Rafael Loret de Mola
15/02/17
*Políticos Ignorantes
*Payaso en la Moncloa
*Un Tributo Pendiente
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Una joven y audaz reportera, con acreditaciones para hacer entrevistas en el Palacio de San Lázaro, tuvo la brillante idea, con motivo del centenario de la Constitución General Política de los Estados Unidos Mexicanos, de hacer una evaluación entre los legisladores bastante más simple, y no capciosa, que las endilgadas al magisterio rebelde con el propósito de exhibirlo; por supuesto, el secretario Aurelio Nuño Mayer jamás había pasado del primer planteamiento pero cobra como si fuese un sabio y dilecto conocedor de la conflictiva mexicana.
Pues bien, vídeofilmados, ninguno de los entrevistados pudo contestas preguntas tan simples, para cualquier estudiante de secundaria –suponemos que así es-, cómo cuántos artículos tiene la Carta Magna -136 para los neófitos-, cuál es la norma que rige las relaciones laborales –el artículo 123-, las educativas –el tercero-, las agrarias –el veintisiete-, amén de que la chica se olvidó interrogarles sobre el artículo 39 que alienta a la soberanía popular por encima de la fuerza jurídica de otros poderes de la Unión, incluyendo, claro, el Legislativo cada día formado por elementos “populares”, sin que tal sea peyorativo, a marchantas expertas en el arte de gritar… como las plañideras de otros tiempos.
Hace ya varios años, sugerimos la posibilidad de que, para acceder a cargos parlamentarios –bueno, legislativos para evitar enfados de los doctos-, debería tenerse una formación mínima como litigante, abogado o jurisconsulto, para poder ejecutar la función principalísima de los congresistas, la de hacer y evaluar las normas para adaptarlas a la evolución permanente de la sociedad. No es posible que se salte, por ejemplo, de una carpa a la Cámara de Diputados en aprovechamiento de “celebridades” tan famosas como ignorantes. Los resultados están demasiado a la vista para indecoro de nuestro precario sistema político.
Desde luego aquella tesis podría observarse como elitista –sólo para expertos en Derecho-, lo que sería francamente discriminatorio para otros grupos sociales que son o deben ser contrapesos a poder inmenso del presidencialismo asfixiante, aspiradora de facultades más allá de las muchas otorgadas por el mandato superior, y con derecho a ser vistos, escuchados y atendidos –en la utopía claro-, por los demás miembros de la comunidad nacional.
Significaría tanto como volver al concepto del romano Consejo de Ancianos en donde la edad era signo de sabiduría y no motivo de desdén ni de humillante referente como estilan ahora los jóvenes apegados al “Call of Duty”, en donde los chicos aprenden las estrategias bélicas y se dan gusto “despachando” a cientos de adversarios como quizá algunos mexicanos maltratados quisieran hacer, en vivo, con quienes los discriminan dentro de la moda Trump, tan fructífera entre fascistas, neonazis y fundamentalistas de occidente.
Lo que debemos exigir, cuando menos, es un mínimo de conocimientos, históricos y legales especialmente, a quienes resulten ungidos con el voto universal. Por ejemplo, no es posible que quienes juran “cumplir y hacer cumplir la Constitución…”, no sepan de que va la cosa ni puedan, por tanto, defender principios asentados en ella como pilares de nuestra peculiar democracia a la que escalan, no por efecto de la voluntad general sino por la amalgama mediática y grillera de un sistema caótico y ya caduco.
Los reprobados, en el examen periodístico, deberían hacerlo de verdad para no avergonzar más a sus representados con respuestas tan pueriles como “no tengo el dato” o consultas rapiditas a Internet, mientras el colega sufría, para poder responder y no hacer el ridículo. De alguna manera, los navegadores cibernéticos se han convertido en los modernos “acordeones” pero con un defecto: no permiten aprender, como sí se podía cuando se transcribía lo importante y algo quedaba atrapado hasta en las mentes más reacias. Todo fue evolucionando y ahora el deleite es ser culto por las redes sociales en donde tantos creen saberlo todo y además lo discuten sin más bases que las líneas superficiales de Wikipedia.
Y lo más vergonzoso es el papel de ciertos intelectuales, como varios de quienes se asoman a las pantallas chicas, que se atemorizan y bajan la cabeza ante el imperio presidencialista de la actualidad; lo hicieron, por ejemplo, cuando el vocero de peña nieto, Eduardo Sánchez Hernández, defendió, hasta la cima de la farsa, la versión de que su patrón jamás había sido conminado a acordar con Trump respecto a envío de “tropas” a México. Como pajaritos, los editorialistas electrónicos, con más bulbos y transitores que células grises, cayeron en el juego mientras la audiencia rodaba por las carcajadas. Ya Trump había expresado, sin la menor cautela, que el tema se trató y que el “amable” peña accedió a cumplir con las condiciones y la “colaboración” de elementos militares de Estados Unidos en la lucha contra el narcotráfico. Una burla.
Los rostros de los dos convocados a dialogar con el vocerito –de bajo perfil para no caer en el peligroso espacio de Rubén Aguilar Valenzuela, vocerito también de fox-, significaron una sobrada prueba del dominio del poder Ejecutivo sobre algunas voces tímidas que dependen tanto de los estipendios públicos que no se atreven a hablar. Es el círculo perverso que cierra todas las salidas a la verdadera autonomía que es fuente de imparcialidad y no de complacencias al estilo de quien, por ejemplo, niega la objetividad, bastión de la crítica, para justificar sus propios pecados derivados de las interrelaciones descaradas con las fuentes públicas. Si me piden nombres les doy uno: Carlos Marín.
Conformar el Legislativo con marchantas y verduleras –sin el menor afán de molestar a quienes lo son de verdad y se ganan la vida con enorme esfuerzo, mucho mayor al de los cabilderos de las funciones oficiales-, equivale a extender las vías del periodismo a los chamacos malcriados que se nutren de los rumores de las redes sociales para conformar una línea paralela, pero muy distante, a la verdad, a veces exagerando los hechos o negándolos como si la vida real pudiera convertirse en un mero guión de película barata, sin posibilidades, claro, de alcanzar un Óscar aunque, me dicen, que ahora el trofeo llevará el nombre de “Donald”… para honrar a Walt Disney. Es broma, claro, porque ahora hasta los sarcasmos deben explicarse para que nadie los tome en serio.
México está desecho por la división y, sobre todo, la ignorancia. Por ello se aprobaron las reformas peñistas con los pies y el aval de dirigentes maiceados. Ya lo sabemos; basta con dialogar con un diputado para darse cuenta del atroz estado de la estructura gubernamental. ¡Muera el mal gobierno! La sentencia sigue vigente.
Debate
Mariano Rajoy Brey, gallego como Franco y presidente del gobierno español desde 2011 –logró su reelección a lo largo de un año de deliberaciones y tras dos jornadas comiciales plagadas de vicios procesales-, perdedor en dos ocasiones ante José Luis Rodríguez Zapatero desde la salida del chaplinesco José María Aznar en 2004, decidió, “democráticamente”, mejor dicho de manera unilateral y ventajosa, telefonear a Trump para proponerse como mediador con quienes en Latinoamérica no le aceptan dada la “situación privilegiada” de su país en el sur del continente, desde el Bravo hasta la Patagonia.