paisanos” del otro lado durante las temporadas de vacaciones-, son blancos demasiado vulnerables para ladrones –los oficiales y los otros-, y presas de una espiral incontrolable de barbarie porque, en cualquier momento, pueden ser víctimas de una emboscada como la de Tlatlaya o, simplemente, de no pocas desapariciones jamás contadas ni contabilizadas. Ya saben ustedes que el manto negro y azul de la derecha, el del PRI y el PAN para decirlo con claridad, ha posibilitado la rehabilitación de la esclavitud bajo el misterio de las fosas clandestinas y la administración hasta de un ex mandatario federal, el señor fox y su consorte, en el terrible caso de los rarámuris obligados a marchar de Chihuahua a Baja California Sur, concretamente a San Quintín, donde han sido y siguen siendo sometidos para la realización de trabajos tan duros como la piel insensible de los gobernantes.
Por cierto, luego de conocerse el involucramiento de la familia fox en el caso de los tarahumaras esclavizados no se ha procedido a abrir las consiguientes indagatorias. Han apostado a que el periodo de vacaciones, ya finalizado, aplicara la siempre bien acogida amnesia colectiva para borrar las huellas de los personajes descubiertos y moralmente desahuciados; lo son, sí, por mantener un doble discurso, el del cambio –traicionado al minuto mismo en el que comenzaron las funciones presidenciales de vicente, el de las botas-, y la urgencia de contar con peones sin derechos al estilo de lo9s trabajadores mineros de Cananea, Sonora, o textileros de Río Blanco, Veracruz, quienes comenzaron a fraguar el estallido revolucionario de 1910. Con memoria, el pasado atemoriza; sin ella, los abusos se mantienen impunes, como si se tratara de reducir la conciencia nacional a un palenque jocoso con gallos y cantares. Esto es, fuera de la realidad.
Loa odisea de los rarámuris es casi idéntica a la de los mayos que fueron arrojados de sus norteñas tierras para poblar la península yucateca bajo el mando de once familias, la conocida “casta divina”, favorecidas por el porfiriato entregándoles el inmenso territorio de lo que es hoy Quintana Roo. Pero como requerían mano de obra… la fueron a buscar hasta Sinaloa y Sonora para cooptarlos, cual si se tratase de botines de guerra en los tiempos de los piratas, y hacerlos realizar una enorme travesía, por todo el país, hasta llegar a los latifundios del sureste protegidos por los caciques posrevolucionarios. (Lean “México Bárbaro”, de John Kennet Turner, un periodista estadounidense que desnudó a la dictadura porfirista).
Siguiendo los mismos pasos, la derecha de la actualidad apuesta por la esclavitud y, por supuesto, exalta la figura de Díaz al punto de seguir fraguando el retorno de sus restos, enterrados en Montparnasse en París, por cuanto provee la extensión de los sojuzgados a quienes se benefician con la trata de sus semejantes bajo el pretexto de que así les ayudan a sobrevivir rescatándolos de la miseria. Una falacia propia de Satanás, no de ningún ser civilizado. ¿Y todo esto va a quedar así, sin el menor castigo?
Hemos adelantado, y hoy lo reiteramos, que los miles de desaparecidos en México –más de doce mil desde 2008 además de 160 mil muertos como consecuencia de los enfrentamientos de las mafias dominantes-, pueden estar siendo esclavizados para hacer tareas de mineros –por ejemplo, en Iguala, en busca de oro-, o de refinadores de cocaína para evitar con ello los costos de transportarla ya terminada desde Colombia y Guatemala. Es más seguro y certero “esconder” los laboratorios del mal entre las cavernas de Guerrero, Chiapas y Oaxaca, tres de las entidades en el linde de la explosión social. ¡Cuidado! Es una advertencia que no tendrá sentido al corto tiempo cuando los estallidos, en serio, lleguen.
El propio subcomandante “Galeano” –antes “Marcos”; no sé por qué no se coloca el seudónimo de “Emiliano” si se trata de vindicar al zapatismo. La percepción del columnista es que lo evita acaso para no coincidir con el nombre de pila de uno de los hijos de salinas de gortari-, ya habló de que no ven los obtusos, o los cínicos incrustados en la clase política, el arribo de una catástrofe social sin paralelo. ¿Se daré el primer síntoma en varias entidades del país en donde la realización de los comicios en 2018 parece una quimera? En Guerrero, por ejemplo, en la mitad de los municipios será difícil instalar casillas y papeletas mientras el gobernador, Héctor Astudillo Flores, solicita la consulta de su execrable predecesor Ángel Aguirre por aquello de los controles y el apoyo aún de la izquierda que lo mantiene. ¡Peligro a la vista!
Recibí una invitación para continuar el itinerario de los ochenta y tres pueblos mágicos que están señalados como tales por las comisiones respectivas. Pero creo que, más bien, fue una ironía cuando se mencionó, entre ellos, a Ciudad Mier, Tamaulipas, en donde la degradación del autoexilio está a la orden del día. Sólo de aquí han salido miles de personas acosadas por las batallas cotidianas entre la delincuencia y las fuerzas “del orden” que un día jalan para un lado y otro en reversa. Entre tres fuegos es imposible acomodarse porque siempre se pierde a menos, claro, de establecerse como sicario para administrar algunas de las tiendas OXXO las únicas que se mantienen fructíferas en el norte de Tamaulipas, uno de los estados más cruelmente azotados. ¡Y es el mío!
Como referente para los amables lectores nací en Tampico, ahora sitiado igualmente, aunque mi formación se dio en Yucatán, la tierra originaria de mi familia –allí nacieron mis padres y dos de mis cuatro hijos; los otros dos llegaron al mundo en el Distrito Federal. Por eso me duele tanto cuanto ocurre en Tamaulipas a la que recuerdo al observar mi “cuerera” huasteca –una verdadera joya-, regalo invaluable tras una de tantas conferencias políticas por allí; ahora, naturalmente, no me llaman porque es de hecho imposible ejercer, en tierras sin leyes, la libertad de expresión. ¿Quién responde por ello?
Y de esta circunstancia surgen de nuevo las preguntas sobre las primeras fosas clandestinas encontradas, precisamente cerca de Ciudad Mier, con cadáveres que se acreditaron a decenas de infelices indocumentados a quienes les siguieron las huellas desde su viaje encima de “La Bestia”, el ferrocarril de la muerte que recoge a los centroamericanos en el linde con Guatemala, sin que autoridad alguna les brinde protección a sabiendas del pillaje conocido. Puro espíritu de hermandad. ¡Miserables!