Rafael Loret de Mola
24/03/15
*47 Vítores del 94
*Nuevos “Bautistas”
*No hay Intercambio
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Me retrasé un día para evitar caer en la burda generalización de elogios sobre Luis Donaldo Colosio a veintiún años de su execrable asesinato en Lomas Taurinas, Tijuana, en donde las obras llegaron para modificar, de inmediato, la escena del crimen y confundir, todavía más, a cuantos deseen investigarlo ahora o en el futuro; porque, sin duda, la verdad saldrá a flote por la sencilla razón de que existen elementos de enorme importancia que no han sido analizados por la justicia pero perviven en la memoria de los periodistas de verdad, no de quienes acompañaron al candidato al lugar de los hechos y se atrevieron a publicar una versión, obtusa y sin denuncias concretas, ¡diez o más años después!
En mi caso partículas sólo una vez fui citado por la Comisión de diputados encargados de investigar los crímenes contra Colosio y Ruiz Massieu, una larga denominación para un conjunto de legisladores cuyas patrañas eran dictadas desde Los Pinos en donde, claro, vivía aún el mayor beneficiario de la tragedia, este es quien alcanzó el privilegio de la Presidencia con el apoyo trascendente y definitorio de Joseph-Marie Córdova Montoya, uno de esos perversos sujetos escurridizos y de importación con los sellos del salinismo y la barbarie. Cuándo se intentó sentarlo en el banquillo de los acusados, en 1997, urdió una maniobra enajenada: señalar a quienes le señalaban, los legisladores perredistas –no los priístas, supuestos y felices deudos de su abanderado acribillado a mansalva-, aseverándoles que podría él revirar sus denuncias, exhibiéndolos por sus “calumnias”.
Por supuesto, no lo hizo de manera temeraria sino con toda la fuerza del presidencialismo, la misma que lo rescató de la escena del crimen contra José Francisco Ruiz Massieu, en septiembre del mismo año, 1994, enviándole como representante de México al Banco Interamericano con sede en Washington, bien blindado a grado tal que apenas en 2013, el entonces presidente de la Bolsa Mexicana de Valores, el hombre de la mirada siniestra y escrutadora, Luis Téllez Kuenzler, ¡le designó consejero del organismo sin el menor ruido por ello! Protegido hasta decir basta es el icono mismo de la política infamada y cavernaria, todavía hoy cuando la corrupción se ha desatado.
Y es que, claro, para lanzarse al ruedo de la réplica se inventó una demanda por daño moral contra el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, entonces aspirante perredista al gobierno de la ciudad –cargo que ganó holgadamente y conserva el PRD hasta ahora, dieciocho años después y sumará veintiuno en 2018-, para ensuciarlo convirtiéndole en sujeto bajo proceso para inhabilitarlo como candidato en las vísperas de los comicios respectivos. Una maniobra tan burda obviamente concebida desde Los Pinos para sacar la pelota de la cancha del intocable franco-español que ni siquiera es doctor como pomposamente se dice. Una farsa de principio a fin con el sello ensangrentado de los salinas.
En diciembre de 1994, el simulador zedillo, ernesto de nombre, al asumir la Presidencia tras unas elecciones en donde privó el “voto del miedo”, temor sí a que los acontecimientos de aquel año –incluyendo el alzamiento neozapatista jamás investigado acerca de sus fuentes con los salinas-, se desbordaran y colocaran a nuestro país en el ojo del huracán, bajo el flagelo de la violencia. Finalmente, pese a prorrogar la imposición de la derecha –con el apoyo de la Casa Blanca y de los votantes que se creyeron el cuento del cambio-, en 2000, llegamos al abismo anunciado: el colapso de la paz pública y social que se extiende, de modo dramático, por cada entidad de la República.
Si no fue en 1994, pese a los doce tiros del ejército sobre los neozapatistas y el casi automático “cese al fuego” decretado de modo unilateral por salinas, lo es ahora dos décadas después. El objetivo se cumplió a costa de arañar el “estado fallido” por los constantes traspiés políticos y militares del “comandante supremo de las fuerzas armadas”, sí, el presidente peña nieto.
Para disfrazar esta condición ominosa se negocia con las capturas de algunos célebres “capos”: “EL Chapo”, a quien se descubrió en un complejo turístico de Culiacán sin más protección que su sirviente en el lobby, “La Tuta”, encontrado de hecho solo como divagando quienes ni siquiera opusieron resistencia como sí la hubo durante los operativos contra “Nacho” Coronel, en Zapopan, quienes integran ya el célebre “cártel del Paraíso” a donde recalan los muertos vivientes a quienes se cierran, con sus fallecimientos simulados, todos sus expedientes criminales. Lo grotesco se eleva a la utopía del mal… ya alcanzada.
Ojalá en este punto terminaran las cosas. Si examinamos la cadena de muertes oportunas desde entonces, es decir 1994, nos encontraremos con un hilo conductos: todos los que cayeron, varios desde el aire, habían tomado contacto con los poderosos grupos de narcotraficantes protegidos por algunos de los “padrinos” mayores que deambulan por la clase política contemporánea. Ya se ha mencionado a Manlio Fabio Beltrones aun cuando éste defendió su caso, airadamente, y replicó al New York Times sobre los señalamientos en su contra por sus supuestos nexos con el cártel de Juárez. Según me contó el propio Manlio, un año después de dejar la gubernatura de Sonora, el ardid se debió a otro distinguido priísta, Ricardo Canavati Tafich, primo de Bitar Tafich –el tercero dentro del organigrama del cártel mencionado en esos días-, y ex alcalde de Monterrey y ex legislador entre otros cargos obtenidos para mantenerlo tranquilo. El hecho es que ahora sendos personajes se dicen “muy amigos”.
Canavati, por cierto, dice haber protegido a Diana Laura Rojas viuda de Colosio ofreciéndole una casa en Monterrey de su propiedad. Con ello presumía de ser el único que podía ingresar al círculo de intimidad de la señora y de los niños huérfanos en el amargo año final de la misma, esto es hasta noviembre de 1994 cuando el cáncer se la llevó con vigilantes afuera de la sala de operaciones para cerciorarse de que ni en terapia intensiva pudiera hablar… como ella me dijo que tenía deseos de hacer para clarificar el drama de su marido y el de ella. Algo escribió pero le fue sustraído por su hermana quien se quedó, además, al cuidado de los pequeños. Ojalá que ahora, ya maduros, comprendan los orígenes del mal y no se dejen rodear por quienes se dicen amigos de su padre y su memoria cuando sólo tratan de encerrarlos en un círculo ominoso de silencios y mentiras. ¿O no es así Alfonso Durazo Montaño? Éste quien fue secretario privado de Luis Donaldo acabó entrando a Los Pinos en la misma función con vicente fox quesada y ahora es uno de los asesores de cabecera de Andrés Manuel López Obrador. Un saltimbanqui en toda la expresión de la palabra. Con la sangre de Colosio construyó, con sus adversarios, una carrera política francamente deplorable.