De política y cosas peores

14/08/2018 – CIUDAD DE MÉXICO.-«Señorita Rita Hayworth. Domicilio conocido. Hollywood, California. Estados Unidos. Muy estimada señorita Hayworth: Le escribo esta carta en español porque no sé expresarme correctamente en inglés y porque usted podrá leerla en español, pues es su idioma original, según he sabido por los periódicos y revistas. Antes que todo permítame presentarme. Mi nombre es Patricio González Acuña, para servir a usted. Vivo en la Ciudad de México, calle Navarra 53, altos 2, de la Colonia Álamos. Tengo 47 años de edad y estoy casado con la señora Dolores Tello de González, de 44, con la cual he procreado tres hijos que son: Patricio, de 15 años, Lolita de 14 y Beto (Alberto) de 12. Soy Contador Privado, recibido en la Academia Comercial Prieto, y desde hace 17 años trabajo en la Compañía Papelera Resma, S.A., donde podrán darle referencias de mi persona si usted así lo solicita. Tengo la nacionalidad mexicana, profeso la religión católica, y soy persona de buenas costumbres, sin vicios y trabajador. Quiero hacer de su apreciable conocimiento que hace dos años la vi en la película Sangre y arena , que por cierto la felicito por su excelente trabajo, y le digo con todo respeto que de inmediato sentí por usted una gran simpatía por su belleza y sus grandes cualidades para el baile, el canto y la actuación cinematográfica. Me gusta mucho el cine; una vez por semana vamos mi esposa y yo a ver alguna película de estreno, menos cuando por alguna circunstancia de enfermedad o gastos de la escuela de los hijos no nos alcanza para ir al cine, y entonces nos privamos de ese gusto, pero de cualquier modo quiero decirle que ninguna actriz de las que salen en las películas se le pueden comparar a usted, que es la mejor de todas, y se lo digo sinceramente y sin otro propósito que el de manifestárselo, como lo estoy haciendo por medio de estas humildes líneas que espero lleguen a su conocimiento y usted las lea personalmente, aunque sé de sus múltiples ocupaciones y de lo ocupada que ha de estar siempre. Señorita Rita Hayworth: aunque no la conozco personalmente, y menos usted a mí, quiero que sepa que desde que la vi en la película Sangre y arena que le digo la he llevado en mi pensamiento, y tengo varias fotografías suyas que he recortado de las revistas, y las tengo en un cajón de mi escritorio en la oficina, pues no quiero que mi esposa vea sus retratos, y no quiero que nadie los vea, por eso le echo llave al cajón y nada más yo tengo la llave y no hay cuidado de que alguien me los vaya a ver. Cuando nadie me está viendo veo sus fotos, aunque ya me las sé de memoria, y le digo con todo respeto que es usted muy hermosa, y ojalá le vaya muy bien en todo lo que haga en su trabajo de artista y en su vida, son mis mejores deseos. Señorita Rita Hayworth: el propósito de esta carta es pedirle permiso de pensar en usted cuando estoy en la intimidad con mi mujer, pues no creo que deba hacer eso sin su autorización, y me da pena tener ese atrevimiento por el respeto que le tengo, pero ya contando con su permiso podré pensar en usted en esos momentos y hacerme a la imaginación de que estoy con usted, que es mi más grande sueño. Perdone si con mis palabras la he ofendido, que no era esa mi intención, pues siento por usted un gran respeto aparte de la gran admiración que le tengo porque canta y baila muy bien, y por sus grandes actuaciones en las películas en que trabaja. En espera de su amable respuesta, y de que me conceda la autorización que por este medio le estoy solicitando, me despido de usted, señorita Rita Hayworth, y me suscribo a sus apreciables órdenes. Patricio González Acuña, servidor». FIN.

MIRADOR.

Historias del señor equis y de su
trágica lucha contra La Burocracia.
El Funcionario del Estado hizo llamar al señor equis y le preguntó:
-¿Sabes tú lo que es la democracia?
El señor equis, nervioso, repitió la definición de Lincoln:
-Es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.
Decretó el Funcionario del Estado:
-Siendo así te cobraremos triple Impuesto.
El señor equis se angustió, pues por pagar sus Impuestos había dejado de comer tres veces diarias.
Le dijo el Funcionario del Estado:
-Voy a decirte, aquí en privado, para qué puede servir la democracia.
El señor equis se atrevió a preguntar:
-¿Para qué?
Respondió el Funcionario bajando la voz:
-Para acabar con la democracia.
¡Hasta mañana!…

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