Desafío

Rafael Loret de Mola

2/11/15

*Muertos Vivientes
*Fantasma “Panista”
*Grandes Cobardías

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Cuando hablo de muertos vivientes se nos aparecen, en la ventana, los terribles espectros de los zombis políticos; cada año aumenta la lista de manera inmisericorde pero los actuales nos bastan con su socarronería y su perversa inclinación a nutrir los camposantos –con nuevos y más “sofisticados” asesinatos que acaso comienzan con “desapariciones” forzadas extendidas en el tiempo para dolor de todos-, con la sangre derramada en cada jornada de mal gobierno.
(En lo personal ya busco una tienda de campaña para dormir en el cementerio. Sucede que, como decía mi Tía María, a quien acompañé a buscar el terreno para su sepultura, necesito una “buena vista” para descansar sin toparme, desde el más allá y sobre todo bajo la tierra o las urnas en donde se guardarán mis cenizas, con los edificios espléndidos de la oligarquía levantados sobre los cimientos de un pueblo adormecido, afrentado y, por desgracia, sumiso. Porque seguiré siendo mexicano después de mi partida -¡y qué me traigan aquí!- y será una tortura observar cuánto se tardarán las nuevas generaciones en sacudirse a los cínicos políticos que les legamos. Qué vergüenza).
No son pocos los políticos que ya se murieron pero no se han dado cuenta, entre ellos destacan, naturalmente, manuel bartlett, Porfirio Muñoz Ledo, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, Diego Fernández de Cevallos y acaso emilito gamboa patrón. No todos fueron tan malos en vida pero sí lo son en muerte, con vaivenes mundanos fuera del contorno terrenal y muy aplicados para mover alcobas enteras como experiencias poltergeist (paranormales). Mueven hasta sus curules y escaños sin pestañear detrás de grandes lentes oscuros. Se me olvidaba, entre las mujeres, destaca Carmelita Salinas Lozano que de sano no le queda ni una partecita. ¿No le dará un poco de rubor? Pronto se pondrá un nuevo maquillaje, “La Corcholata”, con dedicatoria especial a “las chivas” –dicho sin afán de molestar a los futboleros aunque mi corazón sea puma-, capaz de hacer el milagro de mantener los ojos abiertos cuando se duerme la siesta y con sonrisa de par en par.
El señor bartlett, por ejemplo, quien ya no se anima a asistir a lugares públicos por temor a encontrarse con los vozarrones de quienes creen que mantenerse al lado de Andrés Manuel le resta a éste puntos de la mayor importancia. “Dime con quién andas”, reza el dicho popular, y no hay modo de explicar cómo el represor mayor de los ochenta, sobre todo contra la izquierda y los líderes de opinión, anda tan orondo levantando el brazo carcomido por los años y el cerebro dañado por la decrepitud inevitable acelerada, claro, por el punzante recordatorio de sus propios y múltiples fantasmas. Éste sí que no puede evadirse de los gritos de ¡asesino! Para calificarlo. Tengo pruebas sobre dos de sus crímenes cuando menos.
Porfirio Muñoz Ledo llegó muy tarde a la oposición luego de ser el alumno más señalado del priísmo y se quedó allí porque fue muy halagador, para él, ser llamado por The New York Times “el senador”, como si sólo él lo fuetra, en 1988 tras el fraude electoral salinista. (Por cierto, hay una señora descocada que quiere ligarme con este turbio personaje; de seguir haciéndolo tendré que ubicarla a ella junto al demonio y exhibir los cheques por los que vendió su alma en ausencia de los suyos que me endilga; ya no saben que inventar para combatirme los más avezados aprendices de oligarcas).
El caso es que Porfirio coincide con Cuauhtémoc Cárdenas, el primer niño –lo era entonces no ahora para no confundir a las mentes atrofiadas-, que correteó por los versallescos jardines de Los Pinos cuando su padre ocupó la Presidencia -1934-40-, y desde entonces no apaga la nostalgia por volver a llenar con sus recuerdos la residencia que, cada sexenio más, va convirtiéndose en una gran “casita de los horrores”. Hoy la habitan un felino sin garras, gato pues, casado con una gaviota sin alas.
Si hablamos de emilito gamboa tenemos que situarnos en Yucatán, en donde creció –su nacimiento fue en el Distrito Federal para que compartamos el peso del deshonor-, ganándose a ley el mote de “El Chupón” porque, decían, siempre andaba pegado a las botellas, una afición paralela a no pocos miembros de su familia como es fama bien arraigada en aquellos lares. Y llegó a la política gracias a las simpatías de su madre, “la tía Fina” como la conocen hoy los advenedizos, experta en contarle chistes “colorados” a la tan discreta Paloma Cordero de De la Madrid, esposa de miguel el entreguista mayor, ya extinto, si bien la estirpe se prolonga hacia Enrique, actual secretario de Turismo, quien, al parecer, rompió la tradición de que este cargo estuviera destinado a mujeres.
Este columnista, quien dista mucho de ser comunista calificativo que me lanzan quienes defienden a peña con uñas y puñales –no se les vaya a perjudicar el manicure ni la pintura de ojos bien delineados-, conoce bien a gamboa y sus aflicciones. Fundador, con su primer gran patrón, miguel de a madrid –antes fue diligente secretario de Ricardo García Sáenz, en la secretaría de Programación y Presupuesto, en los lejanos tiempos de josé lópez portillo-, de la célebre “cofradía de la mano caída”, una especie de sociedad secreta, en serio, cuyo ritual consiste en juegos de alcobas y la consiguiente condecoración que se transmite a quienes aseguran así su porvenir político. La fórmula ya se extendió a la derecha y a la izquierda con un fervor inigualable.
La senilidad le vino bien a Diego Fernández de Ceballos, alguna vez “el jefe”, porque puede alegar amnesia para seguir ocultando los nexos de quienes le secuestraron –centroamericanos con afanes de nuevos ricos-, con su discípulo felipe calderón a quien habría aconsejado el todavía intocable, y criminal, genaro garcía luna, refugiado en Florida desde donde asiste, muy seguramente, a los magníficos juegos de guerra de los Estudios Universal, en Orlando, sintiéndose un superhéroe más como el señor de los montajes jamás enderezados. ¡Tenemos tanto que presumir los mexicanos!
Diego mismo me contó que, en alguna ocasión, llegó al Palacio de San Lázaro en un poderoso y lujoso automóvil –casi con tanto descaro como raúl salinas y su Ferrari-, y alguien le gritó, rabioso:
–Diego, ¡no ocultas el oro!
A lo que el panista respondió con su ligereza de juicios:
–¡Ni tú el cobre! Si vengo en este coche es porque soy también abogado y tengo clientes ricos; y tú no trabajas por andar aquí de gritón…
La misma filosofía de quienes minimizan un hecho indiscutible: el 14 de octubre es ya el día de la soberanía popular aunque les pese a los corifeos del peñismo; cada año lo recordaremos a cacerolazo limpio aunque pretendan ofenderme por la supuesta falta de convocatoria. No llegaron a Los Pinos cuantos estimábamos porque lo impidió la policía del Distrito Federal y los cordones colocados alrededor del área intocable… que alegan es propiedad de todos los mexicanos. Pero hubo respuesta y mucha, aunque pretendan ocultarlo los miserables tuertos. Ayer mismo me recordaba un joven universitario que en la UAM todos se solidarizaron con el Paro. Y apenas fue una chispa.
Ya vendrán nuevas ocasiones. Mientras tanto, manlio fabio beltrones rivera, presidente del PRI, suma a los muertos vivientes y los combina con los Juniors imberbes. Es un coctel atroz, nauseabundo; pero asegura que le funcionará, cuando menos hoy, cuando las tumbas se cubren con cempasúchil, con el amarillo intenso que parece oro, para honrar a quienes ya se fueron… no a quienes se quedaron fingiendo que están vivos.
No me cuenten de zombis porque los veo a diario, incluso en Facebook y con rostros mutantes.

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