27/07/2018 – Don Chinguetas añoraba los buenos, viejos tiempos en que las mujeres usaban medias de nailon negras y liguero. Mórbidas, voluptuosas y sensuales eran esas medias con raya en medio, lo mismo que la prenda para sostenerlas. Algún enemigo -o enemiga- del masculino género inventó las llamadas pantimedias, especie de pantaloncillo que si bien facilita el vestimento de las damas es contrario a las fantasías eróticas de los caballeros. Evocar la imagen de Sophia Loren y su memorable striptease ante Marcello Mastroianni en la película «Ayer, hoy y mañana» es revivir uno de los más vívidos sueños varoniles. Ahora esas medias y ligueros se encuentran sólo en los sex shops, benéficos establecimientos que, al decir de don Chinguetas, deberían ser tan numerosos como los Starbucks, y vistos con la misma naturalidad con que se ve la tienda de conveniencia de la esquina. Todas esas disquisiciones hubo de hacer el mencionado señor antes sus compañeros del club de golf cuando éstos descubrieron, intrigados y divertidos a la vez, que don Chinguetas traía liguero femenino. Uno le preguntó, curioso: «¿Desde cuándo acostumbras llevar esa prenda?». Respondió él, mohíno: «Desde que mi esposa encontró un liguero en el asiento trasero de mi coche, y le dije que era parte del atuendo que se usa para jugar golf». Aplaudo -y con ambas manos, para mayor efecto- la iniciativa de los legisladores de Morena tendiente a reducir a la mitad el financiamiento público que los partidos políticos reciben. Aunque algunos opinantes consideran que esa medida tiende a debilitar -¿más?- a la oposición contraria a López Obrador, lo cierto es que las «prerrogativas» -nunca mejor empleado el término- entregadas a los partidos bien pueden calificarse de groseras por su desmesura. Un país con tantos pobres no debe tener partidos políticos tan ricos. Más aún: algunos tendrían que desaparecer, como el PES, de tufo confesional en una nación laica, o el PT, negocio de familia sobre el cual han recaído señalamientos de grave corrupción. Morena yerra al tener como aliadas a esas organizaciones que sólo pueden existir merced a la viciosa legislación electoral que padecemos. En fin, sea cual fuere el objetivo que Morena busca con la reducción de los dineros que el Estado entrega a los partidos -dineros salidos del trabajo de los mexicanos, y que se deberían aplicar a fines de beneficio a la comunidad- la iniciativa es plausible, y es de desearse que se cumpla. La ciudadanía está harta de los abusos de los políticos. La medida propuesta por Morena reducirá ese hartazgo a la mitad. Don Algón sacó de un apuro muy grande a su linda secretaria Rosibel. Le dijo ella, emocionada: «¡No tengo palabras para agradecerle lo que hizo por mí!». Permítame sugerirle algunas -propuso el salaz ejecutivo-. Cancún.Fin de semana. Hotel. Cama.». Babalucas iba a ingresar a la universidad, pero no sabía qué estudios emprender. Le preguntó a un amigo: «¿En qué carreras se puede ganar más dinero?». El amigo, bromista, respondió: «En las del hipódromo». «¡Cabrón! -se enojó Babalucas-. ¿Y quieres que estudie pa caballo?». El chico adolescente le pidió a su papá: «Háblame de sexo». «¡Ay, hijo! -suspiró el señor-. Tengo 15 años de casado con tu madre. ¡Ya casi olvidé todo lo concerniente al tema!». Aquel muchacho tenía extraño nombre: se llamaba Encore Menuhin-Moore. Explicaba: «Es que mis padres formaban un dúo de violín y piano, y yo no estaba en su programa». Don Cornulio sorprendió a su esposa en brazos de su mejor amigo. Le reprochó, indignado, a la mujer: «¿Por qué me haces esto? ¡Y con mi mejor amigo!». Replicó ella: «Deberías estar agradecido. Pude hacértelo con el peor». FIN.
MIRADOR.
Había un pastor mentiroso que gritaba:
-¡Que viene el lobo! ¡Que viene el lobo!
Corrían los demás pastores a proteger sus greyes, pero el lobo no llegaba, y el pastor mentiroso reía de sus compañeros.
Había un lobo mentiroso que gritaba:
-¡Que vienen los pastores! ¡Que vienen los pastores!
Los demás lobos corrían para salvarse de las hondas y palos de los rabadanes, pero los pastores no llegaban, y el lobo mentiroso reía de sus compañeros.
Cierto día se encontraron el pastor mentiroso y el mentiroso lobo. Hablaron entre sí; se conocieron bien. Al final de la conversación el lobo le propuso al pastor:
-Los dos somos unos mentirosos. ¿Por qué no formamos un partido político?
¡Hasta mañana!…