Desafío

Rafael Loret de Mola

21/10/16

*Impunidad, la Causa
*De los Infiltrados
*Casas de Fantasmas

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Las organizaciones no gubernamentales suelen tomar mayor importancia cuando los vacíos de poder se ahondan y la credibilidad oficial ronda por los suelos. Es el caso del presente. Para desgracia nuestra, el presidente de la República y los miembros de su gabinete parecen dar mayor importancia a simular que luchan arduamente por atraer inversiones -cuando la falta de seriedad fue desnudada por los empresarios chinos que ahora reclaman una fuerte indemnización por los gastos «no recuperables» tras la adjudicación cancelada para la construcción del ferrocarril rápido entre la capital y Querétaro-, que a la galopante crispación social cuyos efectos pueden ser devastadores contra el régimen en curso.
Es un hecho, y lo repetimos, que buena parte de la sociedad mexicana quisiera librarse de peña nieto; y que otro sector solicita, primero, resolver los entuertos creados por la administración actual, sobre todo los relacionados con la violencia desatada y los intolerables actos represivos, antes de retirarse por incapacidad; y unos más alegan que cuando llegue diciembre, peña deberá solicitar licencia, agobiado por sus males físicos.
El caso es que únicamente un puñado de panegiristas estima, con una ceguera total, la prefabricación de sendas trampas «en contra del presidente» para convertirlo en protagonista de todos los dramas como «si fuera gendarme de Iguala». Esta hipocresía podría exonerar, igualmente al repulsivo ex mandatario de Guerrero, ángel aguirre rivero, al secretario de la Defensa Nacional e incluso a la llamada «pareja imperial» Abarca-Pineda Villa por ahora bajo la asfixia de la cárcel en tanto, lentamente, se cocinan sus nexos tratando de evitar que tales lleguen demasiado arriba entre las jerarquías políticas.
En la misma línea, la de la impunidad, se dio la información sobre la socorrida casona de La Palma, en Sierra Gorda números 150 y 160, propiedad -se dice- de la primera dama como resultado de sus ahorros y créditos bonancibles, si bien una de ellas fue cedida por Televisa a los diez días de formalizarse el matrimonio del entonces gobernador peña nieto y de la celebridad de las pantallas chicas, Angélica Rivera Hurtado. Por lo general, los mandatarios solían invertir en sus futuras casonas en el último año del sexenio so pretexto de encontrar un lugar donde vivir de acuerdo con la condición de ex presidentes. ¿O acaso el señor peña nieto está pensando, en serio, en retirarse muy pronto? De ser así nos saldrían baratas las residencias.
Más allá de frivolidades y notas para las revistas rosas -una de las malas ideas importadas de España en donde la aristocracia parece estar siempre en un escenario teatral para solaz de los plebeyos, es decir la «prole» en el vocabulario de Mónica Peña Pretelini-, la realidad indica que si durante el oscuro sexenio de calderón las cifras de las mismas ONG situaron en cien mil el número de víctimas y en veintisiete mil el número de «desaparecidos» -por desgracia el transcurrir del tiempo es una paletada sobre los sepulcros, aunque tal no se acepte, explicablemente, por quienes sufren las ausencias expandiendo el rencor-, en cuanto va del sexenio peñista existe registro de más de cien mil muertos como consecuencia de la guerra intestina entre mafias más nueve mil personas cuyas ausencias parecen inexplicables para la autoridad.
Es lo anterior lo que se sitúa, desde luego, en el nivel de la mayor impunidad, inaceptable en todos los sentidos, causa de la proliferación de las punibles acciones, tantas veces bajo la protección de una autoridad coludida. Como los asesinatos y secuestros no son castigados ni perseguidos judicialmente -salvo contadas y escandalosas excepciones como la de los normalistas de Ayotzinapa y los civiles masacrados de Tlatlaya-, se recrudecen y repiten las vandálicas «estrategias» para silenciar las voces de la protesta.
Esta es la tesis, muy válida, de las ONG que buscan explicaciones al desarrollo imparable de la barbarie. La única certidumbre es que nada le ha salido bien a peña nieto en este renglón. Ni la baja de la Secretaría de Seguridad Pública, ni la Comisión adherida a la rebasada Secretaría de Gobernación, ni la Gendarmería Nacional sólo útil para mostrar el maquillaje en los desfiles muy al estilo de «Toy Story» y los soldaditos verdes, ni los consejos del colombiano Óscar Naranjo Trujillo, han tenido proyección y buenos resultados; por el contrario, al andar el tiempo se ha evidenciado que las pretendidas «soluciones» se las ha llevado el viento de un solo tirón. Y ya no parece tener peña más falsos ases en la mano.
Bueno, sí: le falta una sola jugada, la misma que nos adelantó cuando lo entrevistamos en sus oficinas de la representación del Estado de México a principios de 2010 -con motivo de la elaboración de «2012: La Sucesión», mi última obra en la censora Océano-. Nos dijo que pretendía formar una policía de elite, al estilo de la DEA estadounidense -no sabemos si para espiar al resto del continente y a la Unión Europea, expresado con sarcasmo-, con centrales útiles para la localización de criminales, cárteles y todo tipo de bandas. Ya para entonces se contaba, además de CISEN, con un búnker blindado sobre la avenida Constituyentes, en la ciudad de México, para solaz y divertimiento del inalcanzable genaro garcía luna. Me quedó la duda sobre si quien ya parecía el «futuro presidente», obviando los sufragios, tenía o no conocimiento de los mismos.
Tras los vergonzosos sucesos de Iguala y Cocula, en donde cuarenta y tres jóvenes, fueran o no rijozos, fueron reprimidos, perseguidos, y de acuerdo a la increíble versión oficial, asesinados y quemados vivos, después incinerados aunque las condiciones meteorológicas -una fuerte lluvia y la consiguiente humedad- no posibilitaban prender una gigantesca hoguera durante catorce horas para, supuestamente, desaparecer los rastros de los crímenes abominables. Y a todo ésto hay quienes consideran la mentira como «una trampa» para aumentar el rencor hacia peña nieto y no fruto de la criminal negligencia del gobierno estatal y del federal en una región de alto riesgo y supuestamente controlada por la XXVII Zona Militar bajo el mando del general Juan Manuel Rico Gámez, quien explicó las omisiones de su tropa, durante las jornadas del 26 y 27 de septiembre de 2014, por considerar que perseguir a los «provocadores» era una función propia de la policía municipal… asociada con los narcos de «Guerreros Unidos». El círculo de la impunidad se cierra.
¿Acaso no existen suficientes elementos para procesar al comandante de la zona militar al igual que exigir la renuncia del secretario de la Defensa, general salvador cienfuegos zepeda, además responsable principal del ocultamiento venal de la masacre de Tlatlaya, en el Estado de México? Y, por supuesto, no puede olvidarse que en la línea de mando es el Comandante Supremo, esto es el presidente de la República, el primero. Y es por ello, y no gratuitamente, que la exigencia múltiple -me atrevería a decir mayoritaria-, señala la salida de peña para comenzar a recomponer las heridas sobre el tejido social antes de que sean mortales de necesidad. Ya estamos casi desahuciados y no lo entienden así en la cúpula gobernante.

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