Desafío

Rafael Loret de Mola

13/09/16

*¿Somos Independientes?
*Corrupción o Progreso
*Los Niños: Muchos más
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Los desprecios abiertos, sin la menor diplomacia, de la clase gobernante de los Estados Unidos hacia México –no sólo su gobierno sin la nación en general-, jamás habían alcanzado niveles tan bajos como las actuales; hubo, en el transcurrir de dos siglos de vida independiente, no pocas provocaciones y alguna sentencias infamantes del poderoso del norte e incluso, nada menos, dos invasiones sin causa justa, esto es para expandir fuerzas o dejar asentados poderíos a costa de humillaciones nunca subsanadas como sucedió en Veracruz –la entidad sacrificada por los extranjeros, otrora, y por los políticos rapaces en la actualidad-, pero jamás un grado de indignidad de mayor altura como hasta ahora.
Circunstancias como las que ha prefabricado el señor peña nieto no tienen precedente, además, por cuanto a que no ha tenido otro remedio que bajar la cabeza, una y otra vez, para luego dar paso a justificaciones banales como la supuesta apertura de espacios para distender el clima y los discursos de odio provenientes de la campaña estadounidense por la sucesión presidencial cernida a la lucha entre una mujer que fue “primera dama” entre 1993 y 2001 y con 68 años de edad, y un potentado, que lleva sobre los hombros setenta años de prolongada existencia sin el menor atisbo de interés por los conflictos sociales. Una perspectiva tétrica no sólo para los mexicanos –quienes, por supuesto, no podremos emitir un solo voto aunque el ejercicio proyecte nuestro porvenir-, y los estadounidenses, claro, escépticos ante las dos opciones por cuanto a los excesos de la señora Hillary Clinton en sus días de secretaria de Estado y los continuados discursos de odio del “pato” Donald Trump, dos veces animal porque es, además, un perro rabioso.
El hecho notorio es que las intervenciones del señor peña han sido desastrosas. Veamos:
1.- Al tomar posesión de la Presidencia y de las residencias oficiales, peña nieto se sintió valentón y tomó la decisión de extirpar del ejército y, sobre todo, de la Armada, a los sardos y marines estadounidenses infiltrados bajo el supuesto de coordinarse con el gobierno mexicano en el combate contra el narcotráfico, uno de los grandes fracasos y herencias malditas de calderón.
Sin sopesar consecuencias ni dialogar al respecto con el jefe de la Casa Blanca, peña procedió como si se tratara sólo de una labor de cirujano para extraer uno de los grandes tumores malignos heredados por su rastrero predecesor; tenía prisa por pasar a la historia y vaya si lo hizo, sí, como uno de los mandatarios más felones.
Fue tanto el escozor en la oficina oval de Washington que los operadores –o predadores-, de la misma, optaron porque el presidente estadounidense, Barack Obama, visitara a México en los primeros meses de 2013 para intentar que peña rectificara. No lo hizo y, claro, Barack dejó el país con el ceño fruncido, la quijada apretada y un saludo que parecía despedida sin siquiera volver la espalda. El gabinete peñista, con todo y el entonces Canciller, José Antonio Meade Kuribreña –un funcionario eficaz en términos institucionales-, se convulsionó ante las siguientes negativas de diálogo, en todos los renglones, incluyendo los comerciales, por parte de sus pares norteamericanos.
2.- Lo mismo que sucedió con fox, en 2003, cuando se negó a participar en la parodia del Consejo Mundial de Seguridad de la ONU, que entonces presidía nuestro país –teniendo al frente a Adolfo Aguilar Zínser, quien sería víctima de un accidente mortal en la autopista entre Cuernavaca y la capital-, destinada a asegura la imposible “legitimidad” de la invasión a Irak con el propósito real de derribar al régimen totalitarista de Saddam Hussein: ya Afganistán había sido devastado.
Recuérdese que el pretexto para la ocupación no era, en serio, asegurar una nueva proyección política, la democracia, sobre territorios fundamentalistas, sino, sobre todo, la búsqueda y desarticulación de las supuestas armas químicas en poder de Saddam, arsenales que jamás se encontraron ante el asombro de los propios aliados de George Bush junior, el británico arrepentido, Tony Blair, y el chaplinesco español, José María Aznar, a quien todavía las universidades mexicanas llaman para elevar audiencias en torno a un genocida. ¡Ay, el burdo malinchismo!
2.- Finalmente, no hubo más diálogo que el de aceptar las condiciones de Obama y regresar al punto inicial de la controversia: la presencia de marines camuflados dentro de las organizaciones armadas mexicanas –las gubernamentales, se entiende-, antes de la recepción apoteósica a Barack en la capital peñista, Toluca –los toluqueños, con razón, se niegan a aceptar tal correlación infamante-, con todas las consideraciones imaginables. Quien acepta el nominativo de “líder del mundo libre” –entendiéndose libres a los estados que aceptan el predominio estadounidense-, sonrió al fin y peña suspiró aliviado aunque, con ello, debilitara, hasta sus máximos niveles, la soberanía del país que juró preservar en su mal leída protesta presidencial. Todo en peña ha sido una farsa, desde su tesis plagiada hasta la vergüenza de emitir una línea del texto constitucional al asumir la Primera Magistratura. Motivos de sobra existen para declarar nulos título y mandato.
3.- Mucho después de la concatenación de exabruptos del perro rabioso, Trump –con siete décadas especulando a la par con la miseria de los demás-, el esperpento hacendario, Luis Videgaray Caso, con aires de presidenciable sin percatarse en la imposibilidad real de una hipotética victoria del PRI en 2018 –para todo hay tontos-, tuvo la infeliz idea de invitar a los candidatos a la Presidencia de los Estados Unidos a visitar México para relajar tensiones, eso se dijo, y evitar la crecida de los fanatismos y de los discursos del odio.
Y Trump, marrullero como buen perro de caza, aceptó enseguida tomando a sus anfitriones casi de sorpresa. Con arreglos mínimos de última hora –no se observó cerca a la canciller Claudia Ruiz Massieu y por ello se extendió el rumor insano sobre su probable renuncia, lo que hubiese sido un gesto de dignidad mínimo-, el personaje llegó en su avión, fue trasladado en helicóptero hacia Los Pinos, habló “en privado” con el mandatario mexicano, concedió una conferencia conjunta –a la que no había lugar porque no se trataba de un jefe de Estado- y no hizo más que insistir en sus puntos de vista, acaso matizándolos por algún resquicio de pudor. Y peña habló de que se había logrado un aire de cooperación.
Los dos desmintieron sus posturas iniciales: peña insistió en que había dicho al neoyorquino que el muro de la ignominia, pretendido por éste, jamás sería pagado por México; y el perro rabioso, con la baba relamiendo sus coyunturas, apenas tocó suelo norteamericano en la racista Arizona –la de los minuteman-, insistió en la construcción de la barda infamante, al estilo de la de Berlín, y en que sería costeada por los mexicanos “aunque ellos no lo saben todavía”, dijo el miserable.
4.- Por efecto de lo anterior, la “demócrata”, Hillary Clinton, quien pasó con su Marido Bill, su luna de miel en México y dijo haberse seducido ante el color y calor de nuestra naturaleza, comenzó a señalar al país como centro de torturas, homicidios –de mujeres, sobre todo-, y profundamente desigual. Poco después rechazó la “invitación” de peña y no vendrá antes de las elecciones estadounidenses de noviembre próximo. Dos bofetadas a la soberbia del peñismo a quien deja dentro de la parodia, caricaturizado e infamado por todas las cadenas de radio y televisión. La carcajada es mundial. El señor peña se ha convertido en un icono de la comicidad al lado de “Cantinflas” o Charlie Chaplin.

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