Rafael Loret de Mola
20/01/17
*Día de Penumbras
*Plan de Carstens
*Una Encuesta más
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Nos ganó el tiempo y entramos hoy a la era Trump con nuestro gobierno vulnerable y una sociedad que no parece estar dispuesta a soportar nuevas afrentas y humillaciones aun cuando los mexicanos, es por todos sabido, formamos la comunidad más aguantadora del mundo y la de mayor resistencia ante los embates de los malos gobiernos. Llegamos al peñismo, sí, pero después de haber padecido décadas de frustraciones y desviaciones, desde el salinismo abyecto hasta la guerra de calderón pasando por las simulaciones de zedillo y la amargura de un prometido cambio traicionado al primer minuto de diciembre de 2000.
No sé cuánto nos toque de responsabilidad a cada uno de nosotros, sobre todo a los conformistas empeñados en creer en los milagros sexenales jamás logrados, ante golpes tan arteros como los magnicidios de 1993 y 1994, la venta neoliberal del zedillismo, la falsedad hiriente de los fox, la inigualable torpeza de calderón convertido en un alfil belicista de la peor calaña y el desbordamiento general a manos de la irresponsable e insensible administración de peña, la peor en largo tiempo.
Pero todo ello podrá sopesarse hoy, en el día de Trump, cuando el nuevo inquilino de la Casa Blanca comience su gestión destinada a asfixiarnos como supuestos responsables, una idea absurda, de los males del norte continental bajo la idea de que solo exportamos drogas y criminales, además de ladrones especuladores, para justificar la inminente deportación de tres millones y medio de mexicanos y la edificación del muro de la ignominia.
¿Pudo evitarse tal lacerante ofensa? Por supuesto que sí y desde 1986 cuando inició el camino hacia el Tratado de Libre Comercio de América del Norte para paliar la idea justiciera del argentino Raúl Alfonsín Foulkes, en el sentido de organizar un “club de deudores” para enfrentar al agio internacional como primer paso para integrar una suerte de unión latinoamericana. Con esta fortaleza, tres décadas después, el club y la unión habrían fortificado al centro y sur del continente hasta situarnos, si no a la par, cuando menos en una situación bastante más ventajosa que la avizorada hoy.
Pero no. Se impusieron los bastardos intereses de la clase política y la ceguera de los mandatarios mexicanos que han sido, para dar cauce a las ambiciosos dueños de los grandes consorcios trasnacionales quienes ahora, como ya observamos con el retiro de la Ford y la Fiat amén de las amenazas a la Toyota, están dispuestos a darnos los golpes de gracia necesarios para obligarnos a aceptar los términos de un gobierno estadounidense xenófobo y fascista.
Nunca hubo un plan “B” para intentar encontrar alternativas, por ejemplo, en la Unión Europea pese a los intereses hispanos que se han salvado gracias a sus ventajosas inversiones en México –así lo reconocieron Francisco González Rodríguez y sus socios desde 2009 y tal se ha alimentado al paso del tiempo-, y la urgencia de diversificarse hacia el sur –digamos con una política bilateral fuerte con Brasil y Argentina, también en este momento víctimas del injerentismo anglosajón-, para presionar y frenar al gigante norteño. La manipulación financiera se convirtió en un arma más poderosa que las desplegadas por el gobierno de Washington en Oriente Medio.
No hay tiempo para negociar ya salvo una cuestión: la sucesión presidencial, en México, en 2018. El favorito de la Casa Blanca, sin duda, es Luis Videgaray Caso, el flamante Canciller quien reconoció su ignorancia en cuestiones diplomáticas pero no así con relación al creciente entreguismo de la administración peñista. Una vergüenza.
Por supuesto, cualquiera de los futuros electores se carcajeará ante tal hipótesis dado el rencor que se guarda, por igual, a peña y Videgaray, causante de las intrigas palaciegas más exitosas. Pero, por desgracia, no puede cantarse victoria adelantando el rechazo colectivo a cuanto huela a estos personajes. Sin embargo, si la estructura electoral estadounidense pudo colapsarse por el “hackeo” desde Rusia, ¿qué podemos esperar ante la parcialidad del Instituto Nacional Electoral, del racista Lorenzo Córdova Vianello y de los consejeros atrapados en su mediocridad y ambición? No creo que sea un gran disparate intuirlo cuando las experiencias recientes -2006 y 2012- demuestran lo fácil que es vulnerar la voluntad del colectivo con fraudes de sofisticado método.
Por otra parte, pese a sus deficiencias coronarias y su edad –tendría 78 en 2018-, el enjambre de apoyos en la redes sociales al ingeniero Carlos Slim Helú se detiene en un punto medular: ¿quién si no él sería capaz de sentarse en la oficina oval para amortiguar los despropósitos del “pato” Donald? En lo personal, la idea de alimentar a la oligarquía es detestable, pero bien podría ser útil para substituir al señor peña si éste resuelve, por dignidad, solicitar licencia definitiva y alejarse cuando, como hoy, la marea lo arrastre.
Es penoso, sí, que hable de “defender la dignidad” ante las advertencias de su colega estadounidense cuando sabe, a ciencia cierta, que carece de alternativas para intentar, siquiera, amortiguar el colapso que se nos viene. No ha podido siquiera con la reacción por sus torpezas recientes –el gasolinazo, las alzas subsecuentes del gas y otras mercancías, el retorno con calzador de Videgaray al gabinete, la insistencia de programar nuevos precios del combustible, con un ocho por ciento más, en febrero y marzo, el fracaso de su “pacto” supuestamente destinado a beneficiar a las familias sin hechos prácticos, la caída incesante del peso ante el dólar y la marcada incertidumbre de los inversionistas potenciales-, y parece utópico que salga, espada en mano, listo a cruzar debates con el desatado Trump quien se siente invulnerable.
Lo dijimos hace unos días: la llegada del “pato” Donald es el mayor desafío de cuantos hayamos confrontado los mexicanos desde la revuelta revolucionaria de hace más de un siglo; de mayores consecuencias, incluso, al genocidio de Tlatelolco y a los sucesos de la misma dimensión cometidos durante este régimen. Y, para colmo, la visita del rubio magnate a nuestra patria, a finales de agosto de 2016, sirvió para que éste le tomara el pulso a una sociedad herida y a un gobierno profundamente debilitado. Pasto para cualquier proyecto de intervención sea con la declaratoria de un “estado de excepción” o para templar la cuerda del ahorcado. ¿Qué puede hacer peña ante esta realidad incontrovertible?
Es un mal día para México; sobre todo porque, desde hace varios sexenios, han desfilado por el Palacio Nacional una cáfila de traidores.
Debate
La economía, a la baja con perspectivas de crecimiento casi nulas, es lo que mueve a los mexicanos a salir a las calles. Ni siquiera los sonados sucesos de Iguala, ni las matanzas militares en Tlatlaya y Tanhuato, provocaron las reacciones furiosas derivadas de la subida arbitraria de los precios de los combustibles. Es más, nadie entiende –salvo los economistas oficiales-, cómo es que enviamos crudo a los Estados Unidos, a precios de oferta, y nos devuelven el producto, refinado como gasolina, para cubrir el 53 por cierto de nuestro mercado. Tal es el absurdo mayor en un país que se preciaba de ser generador de petróleo.