Rafael Loret de Mola
30/03/07
*Grandes similitudes
Me contó Manlio Fabio Beltrones, cuando aún aspiraba a superar a peña nieto en los consensos interiores del PRI –aunque él conoce mejor que nadie las reglas del sistema político midió siempre cortos los alcances del ex gobernador mexiquense-, una conversación entre él, en su condición de presidente de la Mesa Directiva del Senado, y Felipe González Márquez, ex presidente “socialista” del gobierno español. Más o menos así fue el diálogo:
–¿Cómo puede mantenerse un régimen parlamentario, como el de España, bajo la jefatura del Estado de un monarca?¿No es un poco contradictorio? –cuestionó Manlio-.
González, apenas un poco turbado, meditó unos instantes su respuesta y finalmente, encogiéndose de hombros, afirmó:
–¡Hombre! No lo sé… pero funciona.
Tanto como rememorar a neoleonés, Alfonso Martínez Domínguez, quien, reinstalado políticamente en el gobierno de su entidad, me permitió hacer algunos señalamientos críticos sobre los vicios del priísmo, rasgo que mucho agradecí porque otros que lo intentaron, por ejemplo Víctor Manzanilla Schaffer antes de ser gobernador de Yucatán, fueron literalmente exiliados de Monterrey. El ex regente capitalino, muy serio, colocó el labio inferior sobre el superior –un gesto muy suyo que según decía era rasgo de personalidad-, y pausadamente, con voz enronquecida, replicó:
–Bueno, reconozcámoslo: el PRI tiene muchos defectos; pero sólo hay algo peor: la oposición.
Se refería, entonces, al PAN y a la ambigua izquierda que no solía brillar como vehículo de acompañamiento mientras los radicales cursaban el delgado hilo entre la libertad de expresión y los señalamientos por subversión. Atenidos siempre a la “gracia” del Ejecutivo, como el derecho divino de los reyes para señalar herencias y sucesiones por derecho de sangre y, en el caso de México, de compadrazgo y complicidad.
La historia no se detiene. En Francia, el ex presidente Nicolás Sarkozy optó por referirse a sus “amigos españoles” en 2012 –gobernaba aún el PSOE- como ejemplo del daño notable que puede inferir el “socialismo” a una nación, endeudándola y poniéndola, de hecho, “de rodillas”. Con ello, claro, aprovechó para mostrarse como uno de los verdaderos dirigentes de la Unión Europea, circunstancia que se esfumó al ser derrotado por el candidato del Partido Socialista, Francois Hollande, tratando de vindicar los derechos sociales sobre los económicos, por ejemplo. A diferencia de él, el derechista Mariano Rajoy se luce ante sus simpatizantes de la derecha española anunciando recortes de diez mil millones de euros en dos renglones fundamentales, el educativo y el de la salud. Esto es: es menos trascendente la cultura y el bienestar que dejar de ser cumplidor ante las grandes corrientes financieras europeas. La distancia semántica es enorme, pero el fondo es el mismo. Todo esto como parte de un legado que tiene a España en pleno vacío de poder por la falta de consensos partidistas.
En otro sentido, Sarkozy omitió, por ejemplo, que el gobierno mexicano, de derecha hasta hoy porque el peñismo le da continuidad y la blinda, ha trastocado el estado de derecho para preservar a una nueva casta de paramilitares capaces de actuar con absoluta impunidad como en el caso de la ciudadana francesa, Florence Cassez, en torno de la cual se realizó un ridículo montaje televisivo para lincharla mediáticamente a favor de una supuesta “buena imagen” oficial con la ayuda del reportero Pablo Reinah; para ello se cometieron las tropelías procesales más grotescas de cuantas tengamos memoria y el mandatario federal en funciones llegó al extremo de intervenir, de manera directa, para “orientar” a los Ministros de la Suprema Corte –en tono de consigna- sobre el particular, esto es, en contra de la señora en cuestión, para supuestamente demostrar así la voluntad del Estado de perseguir a los secuestradores… y dejar contenta a la señora Isabel Miranda, aspirante panista al gobierno de la ciudad de México y luchadora en contra de la impunidad, auspiciada y aumentada por el propio gobierno al que ahora quiere integrar. Entre las falacias conocidas, ésta se lleva los galardones. Luego el gobierno peñista reviró y se apuró a congraciarse con el actual mandatario francés, Hollande.
La derecha y la izquierda, por desgracia, se tocan en cuanto ejercen gobierno. Las pruebas estuvieron en el aparador con las coincidencias entre el “socialista” José Luis Rodríguez Zapatero –quien hizo ganar a Rajoy-, y el “derechista” felipe calderón, capaz de disponer de los blindajes económicos, en dólares claro, para asegurar la alianza con los españoles en crecida imparable en nuestro país, tanto que son sus expertos en marketing quienes, ahora mismo, están todavía marcando las pautas oficiales aunque las elecciones “intermedias” nos acechen.
En la misma línea, la “dictadura perfecta” de la que habló el peruano y Premio Nóbel –de Literatura, por favor-, Mario Vargas Llosa, en plena expoliación personal tras ser derrotado en su país y luego obtener la nacionalidad española, no dejó de ser con la primera ni con la segunda alternancia; acaso por ello la tendencia, hasta el momento, es hacia la vuelta atrás; a finales de mayo, podría ser irreversible y ya falta muy poco. ¿Y quién puede alegar en contra de la hipótesis de que tal modelo puede identificarse, hasta hoy, cono una monarquía, si bien limitada por el perentorio lapso sexenal? De cualquier manera, la aristocracia mexicana crece y rápidamente con ligas entrañables, personales, entre las primeras familias que fueron y son al calor de la residencia oficial cuya edificación atentó contra el derecho patrimonial de los mexicanos y de nuestro Chapultepec. Por desgracia, la culpa salpica al general Lázaro Cárdenas, tan admirado por este columnista.
(Por cierto, el general Cárdenas jamás fue priísta como se empeñan en alegar los ignorantes. Cuando nació el PRI, en efecto, le fue enviada la credencial número uno –lo que debió encelar al presidente “caballero”, Manuel Ávila Camacho, o más bien con la habilidad que a éste le caracterizaba-, y el Tata Lázaro la rechazó, devolviéndola al remitente, aunque nunca se retiró del listado a la misma ni el general accedió a dar ningún pronunciamiento público al respecto).
Podríamos situar, igualmente, a los dictadores de distintas facciones en planos similares. Porfirio Díaz y Francisco Franco; Fidel Castro y Joseph Stalin; y tantos otros. Derecha e izquierda, conservadores y liberales, han protagonizado los dramas sangrientos de la historia. Unos en pos del “amor de Cristo”, otros por razonar en pro de una patria egoísta; siempre, mediante el dolor de los pueblos en estado de indefensión o camino de convertirse, como es el caso de México, en un “estado fallido”, así será si no somos capaces de salvar nuestro destino cediéndolo a las mafias externas en donde se concentra el verdadero poder. Sobre esto quisiéramos escuchar a los ponentes en campaña en disertaciones serias y no fundadas en descalificaciones personales. Con datos buenos y criterios bien formados. De otra manera, la neblina de la demagogia seguirá eclipsando toda posibilidad de redención.