Desafío

Rafael Loret de Mola

13/01/17

*Sólo una Semana
*Robo a Plusvalía
*Alcalde “Bonito”

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Ninguno de los golpes que el gobierno peñista nos ha asestado en los días recientes –el bárbaro gasolinazo, las protestas reprimidas que han dado lugar a la violencia y a los injustificables saqueos, la absurda y ofensiva reincorporación de Luis Videgaray Caso al frente de la Cancillería aun cuando no es diplomático según dijo, la obcecación del mandatario por defender lo indefendible y desafiar a sus gobernados más allá del rencor-, podrá equipararse a las consecuencias de la asunción presidencial de Donald John Trump MacLeod exactamente dentro de una semana.
Desde luego, la fobia contra México de este personaje, sólo equiparable a los peores fascistas de la historia, se ha hecho evidente ya con las advertencias a las compañías estadounidenses e incluso de otras nacionalidades que inviertan en nuestro país, como en el caso de la General Motors y la Toyota, de aumentarles severamente los aranceles si pretenden vender en los Estados Unidos desbaratando así, groseramente, los proyectos que podrían significar empleos valiosos para los compatriotas y un escape ante las tormentas financieras que se avecinan. Es tal su apuro por aislarnos que ya está listo a solicitar al Congreso de su nación que agilice el presupuesto para construir el muro de la ignominia; pero ello no significa una buena noticia, al evitarnos el desembolso forzado, porque conlleva una peor.
Aclaremos. Por principio de cuentas, es evidente que la nueva encomienda de Videgaray, cuyas herencias en la secretaría de Hacienda contra la propiedad privada no tienen tintes sociales sino estatistas, esto es en pro de un estado definidamente totalitario, tuvo el aval de Trump para desbordar al gabinete peñista, incoloro e inodoro, aun cuando el nuevo Canciller provenga del grupo mexiquense, el nuevo Atlacomulco, cuyas cabezas siguen siendo Arturo Montiel y carlos salinas, el jefe de todos los clanes.
Por supuesto, es claro que así mueve ficha en el ajedrez de la sucesión presidencial por increíble que parezca y confiado en el entreguismo pastueño de Videgaray, un sujeto que de plano rechazó la posibilidad de ser candidato al gobierno de su entidad –acaso midiendo las posibilidades de una presunta derrota priísta-, para retornar a su vieja posición de “delfín” aun cuando los momios contra su partido son absolutamente desoladores y parecen irreversibles por el efecto de su antiguo cómplice y amigo, enrique peña. A estas alturas ya se escucha el grito, en el barco del Institucional, de ¡sálvese quien pueda! Y son muy pocos quienes podrán sobrevivir al hundimiento; yo diría que, salvo por las maniobras ilegales oficiales, no parece haber ninguno capaz de hacerlo… ni negociando.
De allí la honda preocupación sobre la posible rectoría de Estados Unidos, en concreto de Trump, sobre los futuros comicios en México, reventados de antemano por las imprudencias partidistas, como el aval a las reformas peñistas, que han desatado la oleada de inconformidad y un hondo rencor en casi todos los mexicanos; la excepción, claro, son las marionetas del sistema y los esbirros de una administración con muy escasas posibilidades de salvar la historia, repudiada ya incluso por no pocos miembros de la vieja guardia priísta.
Esto es, con la mano de Trump –capaz de cooptar las infiltraciones al sistema electoral estadounidense provenientes de Rusia-, no es difícil prever, para el 2018 e incluso en las cuatro jornadas comiciales estatales de 2017, una grosera intromisión de la Casa Blanca en el manejo de tendencias –léase encuestas tendenciosas como las que ya se están dando elevando a la santidad a Margarita de calderón a los altares de la impunidad-, y escrutinios, con bastante menos sofisticación que lo observado en noviembre pasado cuando Hillary Clinton registró una ventaja de dos millones 900 mil sufragios sobre Trump y perdió por la suma de los llamados votos electorales, los de cada estado de la Unión, posiblemente manipulados. La democracia está a punto de hundirse, allí y acá.
En esta línea, el barbaján Lorenzo Córdova Vianello, consejero presidente del Instituto Nacional Electoral, en plena tormenta por el alza general de precios, decidió repartir bonos adicionales a sus compañeros de bandidaje acaso para mantenerlos bajo el control de la complicidad. Un signo muy preocupante y desalentador detrás de cuanto ha venido sucediendo por las explicables protestas públicas y el clamor en pro de la licencia definitiva del señor peña. Es como colocar un sello para identificar los anhelos… de los traidores.
Sólo así puede avizorarse la posibilidad del continuismo priísta por la senda de corrupción y, peor aún, bajo los auspicios de Trump quien, de todas maneras, no podrá quedarse con los brazos cruzados ante el evidente desarrollo de la MORENA de Andrés Manuel en plena debacle de la partidocracia. El desprecio a los demás partidos y la urgencia de encontrar un líder se imponen a la enfermedad y la intolerancia manifiesta del mexicano, López Obrador, quien mejor conoce al país gracias a su permanente campaña proselitista sin cargar sobre sus hombros las cargas de la responsabilidad.
Polémica
Y a todas estas, más allá de la indiscutible ventaja de Andrés Manuel en las preferencias de la ciudadanía –con bastante margen a su favor y unos 15 millones de presuntos sufragantes convencidos para su causa-, ¿quién es el único mexicano capaz de hablarle de tú al futuro mandatario estadounidense e incluso con la capacidad, económica sobre todo, para hacerlo entrar en razón evitando agravios innecesarios? El nombre aflora con la mayor naturalidad: Carlos Slim Helú.
Quienes sostienen la viabilidad de una candidatura independiente –aunque no desestiman que algún partido, de izquierda, optara por ella-, sólo encuentran un obstáculo: la edad del magnate quien ya cumplió setenta y seis años, tendría setenta y ocho en 2018 y ochenta y cuatro en el hipotético fin de su mandato. Seis más que Trump quien ahora rebasa los setenta, para revertir la línea de la juventud de casi todos los presidentes, demócratas sobre todo.
Obviamente el riesgo es el de una administración sesgada hacia las fuentes de la oligarquía si bien, como ya expresamos, podría ser apoyado por fuentes izquierdistas acaso alentadas y coordinadas por su gran amigo Felipe González Márquez, ex presidente del gobierno español y uno de los políticos que mejor entienden la filosofía de Slim en favor de una economía “de bienestar”, como le llama él mismo, en lugar de una consumista y empobrecedora.
Se trata, como me confió en alguna ocasión, de que el acceso a los satisfactores sea más parejo y, con ello, asegurar una distribución mejor del ingreso sin grandes utilidades para las empresas por cada consumidor a cambio de un mayor volumen de ventas; Slim se hizo esta pregunta:
–¿Para qué queremos más comercios si los pobres aumentan y no tenemos clientela? Necesitamos mercados en donde haya mejores compradores y nadie se detenga a las puertas de cada tienda de productos básicos; no así en relación con las de mercancías inútiles.
Digamos que, por azares del destino, quien ahora se ostenta como el séptimo mayor multimillonario del planeta –bien sabemos que puede retornar al pódium-, se convirtió en una suerte de potentado con banderas sociales. En México, todo puede ocurrir.

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