Rafael Loret de Mola
15/10/15
*Soberanía Arrebatada
*Llantos de Esbirros
*Oración del Cobarde
El PARO NACIONAL es ya parte de los instrumentos para combatir a las administraciones públicas. Algunos se mofarán porque, según su óptica, sólo una parte del país se sacudió; pero no es así: luego de que se siembra la semilla la cosecha tarda con buen o mal tiempo. Y fuimos a hacer escuchar nuestras cacerolas de la indignación ante la residencia oficial de Los Pinos. No saben ustedes el profundo alivio interior que sentí cuando lo hice porque, siquiera, mis nietos y las generaciones por venir sabrán un hecho trascendente: no nos cruzamos de brazos en uno de los momentos más ominosos de la historia.
Fíjense: ahora en el Senado de la República se comienzan a discutir –previa consigna superior no necesariamente de una presidencia sobajada por la torpeza y ausencia de visión de su actual titular-, los términos para implementar el Tratado Trans-Pacífico (TTP, de acuerdo a sus siglas en español o TPP si nos acogemos a las anglosajonas), que demanda, como hilo rector del “nuevo mundo” ideado por la Casa Blanca y el hombre de color que la habita, el fin de las soberanías, esto es de las fronteras, en beneficio de los grandes consorcios transnacionales. Esto es, las compañías multimillonarias –por ejemplo las del enajenado pato Donald Trump-, tendrán el privilegio de no someterse a las reglamentaciones del país sino tener una gran perspectiva de protecciones y blindajes para proceder en suelos ajenos. ¡Manos arriba, mexicanos!
Con ello estaremos consumando los intentos permanentes de sometimiento que acaso iniciaron con el turbio régimen de miguel de la madrid –periodo en el cual manuel bartlett, entonces secretario de gobernación y ahora perro faldero de Andrés Manuel, fue señalado por ser uno de los enclaves del narcotráfico durante el “primer boom” del mismo-, al aceptar las condiciones para entrar, en desventaja, al sistema general de aranceles, el famoso GATT, y abrir las puertas, de par en par, a las franquicias de Norteamérica con las que los inversionistas nacionales no podían competir hasta ser paulatinamente arrastrados; otro destino tuvieron, claro, prestanombres y aliados de las transnacionales como en el caso del señor Carlos Slim Helú y los dueños de los principales grupos mineros.
Han sido tiempos de enorme bonanza para los muy ricos, impunes por los cuatro costados, y de extendidas miserias humanas. Un contraste que, claro está, se reafirmará con el TTP al que igualmente deberán acogerse los grandes capitales mexicanos para no quedar rezagados a la hora de la victoria de la globalización tendenciosa: precisamente en 2018 cuando el legado peñista tenga el signo ominoso del entreguismo y la desnacionalización. Nadie puede negar, en tales términos, que nadie merece más el calificativo de traidor a la patria, endilgado por una izquierda cuya reacción fue tardía a la hora de la consumación de las reformas energética, educativa, fiscal y de telecomunicaciones. Ninguna ha servido como se propuso en principio y la asfixia se hizo mayor.
Eso sí, Andrés Manuel sufrió un severo infarto al corazón el 3 de diciembre de 2013 y con ello se desconectaron las protestas contra lo votado en un salón contiguo al del pleno con el propósito de evadir la protesta… que no pudo evitarse pese a la “prudencia” del presidente de la Cámara baja, entonces Ricardo Anaya Cortés actualmente líder nacional del PAN. Los enroques van dándose con el tiempo, nunca en el momento mismo de las consecuencias para evitar conjeturas y raciocinios contrarios a las pretensiones de la elite gobernante. Y quien aconsejó proceder así fue, nada menos, Aurelio Nuño Mayer, ahora colocado en la Secretaría de Educación Pública con usufructo del sillón de Vasconcelos quien, seguramente, quisiera hacerse material para expulsarlo.
Por la misma dependencia han pasado, en los últimos años, personajes que han surgido como candidatos a la Presidencia, entre ellos, ernesto zedillo, el gran simulador, Josefina Vázquez Mota, del PAN, Alonso Lujambio Irazábal quien se quedó en la antesala –su muerte en septiembre de 2012 le hubiera imposibilitado de cualquier modo-, Porfirio Muñoz Ledo y otros más. Es una buena incubadora, según parece, bastante más efectiva que la otrora de Gobernación, relegada cuando la política debió cederle relevancia a la tecnocracia luego del fallido sexenio de luis echeverría, ahora nonagenario, con resultados desastrosos.
Los tuertos podrían alegar que el movimiento de 1968 y su desenlace trágico fueron la causa para esta conversión deleznable de la política a la hipocresía del liberalismo “social” de manos de tecnócratas sin la mínima sensibilidad social. Recuerdo, al respecto, una conversación con López Obrador, días antes de su asunción como jefe de gobierno del Distrito Federal en 2000, al referirse a quien sería presidente, vicente fox quesada:
–El problema de fox –me dijo- es que no siente a México ni lo quiere; lo observa como una empresa, no como una nación cuyos valores deben ser sagrados. Tú y yo nos formamos con otra ideología; y por eso me preocupa tanto cómo serán mis interrelaciones con fox: él quiere pasar por encima de la historia; yo quiero devolverle al país la ruta de la que fuimos desviados, la revolucionaria. No hay punto de unión.
Y en ese mismo momento entendí que caíamos en un torbellino interminable, voraz y devastador; la vieja pugna entre liberales y conservadores, realistas e insurgentes, republicanos e imperialistas, volvía a nosotros bajo el camuflaje de una democracia que, en manos de vicente el de las hebillas y las botas de charol, se convirtió en sus antítesis, la demagogia y la aristocracia. Pero ya antes se había fabricado el sendero para el hundimiento nacional de la mano de los señores de la madrid, carlos salinas y el ya mencionado simulador zedillo.
¿Quién fue el peor de todos? Lo he preguntado a varios auditorios y la pugna muy cerrada indica a salinas y al actual, peña nieto, incluso en planteles del Estado de México, el que fuera el bastión del peñismo y en donde ahora se le recuerda con el dolor de la frustración. ¡Si supieran que la comparación la gana el segundo y por mucho! Por ejemplo, en materia de represión contra líderes de opinión y periodistas, peña nieto se lleva de calle la comparación… y no se diga en cuanto a los genocidios, muchos de ellos todavía ocultos acaso porque ninguna lente extranjera los ha descubierto como sucedió en Tlatlaya en junio de 2014, que sólo son comparables, si los dramas pueden equipararse, con las matanzas de Tlatelolco, en 1968 y con díaz ordaz en la Presidencia, y la del Jueves de Corpus, el 10 de junio de 1971, bajo la férula echeverriana.
Por todo esto me enferma el cinismo de los actores públicos cuando lamentan algunos sucesos exhibiéndose como protagonistas de los mismos. Por ejemplo, el ya impresentable secretario de la Defensa Nacional, salvador cienfuegos zepeda, adujo que el ejército no intervino ni reprimió a los normalistas de Ayotzinapa; pero, como todos los culpables, dejó un hilo suelto: reveló que el número treinta y ocho de la lista de “los 43”, era un militar en ejercicio. ¿Entonces? ¿Estaban o no los mílites en los lugares claves de la infame acción? Basta una confusión de este tamaño para exigir que el titular de la SEDENA sea llamado a declarar ministerialmente –él no tiene fuero-, y proceder contra él en los tribunales militares, primero, y en los civiles, después. Esto, claro, de existir un mínimo de justicia; en México, quedamos lejos.