Desafío

Rafael Loret de Mola

7/02/17

*Campeón en Política
*Daños Irreparables
*Versiones de Bípedos

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Hay una severa pugna para resolver cuál de las condiciones prevalecientes en la política mexicana lidera los ánimos y las voluntades de cuantos, empadronados ya –algunos sólo para obtener una credencial de identificación y no con la decisión de acudir a las urnas-, se enfrentan a una situación caótica ante la perspectiva de directivas partidistas ajenas a la realidad y ensoberbecidas entre provocaciones mutuas… como si el resto del país no existiera. Desde luego, en un análisis objetivo, imperan dos términos dentro del abundante léxico de la parodiada jornada electoral: negligencia y abstención.
La negligencia, a nuestro entender, va ganando la carrera por escaso margen dado que se encuentra en ambas partes, esto es dentro del atroz régimen de gobierno cuya insensibilidad es notoria y también entre la ciudadanía hastiada de que le vean, repetidamente, la cara sin capacidad para encontrar una salida digna destinada a la evolución democrática y no a su penoso empantanamiento, cada vez más notoria a causa de la ingente corrupción y de la ausencia palpable de gobierno. Vacío de poder, le llaman los analistas desligados de las esferas oficiales. Prefiero el primer término porque refleja mejor la cobardía y la insensibilidad de quienes se postulan sin saber cómo actuar al ser “electos”, monederos u despensas de por medio, y nos conducen, inmisericordes, hacia el abismo del “estado fallido”; sin remedio, dirían los de la pluma fácil.
Esta actitud desdeñosa, ausente, resguardo de la prepotencia diríamos, suele ser la que marca ahora las interrelaciones entre la desprestigiada clase política y los gobernados porque quienes integran la primera parecen desconocer que son los segundos, todos nosotros, quienes deberíamos tener la sartén en la mano para condicionar el destino general a los avales generales y no a los momentáneos arreglos soterrados de los líderes partidistas. ¿Se hubiesen imaginado, hasta hace muy poco, una amalgama electorera entre el PRD y el PANAL, fundado y financiado por “elba, la momia del cadalso” –siguiendo la saga cinematográfica, mexicana y estadounidense, con redituables taquillas fundamentadas en el morbo público-, a pesar de la diferencia extrema respecto a las condiciones de sus orígenes e ideologías? El PANAL, de miel seguramente bajo los auspicios de los gobiernos de derecha chantajeados, nació por el berrinche de una dama, ex secretaria del PRI, con los más altos estándares de la traición. Y el PRD, en cambio, comenzó su andar siendo cauce de un amplio sector de mexicanos progresistas quienes, por supuesto, se fueron quedando en el camino, decepcionados, al observar cómo la opción se convertía en un valladar más para la libre expresión de las voces arrumbadas por la ausencia de representatividad real.
Tal factor, desde luego, es el que obliga a meditar acerca de si el abstencionismo, o la decisión de anular el voto –senderos que tienen convergencias paralelas si bien el segundo intenta servir de tapadera a los enjuagues de los escrutadores-, como una reacción valedera ante el desprecio oficial y la constante imposición de candidaturas que no obedecen a la militancia sino a las conveniencia de las respectivas cúpulas de poder. ¿Cómo impedir o protestar, siquiera, ante esta constante manipulación que converge hacia las alianzas turbias, las incongruencias entre el actuar en los foros nacionales y proceder diametralmente diferente en los regionales y la abierta indefinición de principios y destinos? El poder por el poder no lleva consigo la mínima noción de democracia; y bien que lo saben cuántos medran con sus respectivas truculencias soterradas. ¿Ochoa o Anaya? ¿O acaso Andrés Manuel? ¿Se puede elegir entre éstos aun cuando los candidatos, algunos de ellos, se digan impolutos y avancen porque, sencillamente, no se les conoce en sus respectivas jurisdicciones? La negligencia partidista conduce al hastío general y éste a la subversión de las conciencias. Cuidado, estamos jugando con fuego.
Y la negligencia se observa en todos los niveles y conduce a repetir hechos ominosos sin la menor justicia, esto es siquiera un seguimiento judicial a los autores intelectuales –por omisión si se quiere-, de algunos de los graves sucesos a lo largo de los años recientes. Por ejemplo, el incendio de la guardería ABC de Hermosillo, donde perdieron la vida 49 bebés –a veces lamento, y el pensamiento lo detengo porque no deseo tal mal a nadie, o debería, que alguno de los mismos fuera descendiente de los socios, encabezados por Altagracia Gómez del Campo y otros parientes más de Margarita Zavala, la mujer de calderón quien ahora es pretensa postulante y rebasó ya las expectativas de Martita, la de las muchas faldas-, no dio lugar a una indagatoria profunda sobre los verdaderos responsables; y la tremenda similitud de este hecho, con casi seis años de diferencia, con la voladura irracional del Hospital Materno-Infantil de Cuajimalpa, con saldos mortales igualmente, es demostración fehaciente de que la clase en el poder no tiene interés alguno en el dolor de los gobernados porque apuesta todo al enriquecimiento ilícito, nepotismo de por medio.
En estos hechos están conectados los tres partidos con el ex gobernador priísta de Sonora, Eduardo Bours Castelo, y el panista Juan Molinar Horcasitas, ya extinto, entonces director del IMSS en los planos superiores además del negociante Guillermo Padrés Elías quien, con descaro inaudito, sacó raja política del primer desgraciado evento; en el segundo de los casos, las concesiones a las empresas de gas son federales pero el descuido de las instalaciones hospitalarias del Distrito Federal corresponde a los gobiernos perredistas o casi de la misma filiación porque Miguel Mancera no tiene aún el valor de definirse-, en pleno auge del nepotismo y la complicidad. ¿Quién NO tiene manchadas las manos de sangre?
Otro caso de profunda negligencia es el que relaciona las tremendas fallas estructurales de la Línea 12 del Metro en el Distrito Federal con la premura y ambición de Marcelo Ebrard Casaubón quien, desde hace años, perdió toda posibilidad de mantener su ruta personal hacia una candidatura presidencial… como en el caso, por otros motivos, del hacendario y canciller Luis Videgaray Caso, del PRI. Ebrard pretendió “defenderse” sin ponerse a pensar cual habría sido el destino de los usuarios del servicio en cuestión si no se hubiera detenido, a tiempo, la circulación de los vagones: el colapso habría podido costar decenas de vidas que cargaría en su conciencia. Como se previno un desastre mayor, ¿es válida una defensa bajo la premisa de ser víctima de una conjura política? Y todo por las amplias, generosas comisiones que se pagaron a la superioridad defeña, es decir a Ebrard y compañía, por la utilización de materiales defectuosos sin la menor precaución además. Marcelito, el antiguo carnal de Andrés Manuel, debiera pensar dos veces sus desplantes histriónicos.
La peor negligencia, sin duda, estriba en posibilitar el regreso de la vieja escoria –en cada uno de los partidos la hay y sobradamente-, sin ningún juicio de por medio a pesar de las múltiples evidencias sobre asesinatos, represiones, candados e intolerancias de la clase política en el poder, incluyendo desde luego al Legislativo y el Judicial. ¡Y todavía algunos se preguntan por qué hay tantos renuentes a votar en este y el próximo año! La respuesta es bastante obvia: porque han perdido la fe y sólo esperan el milagro de un cambio sustantivo, no de partidos sino del sistema mismo, algo bastante distante de la realidad actual… aunque el mundo avanza a otro ritmo mucho más veloz.

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