Rafael Loret de Mola
2/09/16
*Grandes Vacíos
*Los Embusteros
*De los “Peores”
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La ceremonia no existió. Tampoco subsistió ninguno de los viejos rituales pero no como efecto de una modernización del Ejecutivo sino, más bien, de una nueva perspectiva en la que, por fin, los legisladores ponen reglas para quienes entren a su sede y la Presidencia, acaso por temor a las trifulcas encendidas de epítetos, opta por resguardar lo que queda del símbolo.
Durante años, el acordonado recinto parlamentario –es un decir-, fue signo del presidencialismo asfixiante; ahora, sin duda, la partidocracia iguala en la puja por el poder al considerado mal más ponzoñoso de nuestro sistema: la aureola presidencialista si bien ésta, cuando así lo dispone el huésped de Los Pinos –no se olvide que tal comodidad es perentoria-, no tiene paralelo; por ejemplo cuando se trata de aplicar vendettas y hacer pagar a unos por los errores y raterías de todo el sistema, digamos a los cinco gobernadores emplazados por el Sistema de Administración Tributaria (SAT). Ni modo que los demás estén libres de pecado pero alguien debe pagar por los platos rotos.
Desde hace ya varios lustros, los tales informes anuales no sirven para nada. Grandes legajos de estadísticas, impresos con prisas desde los sistemas de cómputo de la residencia oficial, que pocos leen –quizá sólo los párrafos controversiales-, y menos analizan a fondo. Y únicamente la voluntad superior determina si hay o no cambios en su equipo de trabajo como muchos esperaban. Él fija los tiempos de México como si los demás, es decir los mandantes, fuéramos sólo invitados de piedra.
Puede un señor Castillo demostrar su ineficacia como servidor público, en áreas tan alejadas como la seguridad y el deporte, y desafiar a los medios alegando que tiene su renuncia sobre la mesa, a sabiendas de cómo actuarán sus protectores malsanos adheridos a la cúpula –no cópula, aunque a veces es lo mismo-, del poder o en la cúspide del mismo, esto es en donde despacha el presidente entre quimioterapias y controles médicos de alto rendimiento.
Por allí escuché que el cáncer que sufre el señor peña, en la próstata para ser exactos, está controlado pero le ha restado años de vida. Y uno de sus fieles colaboradores, Luis Videgaray Caso, externó risueño:
–Conque nos duré dos añitos más, es suficiente.
En el linde de todas las ambiciones, el señor peña, pese a los gritos exaltados de la pobre Carolina Monroy del Mazo, su primita, ni cuenta con mayores simpatías personales y, por ello, pocos se conmovieron, salvo las “porras” a sueldo, con el llamado al “ejército” dispuesto a defender al mandatario de sus “pertrechados” críticos quienes recogen solamente los rastrojos muertos que va dejando a su paso.
Hace unos días, en Radio Educación, el colega José Luis Miranda, cuestionó acerca de que si los señalamientos contra peña por parte de sus críticos, y señaló entre ellos a Carmen Aristegui y a este columnista, no eran consecuencia de las “consignas”. Es increíble la manera cómo intentan manipular los hechos los hijos del establishment, pretendiendo lanzar sobre los periodistas libres lo que en ellos es habitual y cotidiano, precisamente las “líneas” con las que la superioridad les ordena laborar cual si fueran cordeles para mascotas.
Puedo hablar de mi caso, y creo que el de Carmen no es muy distinto a pesar de su simpatía abierta por Carlos Slim y Andrés Manuel López Obrador a quienes poco cuestiona, y concluir que no recibo millones para silenciar hechos –no lo hago en ningún caso-, ni me entrevisto con NADIE para determinar el curso de mis comentarios. Quizá por ello, a través de treinta y siete libros publicados, nadie ha sido capaz de desmentirme públicamente ni de encararme, con valor y no bajo la cobardía del anonimato que crece en la redes sociales con los “bots” irracionales –como los perritos que guían a los ciegos-, y la tendencia a descalificar los trabajos periodísticos.
Me resulta por demás curioso que cuando inicié la práctica de utilizar Facebook para romper el cerco a mi alrededor, no pocos colegas, con medios nacionales a su servicio y a la vista de la pobre cobertura de los mismos, optaron por divulgar mensajes en la misma vía cibernética con más o menos éxito. Por desgracia, los chismes, los memes, las informaciones falsas, han contaminado seriamente las redes haciéndolas susceptibles de consignas –éstas sí- a través de los ya conocidos “hackers” o de los “bots”, incondicionales del gobierno o de los iconos de cada partido, sobre todo Margarita Zavala de calderón y Andrés Manuel.
Contra ello debemos remar todos los días y más hoy cuando el ceremonial del informe se redujo, por cobardía, a un diálogo superficial con algunos jóvenes, bien escogidos entre los de mayor alcurnia –los futuros juniors de la política acaso-, para preservar la idea de una sociedad plural e interesada en las “palabras mayores” como las llamó Spota a quien tanto descalificaron los falsos intelectuales de su tiempo.
En la agenda legislativa sólo ha lugar a las groseras controversias entre partidos, no así a interés general. Siempre me piden que plantee soluciones. LEÁNLAS BIEN y, sólo entonces, quedará satisfecha la curiosidad de los buscadores de errores, hasta de “dedo” –entendido esto como una desviación de los mismos sobre el teclado y no sobre ninguna anatomía-, para descalificar los trabajos serios. Van algunas ideas:
A).- La rendición del informe presidencial, en los términos constitucionales actuales, posibilita la entrega del mismo para luego lavarse las manos como Pilatos. No debiera ser así: como sostenemos, desde hace décadas ya, es menester que el mandatario en funciones sea obligado a comparecer ante el Congreso de la Unión, reunidas ambas Cámaras, para dialogar, conocer y responder las interrogantes que surjan entre los legisladores aun cuando buena parte de ellos sólo sirva a la lacayunería.
2.- Es necesario que el titular del Ejecutivo no justifique sus atrocidades refugiándose en el triste slogan: “lo bueno casi no se cuenta, pero cuenta mucho”, porque tal es una confesión de parte; esto es si tanto urge modificar las líneas de los planteamientos generales es porque no existen explicaciones cabales sobre los genocidios, los actos de corrupción –salvo el perdón teatral-, la negligencia financiera, las reiteradas mentiras, los plagios, la doble moral y la hipocresía galopante.
3.- Ya es hora, en este mismo momento, de legislar sobre las segundas vueltas electorales para evitar que nos gobierne una minoría situada en el treinta por ciento de las preferencias de quienes sufragan y dos de cada diez empadronados. Esto no tiene una línea democrática sino es resultado de la alquimia demagógica. Y mientras perviva no será posible superar el creciente rencor social, explicable por el inmovilismo y la continuidad del mismo a través de elecciones profundamente viciadas que no cuestan más de once mil millones de pesos al año, de acuerdo a lo divulgado por el INE y su presidente consejero racista.
4.- Es indispensable que el titular del Ejecutivo someta al Legislativo los nombres –o ternas-, escogidos por el primero para integrar su propio gabinete. Además, cargos como el del Procurador General de la República y los mandos de fuerza pública debieran someterse al sufragio universal para tener el respaldo necesario. No hacerlo hace que pervivan las sospechas y dudas sobre los verdaderos móviles de la clase política.
Soluciones hay; voluntades, no. Esta es la triste verdad que deriva de un documento insulso, sustituido con un diálogo con muchachos ávidos del estrellato acaso para convencerlos de que sigue siendo mejor, en términos de bonanza, aspirar a la Presidencia que sumarse a los cárteles de vida rimbombante.