Desafío

Rafael Loret de Mola

28/09/16

*MIRAR MORIR, LA CINTA
*LOS MUROS DE IGNOMINIA
*LOS CRÍMENES DEL MIEDO

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El sistema Netflix estrenó una interesante película sobre el doloroso caso de Ayotzinapa-Iguala-Cocula, en Guerrero, exhibiendo no sólo la negligencia brutal del ejército mexicano sino igualmente a los politicastros bananeros coludidos con el mismo, entre ellos el presidenciable Miguel Ángel Osorio Chong, de quien se duda pueda llegar no a la Presidencia –una utopía para los priístas-, sino a la candidatura que la busque. También se ridiculiza a Jesús Morío –Murillo- Karam, el procurador que es tan mentiroso que hasta su apellido modificó para castellanizarlo.
La exhibición del drama, desde el punto de vista de quienes han visto desaparecer familiares y amigos, levantados por elementos del crimen organizado obviamente protegidos por personajes tan siniestros como los Abarca –el matrimonio del diablo por ahora enjaulado por separado-, cuya colusión con las mafias inició mucho antes de que el PRD, y Andrés Manuel López Obrador, se fijaran en ellos para ganar la alcaldía de Iguala y, desde ésta, asegurar a los facinerosos con mil máscaras. “Toda la sierra -exhibe la película-, es un cementerio clandestino”. Y por supuesto TODOS los personajes mencionados lo sabían a no ser que fueran tan ingenuos, tan tontos, para no darse cuenta de los sucesos anteriores y posteriores en el triángulo dorado de la amapola, misma que ya substituyó a la producción de marihuana porque la mafia china requiere más de ella para extraer el opio que tanto necesitan y, por supuesto, con mayores réditos.
Esta teoría hemos venido explicándola desde hace, cuando menos, más de un año, con la aparición de “Empeñados”, el maltratado libro de mi autoría con distribución pésima y nula publicidad bajo los auspicios de JUS, la única que se atrevió a publicarla debo reconocerlo. En esta obra cuento, además, los nexos entre las compañías mineras, canadienses en su mayor parte, los narcotraficantes y los políticos rastreros, locales, estatales y federales –más estos últimos-, dispuestos a negociar entre ellos sin importar signos partidistas.
Al respecto, las explicaciones suelen ser demasiado tibias y vergonzosamente marginales, como las de los dirigentes perredistas que exaltaron, desde el 2012, el futuro político del capo José Luis Abarca y su entrometida esposa, María de los Ángeles Pineda Villa, quien ha perdido a dos de sus hermanos en batallas entre mafias y algunas voces consideran que es hermana no de los Pineda sino de los Beltrán Leyva, los reyes de las metanfetaminas de gran impacto económico en los Estados Unidos. En el círculo de las complicidades nada es del color con que se mira, parafraseando a Martí.
Al respecto, preocupa que los muy entrones legisladores de la izquierda –aunque riñan por ahora el PRD y Morena, al final habrán de unirse si no son suicidas-, listos a defendernos de cualquiera de los permanentes traspiés del enfermo peña nieto –ya no es posible disimular los males que le aquejan-, no hablen de temas relevantes como el de las interrelaciones entre el gobierno y el narcotráfico –cómo sí se hizo en Colombia durante el “reinado” de Pablo Escobar Gaviria-, y aleguen poco, demasiado poco, cuando alguno de los suyos, sobre todo alcaldes, es brutalmente sacrificado. Ya sabemos que, en México, “el miedo no anda en burro”.
Lo mismo sucede con los voceros oficiales que festinan las confiscaciones calculadas de estupefacientes –la amapola corre con mejor suerte y, por lo general, lo cargamentos detenidos son de cocaína-, cuando bien saben que el mercado del norte está bajo control de las agencias de “inteligencia” de Estados Unidos que son las encargadas de fijar los precios con la consiguiente gran tajada para ellos; un ahorro, desde luego, muy democrático para decirlo en el tono y en la línea de Barack Obama.
El propio Obama insiste en que una nación que se rodea de muros, con referencia al que intenta colocar el miserable septuagenario Trump en la frontera norte de México, acaba por ser prisionera de sí misma con el acotamiento consecuente a la libertad y al sentido humanista que, en la teoría, deviene de este modelo sociopolítico tan mal aplicado siempre; y en este punto me detengo para reflexionar si la permanencia de algunas monarquías –Gran Bretaña, Dinamarca, Suecia, España, Holanda y las de África-, no son consecuencia del caos que suponen las decisiones colectivas siempre empañadas por un sector radical. Aun así, prefiero la ruta democrática a los imperios basados en cuentos tales como “el derecho divino de los reyes”. Balandronadas sólo creíbles para los ingenuos o los agraciados.
Así funciona, igual, el sistema político mexicano y, por ello, en el fondo el gobierno no se preocupa por el muro anunciado por quien, ahora mismo, alcanzó y rebasó en las encuestas a la demócrata Hillary Clinton, enferma de un mal extraño –como le ha sucedido a otros dirigentes mundiales, incluyendo a peña que sólo ha logrado controlar sus males cancerígenos para prolongar la existencia y su mal gobierno-. Desde luego, el famoso contenedor ideado por el “pato” Donald Trump será muy útil para fines selectivos, esto es, para dejar pasar los tráileres cargados de drogas y detener a los viajeros asustadizos a quienes se les condena a esperar horas en los puentes internacionales, sobajándoles, para que entiendan su condición de inferiores luego de cruzar la frontera más transitada del mundo; la ausencia de equidad marca las pautas contra los mexicanos.
Nunca se habla, por ejemplo, que en El Paso, Texas, colindancia con la estigmatizada Ciudad Juárez –“la número uno” según cantaba Juan Gabriel de quien se ha hecho un culto bastante polémico-, radican los mayores predadores sexuales de los Estados Unidos a quienes se fijó residencia allí alegando las “oportunidades” para rehabilitarse y las mejores condiciones económicas de la urbe. Claro, les basta un “quarter” –veinticinco centavos de dólar-, para cruzar el puente fronterizo y pasar así unos días de barbarie sexual extendiendo la triste y lacerante historia de los “feminicidios” sin que nadie voltee hacia el otro lado del Bravo. Y este es sólo el punto de partida.
Si de verdad la guerra contra las drogas fuese en serio, la barda –mayor a la de Berlín que avergonzó al mundo hasta 1989-, serviría no para detener seres humanos cuya mano de obra es tan necesaria en el sur estadounidense, sino para frenar el paso de las drogas y de los criminales que se benefician con el tráfico, empezando con los grandes “padrinos” norteamericanos. En este sentido, México sería el principal interesado en su edificación obligando a los consumidores estadounidenses a cubrir el monto requerido y no al revés.
Claro, pero no hay igualdad ni siquiera decencia por parte de un gobierno vulnerable, temeroso y rebasado. Por eso, el señor peña ha sufrido la vergüenza de ser desairado por l demócrata Hillary Clinton quien no lo recibió durante la estadía del primero en Nueva York… y no por la neumonía sino como reacción a la intensa torpeza que significó la presencia de Trump en Los Pinos donde, sin rubor alguno, sin vergüenza diríamos, pretendió aplastarnos como si fuéramos el puerco espín del libro de Jeffrey Davidow, el ex embajador norteamericano en nuestro país, y Donald el “oso” gris de la película de terror. Denigrante, tanto, como cuando se izó el pabellón de las barras y estrellas en el asta mayor del Palacio Nacional en 1847, sin desagravio alguno.

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