Desafío

Rafael Loret de Mola

22/04/16

*Las Botas nos Dominan
*El Represor de Puebla
*Formados por el Dinero

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No hay grupo de secuestradores ni banda criminal en la que no aparezcan militares en retiro, también algunos en actico, o policías resentidos que causaron baja para hacer redituables sus conocimientos de armas y de emboscadas; por todo el país, además, los cárteles presumen de contar con infiltrados en las fuerzas armadas, la gendarmería –pomposamente presentada y con muy escasos resultados-, y los distintos niveles de genízaros uniformados en los planos federal estatal o municipal –en donde tiemblan todos los días ante la inutilidad de su presencia ante los pertrechos y el número mayor de facinerosos-.
Recuérdese que una de las condiciones para señalar hacia el “estado fallido” es, precisamente, que el Estado pierda lo que se conoce como “el monopolio de la violencia”; esto es la capacidad de reprimir para mantener el orden –se supone- y evitar gestas golpistas. Pero cuando otros grupos, de narcos por ejemplo, son capaces de imponer su ley, socavar la potencia de fuego limitada de las instituciones estatales e incluso ganarles la guerra territorial, una y otra vez, con la estrategia de copar a sus adversarios y hacer huir a los pobladores de ciudades enteras –lo atestiguamos en Tamaulipas día con día-, el gobierno ya no puede responder a la exigencia de paz de la ciudadanía y es, entonces, cuando la calificación de “fallido” subyace en sus limitaciones.
Hace algunos lustros, un importante editor de Coahuila fue secuestrado por un grupo de ex militares. Lo dejaron a su suerte, colgado de una viga y con las manos atadas. Él pudo librarse de sus amarres royéndolos durante horas en las que, además, sentía que sus articulaciones cedían ante l esfuerzo; finalmente lo logró y se refugió en un templo vecino a la casa donde lo habían sentenciado a morir. Semanas más tarde, los voceros del entonces gobernador exhibieron a parte de la banda: todos ellos eran oficiales en ejercicio y aún faltaba el líder que logró huir. Desde entonces la víctima está seguro de que éste, con otros sujetos, vendrá por él; y, en este caso, no tendrá salvación.
Relatos como éste pueden escucharse por innumerables rincones del país en donde las botas han impuesto a los civiles leyes marciales, como el toque de queda y los constantes abusos para requerir documentos con el pretexto de toquetear a las damas –y violarlas en casos extremos-, y amedrentar a los varones. No hay dignidad ante la intolerancia feroz como si estuviéramos bajo una dictadura militar.
Una muestra, mientras la Procuraduría General de la República, cuya titular Aracely Gómez González Blanco se ganó el tigre en la rifa de la perversidad, hace hasta lo imposible para sacudirse a los investigadores del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), encargados de elaborar hipótesis para resolver el truculento caso de los normalistas desaparecidos de Ayotzinapa –lo mejor que pudo ocurrirles, dadas las brutales condiciones, es sus respectivas muertes pese a la explicable fe, emocionante y digna, de sus padres-, avanzan los peticionarios dispuestos a coadyuvar en el desastroso caso que ha dibujado, en el mundo, el perfil de nuestra patria acicateada. Lo dijo muy claro la primer ministra alemana y jefa del Cuarto Reich, Ángela Merker, a la cara de un sorprendido enrique peña nieto sin as respuestas adecuadas.
¿Y qué pensar de un presidente que propone, asistiendo a la Cumbre sobre Seguridad Nuclear hace unas semanas, una reunión internacional para tratar sobre las drogas, sus orígenes y efectos, así como cuanto se relaciona a los traficantes bendecidos por las agencias estadounidenses que los dejan pasar a su país, u luego se niega a asistir clamando, desde Dinamarca, que dará sus relaciones desde México? A la falacia continuó la hipocresía más atroz. Esto no puede tolerarse más ni siquiera cuando el gobierno de México ha perdido, en el ámbito internacional también, toda credibilidad. El señor peña ya no tiene legitimidad alguna y, pese a ello, pretende seguir ejerciendo la titularidad del Ejecutivo federal.
Ahora, la procuradora Gómez González Blanco, comienza a indagar, a diecinueve meses del drama, la posible intromisión de agentes federales en Iguala y Cocula –en cuyo basurero se die fueron incinerados los jóvenes aunque esto es verdaderamente grotesco-, y de policías municipales de Huitzuco –“La Jornada, Viernes 15 de abril de 2016-, cual si se tratase de una novedad cuando tanta tierra, y no sólo en las fosas clandestinas, han arrojado sobre el genocidio del sexenio peñista, el que más nos avergüenza y afrenta. La burla debe revertirse en una bula de excomunión política para peña y sus esbirros.
Mientras las corporaciones policíacas y/o los destacamentos militares se embarran con el lodo del crimen y se alían entre sí para conjurar contra México –es terrible lo que acabo de escribir pero no me retracto-, el señor peña, muy orondo, escoge los foros del exterior, lo hizo recientemente desde Copenhague –seguro pensando en la hermosa sirenita, símbolo del puerto danés-, para modificar estrategias y expulsar de las indagatorias serias al GIEI, por cuanto exhibió a las instancias oficiales a dar a conocer información incompleta e imprecisa violando, para colmo, el acuerdo de confidencialidad –esto es para informar sólo al término de las averiguaciones-. Tenemos presidente a control remoto que se moviliza igual que los viejos cochecitos guiados así por los párvulos, de atrás para delante, una y otra vez.
Ya le he nombrado, a peña nieto, “el señor tlacuache”, recordando las inmortales canciones infantiles de Cri-Crí, Don Gabilondo Soler, a quien no se ha exaltado como su vida y legado merecen. Aquel ropavejero de la rola, quien “vende cachivaches por todos los rumbos de la gran ciudad”, sólo ha cambiado de ruta para darse importancia. Viste ahora de frac y con corbata de moño y se hace acompañar por una estrella que ya no podrá hacer papeles de “buena” en las largas y cursis telenovelas: en la realidad ha superado al personaje de Catalina Creel –sin que se ofenda Santiago, quien fuera novio de Edith González en plena desfachatez amoral mientras procuraba una precandidatura presidencial-, inmortalizado por María Rubio a quien el parche tapando el ojo derecho se le quedó aunque ya no lo use. Pero la señora Rubia pudo superar el odio porque, entre otras cosas, no se casó con un presidente impresentable.
Fue penoso observar los recorridos de peña nieto, incluyendo la visita a una escuela promocionada por la juguetería LEGO, “casualmente” centro de atención en el €palacio de los palacios del señor Alberto Baillères, quien ya puede portar una medalla devaluada en los ceremoniales oficiales y hasta ser bendecido, de cerca, como lo fueron peña y Manlio Fabio Beltrones Rivera, entre otros predadores incluyendo uno que otro gángster, mientras la nación se debate en la línea, subrayo, del “estado fallido” ante las ominosa cesión de funciones y poderes del mandatario de la República.

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