Desafío

Rafael Loret de Mola

3/08/16

*Presidencia Vacía
*Cómplices de elba
*Licuadora sin Nada

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Durante los primeros meses de 2010 solicité hablar con cada uno de quienes “sonaban” para sr candidatos a la Presidencia de la República. Sólo uno se negó por cuestiones viscerales alejadas de la relación cordial que sostuvimos durante años: Andrés Manuel López Obrador. Pero aún sin el testimonio fresco de éste, tenía un acervo de conversaciones que cubrieron el espacio con suficiencia aunque me quedé con la idea sobre la imposibilidad de gobernar sin tomar en cuenta a quienes no son incondicionales; de modo alguno puede asegurarse una ruta democrática con exclusiones emocionales y circunstanciales.
En esos días me esforcé para llegar a cada capilla con buen talante, sin demostrar mis propios juicios aunque éstos, inevitablemente, dieron cauce a las interrogantes que fueron el hilo conductor de la obra, “2012: La Sucesión”. Ya conté, por tanto, la desazón de Manlio Fabio Beltrones, entonces senador de la República, por cuanto a las imprecisiones para designar al titular del Ejecutivo si este faltara definitivamente aun cuando en la Constitución se señala el camino muy claramente. Pero Manlio insistió en que no era suficiente y había muchos puntos sueltos intentando convencerme de la necesidad, por ejemplo, de una inmediata substitución para dejar en manos del Secretario de Gobernación –cargo al que él también aspiraba-, la responsabilidad de la Presidencia, más allá de las deliberaciones camarales para señalar al sucesor como marca el Derecho.
Lo que se percibía, en esos momentos -2010-, era una ausencia total de presidente aunque felipe calderón tuviera a su cargo la gestión. El mandatario alcohólico –tanto como el beodo y criminal Victoriano Huerta Márquez-, creía que concentrando a su alrededor a los mandos de las fuerzas federales, desde el secretario de la Defensa Nacional, general Guillermo Galván Galván, hasta el de Seguridad Pública, el ahora autoexiliado Genaro García Luna, rey de los montajes y de las interrelaciones de las mafias dominantes dentro y fuera del gobierno, pasando por alguno de los aspirantes a sucederlo aunque éstos, al final, se quedaron al margen y redujeron la cobertura panista en 2012.
Co lo anterior, como sabemos, se produjo el retorno del PRI a la residencia oficial, un hecho inaudito considerando que los pueblos capaces de salir de una dictadura, por lo general, no votan para volver a ella. Ni siquiera en España en donde hay todavía jirones franquistas si bien incapaces de recrear las atrocidades del pasado si bien reacios a abrir los expedientes de la tiranía y hacer valer la ley de memoria histórica que destazó al juez Baltasar Garzón, degradado de la Asamblea Nacional.
El vacío comenzó a sentirse desde el periodo del “gran simulador” –así titulé mi obra sobre el sexenio referente-, ernesto zedillo, cuando los hechos rebasaron a un personaje sin andamiaje político y una tendencia a favor de la economía, la tecnología y las artes de la especulación, dispuesto a servir al Fondo Monetario Internacional y a los intereses estadounidenses. Así las cosas, cuando en 2000 vio perdido a su partido, el PRI, y temeroso de las reacciones de la militancia que le consideró “traidor”, llamó al embajador, en esos momentos Jeffrey Davidow, para solicitarle hablar con su colega estadounidense en Washington; la respuesta fue brutal:
–El señor presidente Clinton hablará con usted mañana cuando se confirme la victoria del señor presidente electo de México, vicente fox.
Era todavía el mediodía del 2 de julio de aquel año cuando ni siquiera se había cerrado una sola casilla. En la capital norteamericana, sin embargo, conocían el desenlace que ni siquiera zedillo sabía a ciencia cierto, salvo algunas tendencias derivadas de las encuestas de salida; tuvo tanto miedo el mandatario de referencia que optó por aceptar las presiones de la presidenta priísta, Dulce María Sauri de Sierra, quien de plano se negaba a traspasar el poder a la derecha e instaba a la anulación de los comicios pues, decía, se había dado “un fraude al revés”, esto es a favor de la derecha y sus partidos –el PAN y su “cola” el Verde, ahora fustigado por el primero-.
De la euforia inicial, tras el derribo del “muro priísta” –así se le calificó en Europa en un símil con el de Berlín derribado en 1989-, pasamos al asombro: el vencedor comenzó a elogiar a su predecesor, zedillo, arguyendo que no conocía lo mucho bueno aportado por él cuando, precisamente, el voto de castigo fue por efecto del empobrecimiento colectivo de la mano del neoliberalismo a su vez dirigido por el FMI.
El presidente comenzó, en este punto, a convertirse en mero gerente al servicio de los intereses multinacionales; antes había pillerías aisladas, pero desde la administración del “priísta” ernesto la globalización a favor de los grupos multinacionales fue aplastante. Y no nos bajamos del carruaje de la muerte, hasta nuestros días, luego de doce años de administraciones panistas sin destino y los casi cuatro –se cumplirán en noviembre- de gestión peñista, arrojados los mexicanos al abismo de la indefensión.
El vacío de poder es, por tanto, el hilo conductor desde, cuando menos, el desastroso año de 1994, el de la barbarie política, que terminó con el famoso “error de diciembre” que maniató, por maniobras de carlos salinas, el arranque de zedillo hasta obligarlo a arrodillarse ante los grandes financieros del orbe. Todo lo demás ha sido consecuencia de este momento trágico que si bien abrió una ventanita hacia la democracia, con el aval de Washington, de inmediato se cerró al optarse, de nuevo, por el inamovible continuismo de Estado, mismo que se mantiene en estas horas de incertidumbre general.
¿Desde cuándo México es rehén de los malos gobiernos, de los saqueadores, de los represores –genocidas- y de los entreguistas? Algunos se sitúan en el sexenio de López Mateos, quien mantuvo popularidad hasta el final de su gestión si bien sirvió a los intereses estadounidenses –por ejemplo en cuanto a la carrera espacial en la que jugó un papel preponderante gracias al espionaje-, y otros van más atrás, hacia el periodo del general Lázaro Cárdenas entre 1934 y 1940, hace ocho décadas. Un largo lapso, desde entonces, lamentablemente perdido de manera irremisible.
Si el presidencialismo ha sido señalado como el “mal más ponzoñoso del sistema”, el vacío de poder nos ha llevado al desolladero del futuro. Nuestras dependencias aumentaron al ritmo de un lento despertar de la ciudadanía. Qué nadie se diga sorprendido ante el hecho incontrovertible de un rencor acumulado a través de ocho décadas de engaños monumentales y saqueos desenfrenados. Lo peor, desde luego, es que ninguno de los ex predadores ha sido puesto detrás de las rejas como habría ocurrido ya en cualquier nación del planeta, desde las del primer mundo hasta el último eslabón de la geopolítica universal. ¡Vaya lujo el nuestro!

 

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