Rafael Loret de Mola
20/02/17
*El Contra-Ataque
*Norberto por peña
*De Momios Cerrados
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Las manifestaciones constantes en contra del alza a los precios de la gasolina, y sobre todo del peñismo insensible y rapaz, no lograron que la protesta pública pudiera aterrizar sobre medidas reformadoras en el terreno educativo, político, energético y electoral. ¿Por qué demonios tenemos que soportar la regulación desde los Estados Unidos de los costos de nuestros energéticos? ¿Cómo es posible que los juegos comiciales surjan sólo de los intereses partidistas y nunca del clamor popular ante el hastío de contar con una irreverente y falaz clase política?
Podríamos seguir preguntando y las respuestas serán idénticas: el sistema se protege bajo un alud de interpretaciones legaloides que, de ninguna manera, reflejan el sentir general sino lo agobian y pisotean. Ya no es sostenible una Carta Magna integrada con 136 artículos ¡y 695 parches!, muchas veces contradictorios, escritos a la carrera por desconocedores del Derecho y de la realidad nacional, al extremo que, textualmente, ningún mexicano hijo de padre y madre mexicanos puede aspirar a la Presidencia sino sólo aquellos que cuenten con un progenitor nacional. El absurdo es tan grande que, sencillamente, hacemos la vista gorda y seguimos con el lastre de la pésima redacción para dejarles sueltas las manos a los permanentes intérpretes pagados por el gobierno de la República.
La estrategia del gobierno, ante la furia colectiva, es la de utilizar a sus esbirros –socios comerciales y algunos figurines amancebados-, para salir a las calles para hacer “vibrar” a México –una secuela del slogan peñista de “mover a México”, cuyo tiro salió por la culata ante la total desvergüenza de los funcionarios federales-, y toparse con otras corrientes de opinión cuyos gritos de ¡fuera, peña!, de inmediato fueron diluidos por el clásico ¡México, México!, y así tratar de suavizar la furia incontenible de millones de mexicanos, su hartazgo superlativo y el propósito central de modificar al sistema para poder quitarnos los yugos del presidencialismo fusionado con la partidocracia. La colusión es enorme.
Otros, con sinceridad, han trasladado la furia por la inercia hacia el impresentable “pato” Donald Trump Macleod –tiene madre pero fue inmigrante desde Irlanda-, hablando de la necesidad de unirnos… en torno a la figura de peña nieto porque, alegan, no es momento para las discordias internas sino para hacer frente al gigante de los cabellos naranja dispuesto a aplastarnos cuál si fuéramos cucarachas –espero no ofender con este término a los protegidos animalistas que se colocan un peldaño debajo de bestias, mascotas y otros seres vivos que no sean humanos-, esto es ni siquiera cercanos a la “parábola” del oso –los del norte- y el puerco espín –nosotros- tan bien “fundamentada” por el ex embajador estadounidense Jefrey Davidow cuya misión, asegurar la primera alternancia en 2000, fue ciertamente exitosa y fatal para nuestra nación. Si no se la saben, otro día les cuento.
Los consejeros del señor peña, de probada ignorancia –el de mayor alcurnia, Aurelio Nuño, titular de Educación, todavía deletrea “ler” para alcanzar a “leer” como le señaló una niña estudiosa-, le dijeron al oído que sería un buen y certero golpe desviar la dirección de la protesta para hacerle cosquillas a Trump, quien se ríe a carcajadas por el poder de convocatoria de tantos grupos afines a nuestro repulsivo gobierno, y exaltar al mandatario en funciones como símbolo de la unidad nacional.
Esto es, si confundimos nación con estado y a este con el presidente –algunos identifican al PRI con nuestra bandera por haberse apropiado, ilegal y mentirosamente, de los colores patrios para manipular a las masas-, no podría esperarse menos que intentar desviar el rencor hacia el norte con el adalid de Los Pinos vuelto, otra vez, símbolo del país escarnecido. Una vergonzosa parodia que muchos se creen como una señora, muy poco culta pese a su cartera rebosante, quien me espetó en la Puebla de Moreno Sánchez, el comisionista, y de su socio Tony Gali, el de los antros, un reclamo sonoro:
–A mí me enseñaron, desde muy niña, a respetar al presidente de la República y así lo hago.
Fue una chufla, bajo una sonora rechifla. Pedí comedimiento pero fue difícil calmar las aguas. Le respondí, “con todo respeto” claro:
-Desde hace ya muchos años, los mandatarios nos han faltado al respeto; y no olvide usted que la Carta Magna señala a los mandantes, es decir a todos nosotros, como quienes ostentan la soberanía popular. Si decidimos cesar a un presidente, debiera ser más sencillo, por cuanto al número de ciudadanos, que despedir a un trabajador explotado, hasta el cansancio, en las minas y las plataformas de petróleo.
Ya no dijo nada la pobrecita y hasta me dio pena observarla tan indefensa y vulnerable. Al final le di un abrazo con una recomendación: piense, antes de hablar, y le irá mejor en la vida. Algo musitó sobre la libertad de expresión y se marchó.
Sí, por la libertad se llega, tantas veces, al libertinaje que no es sino una desviación del vandalismo callejero. Po ejemplo, me pesa escuchar, de vez en cuando, elogios consumados a Maximiliano, el barbado enajenado de Miramar, o hasta Iturbide o Santa Anna; todavía no me he topado con quien haga lo propio con el “chacal” Victoriano Huerta pero sí con muchos porfiristas de clóset. Dialogo lo necesario sobre una historia que, por los hechos sucintos, no es replicable. ¿O, de verdad, estaríamos felices de ser un protectorado moreno de Austria en donde aún se encuentra, indebidamente, el Gran Penacho de Moctezuma? Porque alguno de los descendientes del gran emperador azteca, los Moctezuma Barragán, no reclaman la posesión del mismo ahora que están en la oposición morenista y saludan con esta prenda a quienes esperan, ya ahora, un cambio de actitud y modelo. Cada quien responda en sus adentros. No se atreven siquiera a mencionarlo.
¡Qué le va a importar a peña el asunto! Se requiere de dignidad institucional para reparar las enormes afrentas que nos han arrojado a la cara distintas potencias del orbe. ¿Si no podemos ganar una historia que nos pertenece, cómo vamos a afrontar a la cabellera naranja del “pato” que exalta la visión de Walt Disney, el genio? Quizá peña, no es seguro, haya disfrutado de alguna película de Mickey Mouse –en mis tiempos le llamábamos Ratón Miguelito… hasta que apareció miguel de la madrid y le robó el apelativo-, y hasta debió retratarse con el asno que acompaña a Winnie the Pooh. Y por eso cree que Trump no es sino Donald disfrazado en Patolandia.
¡Basta de tretas! No es así como se legitima el poder ni se prolonga el mandato. Fuera con toda esta mugre. ¿O quieren, de verdad, incendiar al país para entregárselo en bandeja al naranjero –no de Hermosillo-, de la Casa Banca?
Debate
Si alguna autoridad moral le quedaba entre la feligresía al Cardenal Norberto Rivera Carrera, la perdió, lastimosamente, al caer en el juego de los simuladores que creen combatir a Trump “uniéndose” alrededor de peña nieto, el genocida, corrupto e insensible mandatario que ha empobrecido al país entero en aras de sus propias complicidades. Está bastante más cerca del averno que de Dios.