Rafael Loret de Mola
29/07/16
*Prensa Agobiada
*Manlio Despacha
*Tamaulipas Verde
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En Valledupar, Colombia, en la Segunda Cumbre Internacional de la CONAPE y un buen número de asociaciones periodísticas en el mundo –con representantes incluso de Alemania, España y Francia además de casi todas las naciones latinoamericanas-, celebrada en agosto de 2015, México fue el referente constante sobre hasta dónde puede llegar la impunidad sin que se produzca, siquiera, la renuncia de alguno de los funcionarios públicos, incluyendo gobernadores como el de Veracruz –totalmente fuera de sí-, involucrados en menor o mayor grado en los crímenes contra informadores y críticos. Nunca caen los comprometidos con la estructura oficial, sólo los reporteros independientes o aquellos que elevan las voces con la anuencia de sus directores.
Seguramente tal se refrendará en Valle de Bravo, desde el 30 de noviembre próximo, con motivo de la Tercera Cumbre Internacional de Periodistas prevista para celebrarse en Quito, Ecuador, y reprograma para el Estado de México tras los sismos que sacudieron al país hermano hace unos meses. Las voces, estoy seguro –por lo menos garantizo que la má así lo hará-, sonarán más fuertes y severas.
Por eso clamamos, a falta de receptores en nuestro país atenidos a la suprema voluntad de un mandatario tan enfermo que dije ejercer la Presidencia hasta cuando se somete a cirugías que lo mantienen anestesiado o supuestamente se va de vacaciones obviamente clínicas, por la intervención de los mandatarios, sobre todo del continente pero sin excluir a nadie –pensar en los reyecitos no tiene sentido porque ellos son quienes apañan a los consorcios cómplices de sus Coronas y buscan expandir dominios sobre el México sangrante-, para que intenten frenar la oleada de homicidios, no sólo contra informadores sino igualmente contra activistas de la dimensión de Nadia Vera Pérez torturada, vejada y asesinada al lado del reportero gráfico Rubén Espinosa Becerril, que mantienen a México como un inmenso cementerio rebosante de fosas clandestinas. ¡Qué duro es decirlo y sostener la mirada a quienes, en otras latitudes, han sufrido en el pasado cuanto ahora padecemos los mexicanos!
Uno de mis colegas colombianos me hizo una observación a bocajarro, casi sin defensa posible:
–Cuando escuchamos y observamos lo que pasa en tu país nos da la impresión de que están retornando al pasado… de la misma manera como el PRI regresó a la Presidencia.
Esto es como si fuéramos sentido inverso a los pueblos en desarrollo dispuestos a salir de sus propios abismos. A diferencia de ellos, a nosotros nos han situado en los filos de las barrancas para que podamos ser lanzados hacia el vacío del silencio, la ominosa quietud de los postrados. ¿Democracia? No, hemos caído en manos de una nueva y esnobista aristocracia a la cual no le interesan las vidas de los reporteros, ni las de sus trabajadores, sino sólo la especulativa acumulación de riquezas y de poder a la sombra de su maridaje con un gobierno en condición de concesionario y, como tal, únicamente receptivo respecto de quienes les ofrecen “moches”, igualas, comisiones o cualquier tipo de ganancia para acrecentar fortunas personales.
Por eso el país está paralizado y da la impresión de viajar hacia el Jurásico acaso porque en Chicxulub, Yucatán, cayó el aerolito que extinguió a los dinosaurios. Vamos hacia atrás, ni duda cabe. Lo percibimos en 2000 cuando fox, un minuto después de sentarse en la silla presidencial, alegó que no sabía lo mucho bueno del legado priísta y optó por olvidarse del cambio y apostar por el continuismo; también al trocarse la democracia en demagogia y posibilitar con ello el juego de las encuestas que pretendió justificar la asunción de calderón al poder; y, finalmente, la misma sensación nos invadió cuando el mediático peña inició su andanada de “decisiones” de las cuales se deslindó en cuanto los grandes consorcios privados le pasaron facturas y debió inclinarse por las reformas antipopulares, sin consenso y en vías de un solemne fracaso. Como los cangrejos, con respeto a otras acepciones del término.
Por ello, a los presidentes democráticos del mundo, a cuantos conciben la paz con la convivencia y solidaridad con otras naciones que sufren, a los mandatarios humanistas para quienes preservar una vida, en cualquier parte del mundo, es alimentar el ideal de justicia plena, les pedimos hacerle llegar al señor peña nieto más que una recomendación: un diplomático llamado para que cesen las persecuciones descocadas, solicitando la renuncia de quienes han sido señalados por crímenes y negligencias –desde la fuga de “El Chapo” Guzmán Loera hasta el asesinato de periodistas recurrentes en Veracruz y otras entidades-, llamándole a la cordura para que pueda ser un representante del pueblo mexicano y no un invitado por obligación, cínico además, listo a recibir preseas a costa de elevar las cortinas de humo hasta cuando se toma vacaciones.
Sabemos que el prestigio de peña está por los suelos en México; sin embargo, en los corrillos políticos de otras latitudes pareciera haber una divergencia absurda respecto a la visión que de él tienen las comunidades de otras regiones del mundo. La clase gobernante, acaso, observa en él a un personaje reformista dispuesto a vender al país con tal de sacarlo de su marasmo; y, claro, los dirigentes por todas partes lo suman a las ofertas más jugosas, junto a la ofrecida por la “nueva” Cuba sin Fidel, para expandirse y enriquecerse a expensas de los mexicanos.
Por ello nuestro clamor, en Colombia ayer y en Valle de Bravo mañana, será para los presidentes democráticos, a quienes les interesa más pasar a la historia con galones y estrellas bien otorgadas, y no a los mandatarios ávidos de hincarle el diente a un país desangrado y abaratado por obra y gracia de su clase política. Esta es la historia de lo que propusimos en Valledupar con la aprobación, creo, de la mayor parte de los asistentes. Fue un ejercicio magnífico que nos permitió sentir, al fin, que no estamos solos mientras existan amigos que nos tiendan la mano en estos momentos coyunturales en los cuales no faltan los medios nacionales de comunicación dispuestos a vender a sus reporteros y articulistas con tal de obtener las migajas de un poder que se deshace.
Para fortuna nuestra ya no son mayoría y es clara la perspectiva para apuntalar el ejercicio de la crítica considerándola, como tantas veces he expuesto desde el ya lejano 1996 en Oaxaca, un contrapeso contra los abusos del poder. Luego otros repitieron la sentencia y han pretendido hacerla suya. No importa: queda la idea y es cuanto importa en esta larga lucha por las vindicaciones de los periodistas tratados como una especie de “mal necesario” y situados, con el imbécil de fox en la Primera Magistratura, en el fantasioso “círculo rojo”. También fox habla de un sol radiante sobre la sangre esparcida por colegas y por la ciudadanía en su conjunto en casi todos los rincones de la patria afrentada. Si tal ve el expresidente es porque así lo quiere, dentro de la utopía derivada de la impunidad en sus inmensas heredades de San Cristóbal, pisando el mismo suelo que antes fue el de “Las Poquianchis” y su cementerio de fámulas explotadas para regocijo de los poderosos de los años sesenta del siglo pasado. Atrás de las alcobas del placer, yacían las infelices sin siquiera una mortaja. Como hoy en México.