31/08/2018 – Tienes un lindo culo». Así le dijo el primer actor a la damita joven en el curso de aquella obra de teatro español. Aconteció que entre el público estaban doña Tebaida Tridua, presidenta ad vitam interina de la Pía Sociedad de Sociedades Pías, y doña Panoplia de Altopedo, dama de buena sociedad. Al oír aquella palabra abandonaron al punto la sala arrastrando tras de sí a sus respectivos cónyuges. Al día siguiente las dos señoras se apersonaron en la oficina del alcalde y pusieron en su conocimiento aquel atentado contra la moral que ponía en inminente riesgo el futuro de la patria y amenazaba los cimientos de la sociedad. Esa misma noche el munícipe fue al teatro. Cuando el primero actor apareció en escena el alcalde se puso en pie y le advirtió con enérgica y sonora voz: «Si dices culo haré que se suspenda la función». La señorita Peripalda, catequista, se propuso hablarles a los niños acerca del pecado original. Les preguntó: «¿Cómo se llama el pecado que cometieron Adán y Eva?». Nadie supo la respuesta. La catequista procuró ayudarles: «Se llama pecado ori. ori.». «¡Horizontal!» -completó Pepito triunfalmente. No me hago fuera de la razón, como dicen algunos cuando van a decir algo irrazonable, pero lo que en seguida voy a decir es sumamente razonable. Muchas cosas muy malas hay en México. Pero quien anda por todas partes del país como ando yo encuentra igualmente muchas cosas buenas que disipan las tentaciones pesimistas y fortalecen la esperanza. Hace unas semanas, por ejemplo, tuve el privilegio de hablar ante más de mil muchachas y muchachos en el primer día de clases del Cecyte, Plantel Escobedo, en Monterrey. Agradezco las atenciones que me brindaron en esa ocasión la maestra María de los Ángeles Errisúriz Alarcón, excelente secretaria de Educación en el Estado, y la ingeniera Martina del Rosario Salazar Moreno, directora del plantel. El Colegio de Estudios Científicos y Tecnológicos de Nuevo León es un notable sistema de educación superior que cuenta con 34 escuelas distribuidas por todo el estado, especialmente en las zonas de mayor vulnerabilidad social. En esos planteles millares de jóvenes nuevoleoneses cursan, a más del bachillerato, varias carreras técnicas que los capacitan para el trabajo en diversas áreas laborales. Un educador de extraordinario mérito dirige ese sistema: el maestro José Cárdenas Cavazos, cuya noble y eficaz labor en el campo de la educación incluyente lo ha hecho merecedor de reconocimientos nacionales e internacionales. El pasado día 21, en el Plantel García, tuvo lugar una emotiva ceremonia en la cual se graduaron 125 alumnos con discapacidad, y se entregó la Presea «Dr. Jorge A. Treviño» a personas que han destacado en el ámbito académico, tecnológico y científico. Una labor como la del maestro Cárdenas Cavazos, que beneficia a tantos jóvenes, da motivos sobrados para pensar que mientras unos pocos hacen daño a México hay muchos mexicanos que trabajan cada día por hacer de este país una nación mejor. Para quienes creemos que la educación es la base del futuro, constituye un ejemplo alentador el trabajo que maestros, alumnos, funcionarios y empleados realizan en planteles como éstos del Cecyte en Nuevo León. Los vestidos femeninos deberían ser como las cercas de alambre de púas, que protegen lo necesario pero sin obstruir la vista. El maduro caballero llegó al consultorio médico y le dijo a la recepcionista: «¿Está el doctor? Necesito que me haga una receta para Viagra». Preguntó la muchacha: «¿Tiene usted cita?». «Sí -respondió el provecto señor-. Hoy en la noche. Por eso necesito la receta». FIN.
MIRADOR.
«Dios, que me ve que sin comer no atino ni en lo pequeño ni en lo grande, me bendijo dándome una panza de músico».
Así dice este amigo mío parodiando uno de los más bellos pensamientos poéticos de Ramón López Velarde: «Dios, que me ve que sin mujer no atino / ni en lo pequeño ni en lo grande, dióme / de ángel guardián un ángel femenino».
«Panza de músico» es aquélla que puede digerir hasta piedras. Antes -y supongo que todavía- los músicos se veían precisados a comer lo que les dieran, bueno o malo, y a deshoras. Así desarrollaban una resistencia férrea a toda suerte de problemas gástricos. De ahí los de la panza de músico.
Mi amigo dice que Dios lo bendijo dándole una panza así. A todas partes va de México y en todas partes disfruta los manjares de la tierra, variadísimos, sin acusar jamás algún efecto malo. Grandísima bendición es ésa, digo yo, que me hace recordar la frase de Cervantes: «El estómago es la oficina donde se fragua la salud del cuerpo».
«Aprendamos el arte de la gula», nos dice a sus amigos este amigo. Y añade: «Es el último pecado de la carne que podremos disfrutar».
¡Hasta mañana!…