Desafío

Rafael Loret de Mola

7/10/15

*Hipocresía Perruna
*Demagogia en Pleno
*Casa de “Monstruos”

El pasado y el presente se reunieron. O más bien, el pasado se extendió al presente con todo y su cargamento de hipocresías y falsedades. Nos mienten de manera reiterada y he llegado a constatar que algunos incondicionales de tal o cual causa asumen que sus desperdicios escatológicos ahora son positivos por marchar con ellos codo a codo, esto es como si las historias personales se borraran de un plumazo por trasladarse de un instituto político a otro. No creo encontrar incongruencia mayor.
El cinismo es el hilo conductor en la crónica contemporánea. Lo hallamos en cada página o nota laudatoria hacia un gobierno incapaz de esclarecer los crímenes de Estado –no se diga los del presente sino los de este pasado prolongado-, y proceder de acuerdo a una línea vanguardista que no signifique entregarse a quienes operan la macro-economía sino operar para evitar las desigualdades sociales que, sin remedio, conducen a los estallidos, dentro de muy poco o más tarde, de manera inevitable. Así lo cuenta la historia universal aun cuando la clase política mexicana sólo adorne sus bibliotecas con libros jamás leídos y nunca recordados. De la Biblia y El Capital no pasan, según las tendencias de cada quien, la mayor parte de los llamados a ser “representantes populares” convertidos en puntas de lanza de las dirigencias partidistas y nunca en defensores del bien común. Las excepciones confirman la regla.
Hace una semana, por ejemplo, el deplorable secretario de Gobernación, el hidalguense miguel ángel osorio chong, quien sigue la ruta de los cacicazgos como lo han hecho sus antecesores en la lastimada entidad en donde nacieron –no entiendo cómo lo han tolerado los gobernados-, fue protagonista de un cara a cara con el miserable poblano-tabasqueño manuel bartlett díaz, ex secretario de Gobernación bajo la férula de un aparente débil miguel de la madrid –un excelente camuflaje para transar debajo del agua-, en la llamada “glosa” del informe presidencial.
El señor bartlett, personaje sin el menor escrúpulo no se diga autoridad moral, preguntó al señor osorio, experto en graciosas huídas acaso por falta de “parque” como sugirió su paisano Pedro María Anaya al verse vencido por los invasores estadounidenses en Churubusco –fue entonces cuando se acuñó el término “grinco” con la fusión de las palabras inglesas “green”, como el verde de los uniformes del ejército de ocupación, y “go”, el verbo que indica “irse” para situar que debían retornar por donde vinieron los insolentes norteamericanos-, se enfrascaron en una densa discusión sobre el proceder de la administración peñista contra el icono de MORENA, Andrés Manuel López Obrador; de hecho, flaco favor le hizo el ex gobernador poblano a su ahora protector: reconoció que las sentencias contra el “nuevo populismo”, referente del mandatario en funciones en la ONU, le sentaban bien al ex jefe de gobierno del Distrito Federal. Un grave error de cálculo.
Lo inteligente, en todo caso, hubiese sido exigir al señor peña que no se anduviera por las ramas cobardemente y situara, con nombres y circunstancias, a los destinatarios de la crítica para evitar suspicacia y adelantadas especulaciones. Las generalizaciones, sobre todo en nuestro país, suelen encender los caños de guerra al considerarlas fútiles provocaciones sin otro sentido que la beligerancia; y tal no cabe en un jefe de Estado quien asegura gobernar “para todos”… segregando a sus adversarios, críticos y enemigos. Tal es proceder de farsantes y de miedosos.
Pese a lo anterior, osorio, en su papel, le recordó a bartlett que ahora se vivían “otros tiempos” –sin explicar cuáles eran las diferencias con precisión digamos en cuanto a genocidios y represiones abiertas-, para tirarle a la cara al interlocutor cuanto significó en la década de los ochenta del siglo anterior cuando cayeron centenares de luchadores sociales y líderes de opinión.
¿Recuerdan, por ejemplo, el crimen contra Manuel Buendía? Cuando visité, en el penal de Santa Marta Acatitla, a José Antonio Zorrilla Pérez, aprehendido por el homicidio intelectual del columnista de Excélsior, en mayo de 1984, éste me dijo, un tanto para intentar redimirse, que sólo había recibido instrucciones superiores tal y como asentó en su declaración ministerial –la de mayor peso en un proceso penal-, citando al señor bartlett. Pese a ello, éste jamás fue merecedor de acción judicial al respecto y pudo continuar su denso camino como secretario de Educación en el gabinete de carlos salinas hasta que, dos años más tarde, fue nominado como gobernador de Puebla –no candidato porque la consigna rebasa el requisito electoral-, pese a su ausencia de raigambre y su lejanía con la entidad citada. Ahora ya es accionista de algunos periódicos de la localidad y es influyente empresario en distintas corporaciones… muy distantes de su falsa filiación izquierdista. Para engaña-bobos, bartlett se pinta solo.
No olvido, entre tantas cosas, su solemne declaración sobre la necesidad institucional de mantener a un presidente “fuerte” aludiendo a miguel de la madrid, cuya vulnerabilidad fue creciendo paralelamente al primer “boom” del narcotráfico en el país; esto es, como si instara a su superior jerárquico a actuar con la energía represora para aplacar el panorama político que comenzaba a descomponerse con la escisión de la “corriente democrática” priísta encabezada por el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y Porfirio Muñoz Ledo.
Curiosamente, Cárdenas Solórzano acaba de afiliarse a MORENA con lo cual se convirtió en compañero –no sé si también amigo- de quien puede ser el autor intelectual de los asesinatos de Francisco Xavier Ovando y Román Gil Heráldez en los prolegómenos de los comicios de 1988 señalados como unos de los más sucios de los últimos tiempos y que determinaron la usurpación de salinas al poder luego de la “caída del sistema” –de cómputo- anunciada por el propio antidemocrático bartlett, arrellanado en un sillón con el rostro y la corbata descompuestos. ¿Tan flaca memoria tenemos? ¿Y también quienes ahora marchan a su lado? ¡Qué vergüenza!
En la vida, como en la política, la única manera de adivinar las intenciones de postulantes y funcionarios es la propia historia personal de cada uno de ellos. La incoherencia, repito, se traduce, sin remedio, en una suerte de hipocresía mayor ausente de ideología y sin más nivel que las ambiciones malsanas y circunstanciales, acaso para refugiarse en el fuero constitucional una figura legal que debiera suprimirse de una vez por todas para evitar albergar, en los cargos fundamentales, a los grandes pillos del sistema… como el pederasta emilio gamboa patrón y algunos afines a éste, miembros distinguidos de la “cofradía de la mano caída”. (Tal no es un calificativo homofóbico sino una precisión sobre las secretas sociedades fundadas en la cooptación de jovencitos –gamboa lo era en 1982-, para deleite de los patriarcas; digamos que igual línea a las de algunas mujeres, ya he nombrado a varias de ellas, cuyo futuro público depende de sus veleidades de alcoba).
Los traumas de bartlett son muy complejos. Acaso comenzaron cuando su padre, Manuel Bartlett Bautista, debió dejar el gobierno de Tabasco en marzo de 1995, esto es cuando su primogénito contaba con diecinueve años y debió sufrir toda la vergüenza, huyendo de Villahermosa, vestido de mujer, porque algunos estudiantes secuestraron autobuses para exigir una disminución de tarifas para los jóvenes; y jamás volvió. El segundo bartlett nación en Puebla, por casualidad, en 1936, por lo cual cuenta ya con casi ochenta años.

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