Rafael Loret de Mola
16/02/17
*Ser buen Mexicano
*Intereses Asfixian
*Oído en la Frontera
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Nos tiramos la pelota constantemente; los mediocres, para justificas el ocio que ensucia el alma, lanzan denuestos a cuantos se atreven a dar la cara; los gobernados señalan al gobierno y sus temporales ocupantes como responsables del caos; los funcionarios insisten en la “irresponsabilidad” y “negligencia criminal” de cuantos convocan a paros y manifestaciones; desde los confesionarios, los religiosos se oponen al vanguardismo de la comunidad nacional; y las organizaciones sociales amenazan con linchamientos contra puritanos, escépticos y, sobre todo, traidores. Unos y otros, por cierto, creemos tener derecho a usar esta última condición para arrojarla al rostro de quienes NO coinciden con los criterios propios. Este es el México manipulado de nuestra era.
Como reacción hemos sido víctimas de imposiciones sin final, elecciones turbias o francamente devastadoras, persecuciones y aprehensiones con esquemas fascistas, de amenazas sin cuento que se traducen en un agudo temor basado específicamente en la ignorancia galopante y el desconocimiento de los factores reales del poder. En la misma proporción, al perder el otrora firme liderazgo latinoamericano, nos hemos convertido en hazmerreír de otros pueblos que han podido salvaguardar alguna dignidad en la defensa de su soberanía aunque se haya fustigado, sin piedad y hasta la muerte, a los líderes continentales de izquierda, desde Brasil y Venezuela hasta Centroamérica y el Caribe.
En el balance, perdemos. Y con enorme margen. ¿La razón? Sencilla: el gobierno no marcha en la misma dirección que los gobernados sino sólo simula hacerlo retóricamente para apaciguar la furia colectiva y mitigar los signos de su propia, inaceptable rendición ante el gran gigante universal dispuesto a arrebatarnos hasta la última gota, no sólo de nuestro petróleo sino de nuestra sangre. En esas estamos desde el oscuro día de noviembre cuando sesenta millones de estadounidenses sufragaron a favor de Trump provocando una división severa en las familias, las clases sociales y las comunidades de inmigrantes.
En lo personal más que la entronización del enajenado personaje me preocupa el hecho de que casi la mitad de los electores hayan optado por él y sus ideas demostrando que el racismo no se fue porque un afroamericano haya ocupado la Casa Blanca, ni la xenofobia se borró porque algunos brillantes personajes de origen mexicano estén en punta dentro del sector demócrata para tratar de hacer contrapeso a los excesos gubernamentales de los operadores de la Casa Blanca –la de Washington-.
En México, el señor peña nieto no reacciona y se empeña en NO mirar hacia el sur para formar el bloque que tanto necesitamos para frenar los avances despiadados de los hijos del magnate –como decir de la chingada, con perdón de nuestros lectores-, y concede a su impresentable colega norteño el privilegio de ofendernos cada día con nuevos y sofisticados señalamientos hacia el narcotráfico, por los súbditos y colaboradores de Trump sostenido y administrado, la escasa productividad de nuestros paisanos, a quienes debería agradecer los bajos precios de sus productos por el ahorro en mano de obra barata, y la permanente referencia a la escasa honradez de los nuestros cuando se ha evidenciado la especulación grosera de los multimillonarios que, éstos sí, roban a quienes se dejan en el camino de la abundancia.
Todas las ofensas revierten contra los siniestros figurines de la Casa Blanca quienes, apuesto cuanto quieran, en algún momento fueron drogadictos –o lo siguen siendo-, y se hicieron adultos matando animales en cacerías ventajosas para luego recriminar las costumbres y tradiciones ajenas. Ellos, además, se especializan en acribillar a los seres humanos.
En resumidas cuentas el ridículo gobierno mexicano ya debiera ponderar la posibilidad de llamar a su embajador, en este caso Gerónimo Gutiérrez Fernández, del círculo peñista y con un currículum apretado y bastante carrereado, para presionar de esta manera a la embajadora de los Estados Unidos, Roberta Jacobson, quien parece muy calladita porque los reflectores sólo son para su jefe, el presidente Trump en eso de los epítetos, sarcasmos y provocaciones de tercer grado ante la complacencia cobarde del canciller Luis Videgaray Caso y del patrón de éste, forjadores del clan –no cártel, por favor-, “Nuevo Grupo Atlacomulco” rival de los “Chicos de Almoloya”, en plena batahola.
Dicho esto, como pequeño preámbulo, pasamos a enumerar algunas de las condiciones para ser, en esta hora oscura, los atributos para ser un buen mexicano (a):
1.- Ejercer la soberanía popular para evitar los actos del mal gobierno y llevar a la cárcel, por muchos años, a los predadores del presupuesto y de la vida nacional. Para ello es menester NO caer en el juego de NINGÚN partido político, ni siquiera los que se dicen salvadores y arrastran basuras como Manuel Bartlett y otros, asesinos y represores en su más alto nivel con conocimiento del icono Andrés Manuel. ¿O vas a negar, ahora, Andrés, cuanto conversamos sobre estos arribistas, en mi casa, varias veces? Ahora resulta que se vale, porque tú lo dices, utilizar a los demonios para poblar el cielo de la renovación “moral”… como dijo lo haría miguel de la madrid.
2.- No dejar sin contestación ninguna de las bravatas y ofensas de Trump, por mucho que se diga superior por el uso de la fuerza, considerando que contamos con apoyo bastante de los hermanos del sur y de no pocos gobiernos europeos, asiáticos y africanos. Otra cosa es cobardía.
3.- Hacer producir a la nación con manos mexicanos y exigirle al gobierno la cancelación de las concesiones mineras, a grupos de Canadá e Inglaterra –los principales aliados de la Unión Americana-, y de la venta de crudo a los Estados Unidos si no eleva los precios del mismo al justo nivel y sin el esquiroleo grosero de los árabes a quienes también desprecia Trump.
4.- Sobre todas las cosas, EXIGIR el fin de la administración peñista y de un Congreso rebosante de ignorantes y patanes. Sí, designar a un substituto, sin partido político, bajo presión del colectivo, para que convoque a elecciones con reglas distintas y forme una representación legislativa digna y recta. No es tan difícil como se pretende. Basta, insisto, con poner a la clase política ante el paredón de la justicia y exhibir sus tropelías aunque deban compartir celdas con los narcos no extraditados aún, llenas como están las cárceles para publicidad banal.
5.- Enseñar a nuestros hijos, primero que los juegos cibernéticos que les afectan las neuronas, los conceptos torales sobre familia, comunidad y patria, mejorando la comunicación en aras de salvar los valores esenciales.
Comencemos con ello para no ser parte de la execrable generación de los derrotados. ¿Lo somos ya?